A Dios le gusta poner gemas de consuelo, animo, guía, y convicción en lugares extraños en las Escrituras—lugares donde no esperamos encontrarlas. Lugares como las partes tediosas del Éxodo, donde yo estaba recientemente en mis devocionales. Una revelación total: en la lectura de mi devocional, soy tentado, como muchos otros, a echar un vistazo a las porciones del Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio que contienen el tipo de detalle que rara vez se encuentran “relevantes” y que mi cerebro no las retiene bien (genealogías, instrucciones de rituales, inventarios de templos, y mucho más). A veces echo un vistazo. Estoy agradecido que no lo hice esta vez porque me encontré una gema rara. Primero, diré algo acerca de la búsqueda de las gemas antes de describir lo que encontré. Una razón para leer la Biblia completa una y otra vez es que estas “gemas” se mueven. El Espíritu Santo puede iluminar un detalle en particular una vez, y luego algo más la próxima vez. Un texto que parecía bastante insípido esta vez a través de Éxodo podría golpearnos con una nueva percepción de sabiduría la próxima vez. La parte de la aventura sin fin que interactúa con la viviente y activa Palabra de Dios (Hebreos 4:12). El Espíritu nos sorprende. Como lo hizo cuando estaba leyendo acerca de la construcción del tabernáculo.
Dando un trabajo imposible
En Éxodo 25-30, Dios le da a Moisés una larga lista con instrucciones detalladas de cómo construir un tabernáculo. Además de los “planos” para la carpa, Dios dio instrucciones precisas para la artesanía de Arca del Pacto, la mesa del pan, el candelero, el candelero de aceite, el altar de sacrificio, el altar del incienso, el incienso, la cuenca del agua, las vestiduras sacerdotales, y el receta para el aceite de la santa unción. Estas instrucciones llenan seis capítulos. Estaba impresionado por como Dios le decía seguido a Moisés, “tú deberás hacer…” (Éxodo 25:13). Miré la frase “tú deberás hacer” en hebreo. El “Tú” es una segunda persona, masculino, un verbo singular. En otras palabras tú, Moisés, deberás hacer. Moisés ya tenía un enorme e imposible trabajo. Él era el profeta principal, jefe de estado, ministro de asuntos exteriores, jefe de justicia, comandante supremo militar, líder en consejería bíblica, y más para una nación de dos millones de nómadas descontentos, que todos dependían de su guía para su sustento diario y seguridad. Ahora Dios lo estaba cargando con un conjunto exacto de proyectos con una lista de “deberás hacer”. Moisés era un hombre de fe extraordinariamente humilde (Números 12:3). Si fuera yo, podría haber estado pensando, ¿yo y cuántos más? Un trabajo imposible solo se hizo más imposible.
Suficiente habilidad provista
Luego me impresioné con la gema en esta pila de piedras preciosas: Y el Señor habló a Moisés, diciendo: Mira, he llamado por nombre a Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá. Y lo he llenado del Espíritu de Dios en sabiduría, en inteligencia, en conocimiento y en toda clase de arte, para elaborar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en el labrado de piedras para engaste, y en el tallado de madera; a fin de que trabaje en toda clase de labor. Mira, yo mismo he nombrado con él a Aholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y en el corazón de todos los que son hábiles he puesto habilidad a fin de que hagan todo lo que te he mandado… Los harán conforme a todo lo que te he mandado. (Éxodo 31:1-6, 11) Dios le dio a Moisés las habilidades que él personalmente carecía en forma de otras personas capaces. Él expandió el “tú deberás hacer” en “ustedes deberán hacer”. Un trabajo imposible solo se hizo más posible. Nunca antes este texto me impresionó tanto con tal esperanza y gozo. Dios da a todo hombre y mujer (Éxodo 35:25-26) —las habilidades necesarias para llevar a cabo cada trabajo que Dios ha llamado a su pueblo a hacer. Sentí una esperanza particularmente renovada en las responsabilidades que Dios me ha dado como padre. Un padre cristiano (y madre) siente el peso del mandamiento de Dios: “Tú deberás enseñarles diligentemente” (Deuteronomio 6:7). La paternidad es un trabajo abrumador. Estoy tentado regularmente a ponerme ansioso por todo aquello que mis hijos necesitan aprender todavía—no solo escuchar, sino saber y creer. Estoy consciente de mis limitaciones para ayudarlos a saber y creer. Y con mis tres pequeños (de cinco) todos en su adolescencia ahora, siento que el tiempo se está acortando. Simplemente no soy adecuado para el gran trabajo de equiparlos en todas las maneras que ellos necesitan—y ahora ellos están en la edad cuando muchas otras cosas compiten por su tiempo y atención. Esta gema en Éxodo 31:6 le recuerda a mi alma que Dios suplirá todo lo que necesito para completar mi llamado como padre, incluyendo otras preciosas personas a los cuales Él les ha dado las habilidades para hacer con mis hijos lo que yo no puedo hacer solo (Filipenses 4:19).
No estás solo
Esto, por supuesto, va para todo trabajo abrumador que Dios nos da. Nunca estamos verdaderamente solos en el trabajo que Dios nos da para hacer. Dios proveerá toda la habilidad que necesitamos. Jesús dijo, “pedir, y se os dará” (Mateo 7:7). Hudson Taylor dijo, “Depende de ello, la obra de Dios hecha en la manera de Dios nunca carecerá de la provisión de Dios.” Y cuando Dios suple las habilidades, vendrán más bien en forma de otras personas. Dios expande casi cada “tú deberás…” en “ustedes deberán…” Una versión del Nuevo Testamento de Éxodo 31:6 es 1 Corintios 12:18-20: Ahora bien, Dios ha puesto a cada uno de los miembros en el cuerpo según le agradó. Y si todos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? Sin embargo, hay muchos miembros, pero un solo cuerpo. Lo que Dios requiere de nosotros casi siempre se debe llevar a cabo en el contexto de una comunidad o “cuerpo” de santos. Para “cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común” (1 Corintios 12:7). Así cada uno contribuye con sus habilidades, trabajamos juntos para que “todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). Así es como Dios ama hacer nuestros trabajos imposibles más posibles. Todo ese consuelo en el verso uno de Éxodo 31, donde no lo esperaba. Fue un buen recordatorio, no solo que Dios provee todo lo que necesito, sino que a Dios le gusta colocar gemas de consuelo, animo, guía, y convicción en lugares sorprendentes.