Todos podemos estar de acuerdo en que la verdad tiene un valor grande en nuestras vidas, y sociedad. Encuentro muy raro que exista alguna persona que no le de importancia a la verdad. La pregunta aquí es, ¿de qué verdad estamos hablando? ¿De una verdad relativa que solo les conviene a unos pocos? ¿De una verdad elegida? O, ¿de una verdad absoluta? ¿Cómo la vamos a definir?
Bueno, si vamos a trabajar la definición de la verdad, más nos vale usar el término real. La RAE da varios significados,[1] entre ellos, define la verdad como: “Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna”.
Es decir, que la verdad es inmutable, no puede cambiar puesto que la verdad ya no sería verdad. Desglosemos un poco lo que la verdad NO es.
La verdad NO es aquello que hace sentir bien a las personas. Si vamos a elegir aquellas cosas que nos hacen sentir bien, estaremos relativizando la verdad y ésta cambiará según nuestros estados de ánimo. La verdad tampoco funciona en aquellas circunstancias en que quiero mentir para no lastimar (las famosas “mentiras blancas” o “piadosas”); o cuando distorsiono los hechos para caer bien o no herir a los demás. La verdad no funciona de acorde al estado de ánimo o a las emociones y gustos del día.

La verdad NO se define por mayoría de votos. El hecho de que una mayor cantidad de personas esté de acuerdo en algo, no lo hace verdad. Una sociedad puede estar en su mayoría a favor del aborto, pero esto no elimina la verdad de que matar intencionalmente a un ser humano inocente está mal. La verdad no se sostiene en la cantidad de personas que están de acuerdo en un tema, sino en su correspondencia con la realidad.
La verdad NO es lo que uno cree. Aunque nuestras intenciones sean buenas, la verdad no depende de lo que creamos o no. La verdad sigue siendo la verdad independientemente de si lo creemos o no. Todos estos argumentos a favor de una verdad relativa solo debilitan cualquier intento que hagamos por defenderlo. No se trata de “mí verdad” contra “tu verdad”; sino de la verdad.

Estos ejemplos de verdades relativas o subjetivas nos dan luz sobre lo que la verdad en realidad es: absoluta y que excluye a sus opuestos. La teoría filosófica de la correspondencia afirma que la verdad se alcanza cuando hay una conexión entre los pensamientos y la realidad, es decir: las afirmaciones verdaderas son aquellas que coinciden con la realidad.
Asimismo, la ley de la no contradicción nos indica que algo no puede ser y no ser al mismo tiempo. La verdad es absoluta para todas las personas, en todo tiempo y en todo lugar; no cambia ni se inventa. Podemos inventar modas y lenguajes inclusivos, pero no podemos cambiar la realidad.

¿Qué nos dice la Biblia en cuanto a la verdad?
Es importante conocer las verdades absolutas, y Dios no ha callado al respecto. Nos ha dejado en Su palabra varias afirmaciones. Recordemos que podemos confiar en Él, pues Dios es fuente de verdad. No se trata de que lo que Él diga es verdad solo porque Él lo dice, sino porque Él mismo es la verdad y la vida. Dios no cambia, y Su verdad permanece.
Veamos lo que la Biblia tiene para decir sobre esto:
Dios es verdad. “Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad” (Jn 17:17)
Dios no cambia. “A fin de que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, los que hemos buscado refugio seamos grandemente animados para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros” (Heb 6:18).

Dios nos hace parte de la verdad. “Es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni lo ve ni lo conoce, pero ustedes sí lo conocen porque mora con ustedes y estará en ustedes” (Jn 14:17).
Debemos aprender la verdad de Dios. “Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así” (Hch 17:11).
Debemos defender la verdad. “Amados, por el gran empeño que tenía en escribirles acerca de nuestra común salvación, he sentido la necesidad de escribirles exhortándolos a luchar ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos” (Jud 1:3).
“Sino santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia, teniendo buena conciencia, para que en aquello en que son calumniados, sean avergonzados los que hablan mal de la buena conducta de ustedes en Cristo” (1P 3:15-16).
Es crucial conocer la verdad, ya que vivir en el relativismo conlleva peligros: no es lo mismo tomar una pastilla para dormir, que tomar veinte frascos completos de medicamento. Absolutamente estaríamos muertos. La verdad absoluta importa y esto incluye lo absoluto tanto en lo moral como en lo religioso porque hay consecuencias si estamos equivocados. Y para poder basarnos en esto, necesitamos un estándar que sea confiable e inamovible: Dios.
Lo que deseemos, lo que opinemos, no cambia el hecho de que Dios es uno y es real. Poncio Pilato hizo una pregunta en el juicio de Jesús: “¿Qué es la verdad?” (Jn 18:38). Lo que Poncio Pilato no sabía, era que la respuesta estaba ante él.
[1] https://dle.rae.es/verdad