El dominio propio como estilo de vida

¿En qué áreas de tu vida se está librando más intensamente la lucha? ¿En qué áreas es más evidente tu necesidad de dominio propio?

Debo reconocer —simplemente no puedo negarlo— que, en mis 9 años de matrimonio, muchas veces el tema de conversación con mi esposa ha sido: cómo debería mejorar en mi manera de administrar mi tiempo y crecer en la piedad y semejanza a Cristo. Muchas veces he sido confrontado por mi esposa y por la Palabra del Señor en diversas formas que confluyen en esto: ¡Necesito dominio propio y crecimiento en la piedad! En realidad, todo crecimiento en la piedad cristiana involucra el dominio propio en algún sentido. Pero, el dominio propio no es algo estático que se obtiene y permanece de manera lineal. Esta virtud del Espíritu Santo demanda un esfuerzo dependiente, intencional y continuo.

El dominio propio y la esperanza del evangelio

El dominio propio es una búsqueda constante, un anhelo de vida que todo cristiano debe cultivar. Nacemos sin dominio propio, en la corrupción de nuestra carne. Vivimos en un mundo que no colabora en nuestro anhelo por crecer en piedad. Por eso, debemos cultivarlo de manera intencional y continua, dependiendo del Espíritu Santo. Si ahora mismo te sientes aplastado, quiero invitarte a mirar a nuestro Salvador. Él nos salvó no porque éramos una novia sin mancha y sin arruga, sino para hacernos esa novia «sin mancha ni arruga ni cosa semejante, […] santa e inmaculada» para Él mismo (Ef. 5:25-27). Tu Salvador está detrás de todo quebrantamiento que te lleva a buscarle, desearle y anhelarle más. Somos suyos. Somos para Él (1 Co. 8:6; Ro. 14:8; 2 Co. 5:15). Su Espíritu nos anhela celosamente (Stg. 4:5). ¡Hay esperanza! El evangelio nos garantiza perdón y aceptación, pero no solo eso, también nos garantiza la gracia divina para el cambio y la santificación. Porque «la misma gracia que nos da la salvación, también nos ayuda a practicar el control personal». Es bueno recordarnos constantemente que «Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad» (2 P. 1:3a). Así que: hay perdón; pero también hay poder transformador: Dios mismo, «el que comenzó en [nosotros] la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús» (Flp. 1:6). Por lo tanto, no nos desanimemos en nuestra lucha diaria con el dominio propio. Es vital el crecimiento de nuestra comunión diaria con el Señor para que este fruto sea cada vez más evidente, influyente y tangible. Pero ¿cómo podríamos crecer en esta comunión si no dominamos el tiempo, si no controlamos nuestro espíritu, si no medimos nuestras palabras? ¿Lo ves? El dominio propio estará relacionado siempre en manera directa con el crecimiento de tu piedad y, al mismo tiempo, mientras más creces en piedad, mayor fruto del Espíritu Santo habrá en tu vida. Al mismo tiempo, es importante recordar que sin la Palabra de Dios y el Espíritu Santo, el dominio propio bíblico sería imposible. Deben ir juntos. En línea con esto, el pastor John McArthur afirma que: «Ser llenos del Espíritu significa vivir en la presencia consciente del Señor Jesucristo y permitir que su mente, por medio de la Palabra, domine todo lo que se piensa y se hace. Ser llenos del Espíritu es lo mismo que andar en el Espíritu».

El dominio propio como estilo de vida del cristiano

El dominio propio no es una meta estática. Demandará una humilde y continua búsqueda de Dios, así como una renovación constante de tu mente, corazón y deseos por la Palabra de Dios. Además, exigirá arrepentimiento, confesión y ayuda de otros hombres más piadosos que tú. En otras palabras: es un camino de vida para todo cristiano. En Hechos 24:24-25, el apóstol Pablo está presentando su defensa ante Félix, gobernador de Cesarea, y Drusila su mujer. Mientras Pablo disertaba acerca de «la justicia, el dominio propio y el juicio venidero», Félix se espantó. Miren cómo Pablo define lo que es la vida práctica del cristiano: una vida de justicia y de dominio propio. ¡Este es un camino de vida! Es una característica esencial y diferencial del cristiano. Pablo resume la vida del cristiano como una vida de justicia práctica y de dominio propio, es decir, ya no es una vida de esclavitud a la carne y los deseos mundanos. La justicia y el dominio propio son las virtudes que adornan y caracterizan la vida del cristiano, características que seguro Félix no poseía, y por eso se espantó. Otro pasaje importante, que nos ayuda a comprender la necesidad de cultivar el dominio propio como estilo de vida, está en Tito 2:12, en donde somos exhortados así: «negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente» (énfasis añadido). El dominio propio, es decir, la vida sobria —una vez más—, se menciona como una cualidad que caracteriza a los cristianos en su andar. El dominio propio no será una búsqueda casual, sino un piadoso anhelo intencional de vida. Sin embargo, debemos recordar que el dominio propio no es un fin en sí mismo, ni tampoco buscamos cultivarlo con propósitos egoístas (como en el caso de los deportistas que se disciplinan para buscar una carrera de triunfos y logros para su propio mérito y gloria —como vimos en el primer capítulo—). El dominio propio bíblico es principalmente una búsqueda de lo que trae gloria a Dios y beneficio a muchos que te rodean, pero, no es solo una represión o negación a los deleites pecaminosos, es también la búsqueda de los verdaderos deleites piadosos.

El dominio propio bíblico no es ascetismo

Aunque el cristiano es exhortado a abstenerse de los deseos carnales y las pasiones pecaminosas y mundanales, no ejercemos y buscamos el dominio propio como una manera de suprimir todo placer. También ejercemos dominio propio para vivir activamente dentro de los placeres legítimos y bíblicos que Dios nos ha concedido. Observen lo que Pablo le dice a Timoteo: «A los ricos en este mundo, enséñales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos» (1 Ti. 6:17) [énfasis añadido]. En otras palabras, existen deleites legítimos para el cristiano. Sí, los hay, porque no somos ascetas, somos hijos de Dios y podemos disfrutar de lo que Él nos provee. Déjame poner un ejemplo: Dios me permite y manda a gozar mi sexualidad con mi esposa. Por un lado, debo ejercer el dominio propio contra los pecados sexuales que atentan el diseño de Dios y mi fidelidad al pacto matrimonial; por otro lado, el dominio no es solo con el fin de negarme al pecado, sino que es también con el deseo de glorificar a Dios disfrutando de los deleites legítimos, en este caso, la sexualidad con mi esposa. ¡Disfrutar de este deleite también glorifica a Dios! Hay que tener sumo cuidado con limitar el dominio propio solo a la esfera de la negación, sin señalar que también lo cultivamos con el propósito de glorificar a Dios deleitándonos en todo lo que Dios mismo ha llamado deleite bíblico, piadosos y legítimo. ¿En qué áreas de tu vida se está librando más intensamente la lucha? ¿En qué áreas es más evidente tu necesidad de dominio propio? La falta de dominio propio está en todas partes. Debemos evaluarnos constantemente, ya que es una lucha feroz. En palabras de Jerry Bridges: «El dominio propio que aparece en la Biblia abarca todas las áreas de la vida y requiere una guerra incesante contra las pasiones de la carne que batallan contra el alma (1 P. 2:11)». Entonces, para vivir gobernados por principios bíblicos, bajo el dominio de Cristo y el control del Espíritu Santo de Dios, es clave la comunión diaria y continua con el Señor y la instrucción bíblica que renueva la mente del creyente. Si no conocemos su diseño y sus límites, no sabremos cómo vivir justa y piadosamente.

Conclusión

Finalmente, permíteme una última nota de precaución y aclaración. A Dios no solo le importa qué hacemos, sino también cómo lo hacemos y para qué lo hacemos —el hecho, la motivación y el propósito—. Por lo tanto, ten cuidado con intentar crecer el dominio propio y piedad en la mera «fuerza de voluntad». Al mismo tiempo, ten mucho cuidado con hacerlo «para la gloria de tu reputación». El dominio propio debe ser motivado principalmente para mantener a Dios en prioridad y gozar de comunión con Él; luego, para vivir en obediencia amorosa a su Palabra y su voluntad revelada; y, por último, para que Él sea magnificado en tu vida para tu gozo, el bien de tu esposa, hijos, el cuerpo de Cristo y el mundo que te rodea.

Nelson Matus

Nelson Matus, nació en Chile, es hijo de pastor y salvo por gracia. Graduó de un BA en Teología con énfasis en Ministerio Pastoral en el Seminario Bíblico Rio Grande en Edinburg, Texas. Actualmente sirve al Señor como profesor y auditor de acreditación del mismo Seminario. Cursa una maestría en Midwestern Baptist Theological Seminary. Es pastor de Redeemer en Español en la ciudad de Álamo, Texas. Casado felizmente hace 7 años con Pakis, y tienen una hija llamada Hadassa. 

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