Sal de la Tierra y Luz del Mundo

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5. 13-16 Estas famosas palabras de Jesús a sus discípulos en el Sermón del Monte han sido entendidas por los cristianos como un imperativo para influir en el mundo a través del Evangelio, de la misma manera que la sal y la luz influencian y transforman los ambientes donde penetran. Probablemente, ningún otro movimiento cristiano en la historia mejor comprendió ese mandato que la Reforma protestante ocurrida en el siglo XVI. La Reforma no fue solamente un movimiento espiritual y eclesiástico. También tuvo aspectos y dimensiones políticas y sociales. Los Reformadores prestaron atención a los problemas sociales de su época. Ellos se esforzaron por entender cuál debería ser el rol de la Iglesia cristiana en la reconstrucción de una sociedad justa que reflejara la voluntad de Dios en términos de justicia social. Esta cuestión (que era esencialmente teológica) era extremadamente aguda para los Reformadores, particularmente por el hecho de vivir en una época y en una situación de grandes problemas sociales. Los Reformadores eran por encima de todo, pastores, teólogos, hombres de la Iglesia. No eran políticos, activistas sociales, sino esencialmente pastores y estudiosos de las Escrituras. Sus pensamientos sociales se desarrollaron dentro de la estructura de sus presupuestos teológicos y bíblicos. Ellos construyeron su teología social a partir de su convicción de que Cristo es Señor de todos los aspectos de la vida humana y de que la Palabra de Dios debe regular todas las áreas de la vida. Por olvidar este punto, algunos acaban representando erróneamente las ideas sociales de los protestantes reformados, así como los motivos que los llevaron a involucrarse con actividad social en su época. Lo fundamental para entender el pensamiento de los Reformadores en esta área es tener en mente que para ellos las causas de la pobreza, miseria y la opresión, así como de la perversión y la corrupción de la sociedad humana, estaban enraizadas en la naturaleza decaída del hombre. Que a su vez, el caos económico es causado por la codicia de los hombres, y por la incredulidad de que Dios habrá de suplir las necesidades básicas, conforme Cristo nos promete en Mateo 6. Un principio que orientaba a la teología social de los Reformadores era que el Cristo vivo y exaltado es Señor de todo el universo. Por lo tanto, la obra de restauración realizada por Cristo no se limita sólo a la nueva vida dada al individuo, sino que abarca la restauración de todo el universo, lo que incluye el orden social y económico. Pero los Reformadores eran hombres de acción y no sólo de discurso. Tomemos por ejemplo la acción de Calvino en Ginebra. Persuadido por Guillermo Farel, Calvino se queda en Ginebra para auxiliar en las reformas necesarias. Luego queda claro que, para él, esto incluía ir más allá de las reformas eclesiásticas. El Hospital General, fundado por Farel, da asistencia médica gratuita a los pobres, huérfanos y viudas, con médicos de turno pagados por el Estado. Se crea la primera escuela primaria obligatoria de Europa. Los refugiados llegados a Ginebra reciben formación profesional y asistencia médica y alimentaria, mientras se preparan para ejercer una profesión. Los pastores interceden continuamente ante el Consejo de Ginebra en favor de los pobres y de los obreros. El propio Calvino intercedió varias veces por aumentos de salarios para los trabajadores. Los pastores predicaban en contra la especulación financiera, y fiscalizaban parcialmente los precios contra el alza provocada por los monopolios. Bajo la influencia de los pastores, el Consejo limita la jornada de trabajo de los obreros. La ociosidad está prohibida por leyes: desocupados extranjeros que no tienen medios de trabajo, deben dejar Ginebra dentro de tres días después de su llegada. Y los ociosos de la ciudad deben aprender un oficio y trabajar, bajo pena de prisión. El Consejo instituye cursos profesionales para los jóvenes, para que los mismos puedan entrar en el mercado de trabajo. Y finalmente es importante resaltar que había una vigilancia por parte de Calvino y de los demás pastores de Ginebra contra la mala administración pública. Hubo incluso el caso de un funcionario corrupto que fue despedido por la influencia de Calvino. Los Reformadores llevaban una vida modesta, a pesar de todo su prestigio e influencia. En la práctica, buscaron vivir intensamente los principios que defendieron en su teología social. Su influencia se extendió más allá de su tiempo. La influencia del pensamiento social de la Reforma quedó plasmada en la Confesión de Fe de Westminster y en los dos catecismos adoptados por las iglesias presbiterianas en el mundo. La exposición en el Catecismo Mayor del sexto mandamiento, «No matarás», incluye como deberes exigidos «… la justa defensa de la vida contra la violencia… el uso sobrio del trabajo y refrigerio… confortando y socorriendo a los afligidos, y protegiendo y defendiendo al inocente”. Como pecado, se incluyen «… la negligencia o retirada de los medios lícitos o necesarios para la preservación de la vida… el uso inmoderado del trabajo… la opresión… y todo lo que tiende a la destrucción de la vida de alguien”.  

Augustus Nicodemus Lopes

Es un ministro presbiteriano, teólogo, profesor, conferenciante internacional y autor de éxito. Augustus tiene una licenciatura en teología en el Seminario Presbiteriano del Norte en Recife, Brasil, una Maestría en Teología en Nuevo Testamento de la Universidad Reformada de Potchefstroom, Sudáfrica, y un doctorado en interpretación bíblica en el Seminario Teológico de Westminster en Filadelfia. Él es también un pastor de la Primera Iglesia Presbiteriana de Recife.

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