Cuando el apóstol Pablo plantó la iglesia de los corintios, lo hizo en su segundo viaje misionero en una ciudad con un puerto muy comercial y próspero y, por lo tanto, era un lugar donde llegaban todas las filosofías y religiones del Imperio Romano; lo cual generaba todo tipo de ideas confundidas. Esta iglesia de Corinto sufrió de muchas clases de problemas debido a estas confusiones. Esto no es ajeno a nuestros tiempos también y, por lo tanto, esto ha creado una falta de entendimiento bíblico y madurez espiritual; además de poco entendimiento de los dones espirituales en el cuerpo de Cristo que forma la iglesia local. El problema de esta iglesia de Corinto, radicaba en que no reconocían la diversidad de dones en la iglesia. Pablo en 1 Corintios 12:12-17 compara el cuerpo humano con los dones. Algunos creyentes de la iglesia de Corinto se sentían superiores a otros hermanos, creaban en estos hermanos un sentido de inferioridad y de querer retirarse cuando estaban siendo usados en la iglesia. Quizás pudieras preguntarte el por qué tanta explicación para este tema. Bueno, es debido a que la Palabra de Dios es la guía y luz para nuestra vida, tanto cotidiana como de eclesiología. “Lámpara es a mis pies Tu palabra, y luz para mi camino” (Sal. 119:105). Quisiera que nos hiciéramos una pregunta: ¿Quién afirma los dones que recibimos de parte del Señor cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y le reconocemos como Señor y Salvador? Vemos la importancia de ser discipulada en una iglesia local para el desarrollo del carácter dado por la madurez espiritual que va progresando, a la vez que son afirmados los dones por hermanos y hermanas que están a nuestro alrededor mediante el crecimiento y el servicio. Como nos lo dice Su Palabra “El hierro con hierro se afila. Y un hombre aguza a otro” (Pr. 27:17).
Tener dones no nos da el derecho de exigir que merecemos más
Los dones son dados por Dios para para la edificación de la iglesia local, en ninguna parte de la Palabra encontramos el demandar exigencias por nuestro servicio. Cristo vino a servir y no para ser servido y ya que Él es nuestro ejemplo, debemos imitarlo con una actitud de obediencia y sumisión a Él. Lo único que nosotros merecemos es ser halladas fieles, ya que Cristo dijo que todos somos aspirantes a siervos inútiles cuando hemos hecho todo lo que debiésemos haber hecho. “Así también vosotros cuando hayáis hecho todo lo que se ha ordenado, decid: “Siervos inútiles somos; hemos hecho solo lo que debíamos haber hecho” (Lc. 17:10). Si vemos el pasaje de Lucas 17:7-10 aquí Jesús trata de contrapesar estas lecciones. Estaba el riesgo que los discípulos exaltaran el arado de la tierra y no pusieran cuidado con las responsabilidades diarias de la vida. El resultado de nuestra fe es la fidelidad al Señor, tanto en lo difícil como en las obligaciones rutinarias de nuestra vida, hogar, etc. Este hombre tenía muchas destrezas para cultivar, manejar el ganado e incluso la comida y era enseñado por su amo Jesús estaba entre los discípulos como servidor en la santa cena siendo Maestro. “Porque ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre vosotros yo soy como el que sirve (Lc. 22:27). Cuando sirvamos al Señor no debemos esperar y merecer más nada, creernos tan especiales, pues solo hemos de hacer lo que El Señor nos ha pedido hacer. Cuando se dice en el versículo: “inútiles” (Lc. 17:10), se está refiriendo a que no merecemos nada, ninguna persona nos debe nada. Cuando El Señor nos da los dones es pura gracia, y cuando los usamos lo hacemos solo por obediencia al servicio sin merecerlo, no esperar nada solo siendo fiel en lo que nos ha enviado hacer. Pudiéramos hacernos preguntas para evaluar nuestro corazón y darle la respuesta con la Palabra de Dios.
- ¿Cuál es la disposición adecuada para el servicio con tus dones?
“No para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios” (Ef. 6:6). 2) ¿Cuál debe ser la actitud de nuestro corazón al servirle al Señor? “Me deleito en hacer Tu voluntad, Dios mío; Tu ley está dentro de mi corazón” (Sal. 40:8). Nuestra actitud debiera ser como cuando el Señor reafirma Su pacto con Abraham en Génesis 17:1 (NTV): “Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: «Yo soy El-Shaddai, “Dios Todopoderoso”. Sírveme con fidelidad y lleva una vida intachable”. Dos cosas importantes de señalar: “Sírveme con fidelidad y lleva una vida intachable”. NO SE TRATA DE EXITO MINISTERIAL, SINO DE SERVICIO FIEL.