El regalo de la vulnerabilidad en la iglesia local 

Usando la Escritura como base, se aprecia que la vulnerabilidad puede fortalecer y enriquecer nuestras iglesias.
Foto: Envato Elements

En un mundo que a menudo valora la fortaleza y la perfección, la iglesia local nos ofrece un regalo único: la oportunidad de abrazar nuestra vulnerabilidad como una herramienta poderosa para el crecimiento espiritual y la conexión genuina con los demás. En el corazón de la fe cristiana yace la invitación a la autenticidad y a la transparencia en nuestras relaciones. A través del lente de la Escritura, exploraremos cómo la vulnerabilidad puede fortalecer y enriquecer nuestras comunidades de fe.

  1. La fuerza en la debilidad 

La vulnerabilidad se presenta como un acto de valentía, no de debilidad. Es el reconocimiento sincero de nuestras limitaciones, luchas y necesidades. El apóstol Pablo nos anima en 2 Corintios 12:9-10: “‘Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad’. Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí”. El apóstol nos comparte cómo la gracia de Dios se manifiesta en nuestras debilidades, fortaleciéndonos en nuestra dependencia de Él. Por tanto, la vulnerabilidad es un acto de confianza, tanto en Dios como en aquellos que nos rodean. Al permitirnos ser vistos tal como somos, con todas nuestras imperfecciones, pecados y luchas, damos testimonio de la obra redentora de Cristo en nuestras vidas.

2. La autenticidad en la iglesia local   

Efesios 4:15-16 nos exhorta a crecer en amor y verdad, formando un cuerpo unido en Cristo: “Más bien, al hablar la verdad en amor, creceremos en todos los aspectos en Aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo, estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen, conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor”. Aquí vemos que la autenticidad y la transparencia son fundamentales para el crecimiento y la unidad en la comunidad de creyentes.

Efesios 4:15-16 nos exhorta a crecer en amor y verdad, formando un cuerpo unido en Cristo. / Foto: Unsplash

3. Practicando la vulnerabilidad en la iglesia local 

1 Pedro 5:5-7 nos llama a revestirnos de humildad y a confiar nuestras preocupaciones a Dios. En lugar de ocultar nuestras luchas detrás de máscaras de perfección, somos llamados a compartir nuestras cargas unos con otros (Ga 6:2), encontrando consuelo y fortaleza en la comunidad de creyentes. La práctica de la vulnerabilidad también nos lleva a amarnos unos a otros con sinceridad y a ser diligentes en nuestro cuidado mutuo (Ro 12:10-13). Cuando nos abrimos unos a otros, creamos un espacio donde el amor de Cristo puede fluir libremente, sanando heridas y restaurando corazones quebrantados.

4. El consuelo en compartir nuestras cargas 

Gálatas 6:2 nos llama a llevar las cargas de los demás: “Lleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo”. Al compartir nuestras cargas y luchas con nuestras hermanas en Cristo, encontramos consuelo y apoyo mutuo en tiempos de dificultad. Y esto también se refiere a que cuando estamos en pecado no es una situación privada, sino que es una carga en la que, como miembros de nuestra iglesia local, debemos intervenir para ayudar a la hermana a salir del pecado.

En lugar de ocultar nuestras luchas detrás de máscaras de perfección, somos llamados a compartir nuestras cargas unos con otros, encontrando consuelo y fortaleza en la comunidad de creyentes. / Foto: Envato Elements

5. La sanidad a través del amor 

Romanos 12:10-13 nos exhorta a amarnos unos a otros con amor fraternal, compartiendo nuestras bendiciones y nuestras luchas: “Sean afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, dándose preferencia unos a otros.No sean perezosos en lo que requiere diligencia. Sean fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, gozándose en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración, contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad”. Aquí vemos que el amor auténtico y la hospitalidad son fundamentales para la sanidad y el crecimiento en la comunidad de fe. Una de las maneras en que personalmente tengo esos tiempos con mis hermanas de la iglesia local, es cocinando, haciéndolas partes de esa preparación de alimentos y tener charlas edificantes para sanar mutuamente.

6. Crecimiento a través de la conexión

La comunidad cristiana, como cuerpo de Cristo, está diseñada para funcionar en unidad. Efesios 4:15-16 nos recuerda que cada miembro contribuye con su singularidad para edificar y fortalecer al conjunto. La vulnerabilidad nos permite ser honestos sobre nuestras experiencias, creando un ambiente de apoyo mutuo donde cada individuo es valorado y amado por quien es. De allí la importancia de la iglesia local donde podemos vernos cara a cara y realmente ver verdaderamente quienes somos y donde podemos crecer juntas.

La vulnerabilidad no solo es un regalo para la iglesia local, sino también una poderosa herramienta para la manifestación del amor, testimonio y evangelización en el mundo. Al abrazar nuestra vulnerabilidad, construimos puentes de conexión genuina y crecimiento espiritual que transforman nuestras vidas, hogares y comunidades. Que nos animemos mutuamente a ser auténticas y transparentes en nuestra fe, encontrando belleza y fortaleza en la fragilidad compartida. Que podamos vivir el llamado que nos hace como mujeres Tito 2 y nos demos en nuestra iglesia local sin importar cualquier experiencia negativa que hayamos tenido, que podamos ser obedientes a lo que El Señor nos llama como sus hijas: a ser parte de la iglesia de Cristo donde te encuentres.  

Al abrazar nuestra vulnerabilidad, construimos puentes de conexión genuina y crecimiento espiritual que transforman nuestras vidas, hogares y comunidades. / Foto: Unsplash

Oremos por más plantaciones de iglesias donde, como mujeres, podamos vivir en vulnerabilidad unas con otras y ser pastoreadas por hombres que el Señor ha llamado a dirigir Su iglesia, y donde se capaciten mujeres a estudiar las Escrituras para no ser solo oidoras, sino hacedoras de la Palabra como dice Santiago 1:22-23 y también, a ser  mujeres según Tito 2, que puedan modelar, abrir sus casas en hospitalidad y brindarles su amor a través del dolor en oración y consejos sin murmuración, como nos lo manda la Escritura en Gálatas 5:14-15: “‘amarás a tu prójimo como a ti mismo’. Pero si ustedes se muerden y se devoran unos a otros, tengan cuidado, no sea que se consuman unos a otros”.

Liliana Llambes

Liliana Llambés es colombiana y sirve como misionera de IMB en Panamá. Su pasión es proclamar el mensaje de salvación y hacer discípulos con el fundamento bíblico de la Palabra de Dios. Es la autora de «7 disciplinas espirituales para la mujer» y conferencista internacional. Tiene una Maestría en Estudios Teológicos del Southern Baptist Theological Seminary, y está cursando una Maestría en Divinidades con énfasis en Consejería Bíblica. Está casada con el pastor y misionero Carlos Llambés, con quien tiene 4 hijos y 9 nietos. Puedes encontrarla en Facebook, Twitter e Instagram. @lilyllambes

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