El matrimonio civil: una perspectiva bíblica y práctica

En tiempos de libertinaje sexual y oposición a las autoridades, el “matrimonio civil” es un acto de obediencia para el cristiano.
Foto: Nad Tochiy

Hace 20 años yo era una joven que despreciaba el matrimonio. En mi contexto de estudiante universitaria, yo estaba rodeada de diferentes creencias, tradiciones y formas de pensamiento en cuanto al matrimonio. La mayoría allí estábamos muy lejos de Dios, así que no creíamos en lo que la Biblia dice sobre la unión entre un hombre y una mujer. 

Una de las cosas que más rechacé del matrimonio fue la idea de asumir un compromiso definitivo. Llegué a pensar que era mejor vivir en unión libre porque eso no me “ataría” a nadie y tendría la opción de disolver la relación si esta no funcionaba. Tristemente, no solo yo pensaba así, sino también la gran mayoría de los jóvenes con los que me rodeaba. 

Hoy, 20 años después, estoy casada por matrimonio civil y por la iglesia. Veo con dolor que esa actitud hacia el matrimonio continúa siendo común. Los jóvenes no asumen un compromiso verdadero en sus relaciones, de forma que postergan o rechazan el matrimonio. Creo que esto se debe a que desconocen la importancia del matrimonio ante la sociedad y ante Dios. Por eso, me gusta servir a parejas jóvenes mostrándoles cuán maravilloso es el regalo de la unión matrimonial.

Pero no solo los jóvenes que quieren unirse necesitan de instrucción. Hoy, muchos cristianos conocen lo que dice la Biblia sobre el matrimonio, pero viven con sus parejas en unión libre. Quizás no eran creyentes cuando se unieron, quizás se dieron cuenta de su error hace poco y quieren enmendarlo, o quizás aún no comprenden de qué se trata el matrimonio. 

Sin importar cuál sea el caso, hay muchas dudas cuando dos personas viven en unión libre y quieren casarse, especialmente si ya llevan mucho tiempo así. ¿Es necesario que formalicen su unión o pueden seguir viviendo como están? ¿Cómo se formaliza una unión matrimonial? ¿Qué dice la Biblia? En este artículo quiero compartir algunos pensamientos bíblicos al respecto.

Para entender el profundo significado del matrimonio, es fundamental recurrir a las enseñanzas que Dios nos ha revelado a través de Su Palabra. / Foto: Pixabay

¿Qué dice la Biblia sobre una “boda civil”?

Creo que los cristianos deberíamos buscar una boda civil, es decir, una boda respaldada por nuestros gobiernos. Tengo al menos dos razones: la sumisión a nuestras autoridades legales y la pureza sexual.

Aquellos que tienen el llamado de casarse, deben hacerlo con un compromiso legal. Como decimos en México, “por todas las de la ley”. En países como el nuestro, el gobierno requiere de cierta documentación y de testigos para formalizar un matrimonio. Sin eso, las parejas no pueden ser reconocidas jurídicamente ni obtener los beneficios propios de ese estado civil. 

Pero más importante que obtener algún beneficio, los cristianos estamos llamados a someternos a nuestras autoridades. Recordemos la exhortación de Pablo al respecto: “Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan. Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por tanto, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, recibirán condenación sobre sí mismos” (Ro 13:1-2). Si Dios estableció al gobierno para darle orden a la sociedad, entonces las uniones que no se someten a ese orden se oponen a Dios.

En cuanto a la pureza sexual, hoy es muy común ver que las parejas viven en concubinato, es decir, haciendo vida marital sin estar casados legalmente. En un mundo inmoral donde se promueve la sexualidad sin compromiso, esto es muy normal. Sin embargo, la Palabra de Dios dice que esas relaciones son fornicación, una forma de pecado, y que la única manera en que la sexualidad no ofende a Dios es en el contexto del matrimonio. “Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin deshonra, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios” (Heb 13:4).

Esto puede parecer “exagerado” para quienes no se someten a la voluntad de Dios. Lastimosamente, la sociedad no comprende que Dios prohíbe el sexo fuera del matrimonio para protegernos:

  • Hoy hay innumerables niños abandonados por causa de embarazos no deseados.

  • Cada día se practican muchísimos abortos en todo el mundo.

  • Los casos de personas contagiadas por enfermedades de transmisión sexual no paran de aumentar.

  • Muchas parejas se divorcian debido al adulterio.

  • El mundo está lleno de madres solteras que sufren para cuidar de sus hijos.

Todo esto podría evitarse si tan solo cumpliéramos con el mandato de vivir la sexualidad exclusivamente dentro del matrimonio. De esta forma, si estamos viviendo en concubinato, el matrimonio civil asegura que no estemos en una unión pecaminosa.

Aquellos que tienen el llamado de casarse, deben hacerlo con un compromiso legal. / Foto: Pexels

¿Cuál es la importancia de una “boda eclesiástica”?

Pero si la boda civil permite que una pareja se someta a la autoridad legal de su gobierno y a la autoridad moral de Dios, ¿cuál es el papel de la boda eclesiástica?

Lastimosamente, nuestra cultura ha tergiversado el significado de esta ceremonia. Cuando las personas piensan en una “boda”, viene a su mente el vestido de novia, el banquete, la recepción y la fiesta. No voy a negar que todos estos elementos son valiosos, pues lo que ocurre en una boda es digno de ser celebrado, de ser compartido con los seres más amados y de ser testificado ante el mundo.

Sin embargo, aunque hay valor en esas cosas, ninguna es imprescindible. Recordemos que una boda cristiana debe estar centrada en Jesucristo, quien es el único imprescindible en cualquier matrimonio. Más allá de los adornos y la fiesta, una boda debe destacarse por la adoración al Señor, por el recordatorio de Su Palabra, por la gratitud de los contrayentes y por el compromiso que están adquiriendo a través de los votos.

Cuando los cristianos valoran más los adornos que a Cristo, entonces postergan la obediencia a Su Palabra. Hay parejas que, después de vivir en unión libre y reconocer su pecado, deciden casarse, pero por no tener el dinero suficiente para hacer una gran ceremonia, postergan su boda, incluso la civil. Esto es lamentable. Así, a la luz de la Palabra, es mejor buscar el matrimonio por amor al Señor, incluso si hay pocos recursos.

Más allá de los adornos y la fiesta, una boda debe destacarse por la adoración al Señor, por el recordatorio de Su Palabra, por la gratitud de los contrayentes y por el compromiso que están adquiriendo a través de los votos. / Foto: Pexels

Búsqueda de sabiduría

Para concluir, quiero animarte a considerar algunos pensamientos prácticos que creo sabios a la luz de lo que ya hemos hablado.

La obediencia a las autoridades no es algo opcional en la Escritura. Si estás considerando el matrimonio a futuro, te animo a que tengas una boda civil al tiempo o casi al tiempo de tu ceremonia eclesiástica. Si estás en unión libre en este momento, busca una boda civil lo más pronto posible. Esto es importante sobre todo en los países en los que la boda civil y la boda eclesiástica no tienen la misma validez desde el punto de vista legal.

Si puedes, ten una boda eclesiástica con tu familia, amigos y hermanos en la fe, con el objetivo de dar testimonio de tu unión centrada en Cristo. Pero no dejes que las limitaciones de recursos te impidan tener una ceremonia para exaltar a Dios. Recuerda que el centro de la boda es Cristo y confía en que los medios que tienes son lo que Dios te ha permitido, incluso si son pocos.

Ya sea que quieras casarte y tu pareja no, que ambos estén decididos a casarse, o que simplemente estés aconsejando a otra pareja en unión libre, te animo a que consideres el consejo pastoral y la oración. Una decisión así requiere dependencia absoluta del Señor en oración para que todo se haga de una manera que sea agradable a Él. Recuerda que el Señor utiliza a nuestros pastores y hermanos para guiarnos y acompañarnos en situaciones que requieren de sabiduría.

Que el Señor guíe a Su pueblo a cumplir el mandato de ser puros y andar de acuerdo con Su voluntad en el hermoso pacto que es el matrimonio.

Karla de Fernandez

Karla de Fernández está casada con Jorge Carlos y es madre de Daniel, Santiago y Matías. Radican en Querétaro, México y son miembros de iglesia SOMA Querétaro. Karla ama discipular a sus hijos, es defensora del hogar y de la suficiencia de las Escrituras para dignificar el rol de la mujer en el hogar, como esposa, madre y hacedora de discípulos. Puedes encontrarla en X (https://twitter.com/karlowsky) Instagram (https://instagram.com/kardefernandez) y YouTube (https://youtube.com/@kardefernandez)

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