Hoy dejé de leer mi Biblia 

No pocas veces registré la frase que es el título de este artículo. Cuanto más tiempo pasaba sin leer la Biblia y orar, más difícil era retomar la práctica diaria y más endurecido se quedaba mi corazón.
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Luego de mi conversión en 1977, dediqué horas diariamente para la lectura de la Biblia y la oración. Yo tenía un diario donde registraba mis experiencias espirituales todos los días. Durante algunos años registré en ese diario mis historias de fracaso, victorias, frustraciones y descubrimientos como cristiano. Una de las lecciones que aprendí temprano, y que la registré en el diario, fue que cuando dejaba de leer la Biblia, meditar en ella y orar a Dios, el pecado remanente en mi corazón ganaba poder sobre mi voluntad y sobre mis decisiones. Más de una vez más escribí sobre este hecho.  No pocas veces registré la frase que es el título de este artículo. Cuanto más tiempo pasaba sin leer la Biblia y orar, más difícil era retomar la práctica diaria y más endurecido se quedaba mi corazón. Aquella mentalidad espiritual tan necesaria se perdía poco a poco. Perdía el poder espiritual necesario para la santificación. Por otro lado, cuando mantenía regularmente la disciplina de la oración y la lectura bíblica, el deleite en Dios y la comprensión del mundo a partir de las Escrituras crecían exponencialmente.  Hoy, tantos años después de esas experiencias, aun siendo un cristiano maduro y experimentado, reconozco la veracidad de aquella lección aprendida al comienzo de mi vida cristiana. Como pastor, aprendí esta verdad de manera aún más profunda. Los pastores son muy tentados a descuidar la vida devocional personal.  En primer lugar, existen muchas demandas del ministerio que a veces lo llevan a trabajar mañana, tarde y noche, todos los días de la semana. Lo mismo puede decirse de muchos de los miembros de la iglesia que no son pastores pero que están muy involucrados en sus trabajos.  Segundo, existe la tentación de sustituir el tiempo devocional por el tiempo de preparación de estudios y sermones. Pero simplemente no es lo mismo. Leer comentarios y libros de teología sistemática no sustituye el leer la Palabra y dejar que Dios hable a través de ella.  Tercero, existe la tentación del pastor de pensar que tiene todo bajo control y, que no necesita la gracia y el poder de Dios para su trabajo pastoral. Él jamás lo diría abiertamente, pero es una tentación muy sutil y que el pastor acaba disimulando con su activismo. El pastor que no mantiene una vida regular de lectura bíblica y oración, no tendrá una mentalidad espiritual y bíblica ante los problemas y consejos que tiene que afrontar. También le faltará el fruto del Espíritu y un carácter cristiano aprobado.  Puede que estas cosas no queden claras para la iglesia donde él pastorea. Los pastores tienden a disimular el verdadero estado de su corazón en público. Por eso, generalmente los efectos empiezan en casa, en la relación con la esposa y con los hijos, en las explosiones de rabia, en las decisiones egoístas, en la indiferencia hacia la esposa e hijos, en el tiempo dedicado ante la televisión o en las redes sociales.  Pastores, hagan de la piedad personal diaria una de las prioridades de su ministerio. Iglesias, ayuden a sus pastores en eso, orando por ellos y entendiendo que el tiempo que él invierte en la Biblia y en oración forma parte integral de su trabajo como pastor. Para muchos miembros de iglesias, los pastores sólo están trabajando si están visitando, predicando o aconsejando.  Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta. Permitidles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para vosotros” (Hebreos 13:17). 

Augustus Nicodemus Lopes

Es un ministro presbiteriano, teólogo, profesor, conferenciante internacional y autor de éxito. Augustus tiene una licenciatura en teología en el Seminario Presbiteriano del Norte en Recife, Brasil, una Maestría en Teología en Nuevo Testamento de la Universidad Reformada de Potchefstroom, Sudáfrica, y un doctorado en interpretación bíblica en el Seminario Teológico de Westminster en Filadelfia. Él es también un pastor de la Primera Iglesia Presbiteriana de Recife.

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