¿Tener citas nos prepara para el matrimonio o para el divorcio?

Las tendencias comunes en las citas de hoy en día están más orientadas a prepararte para el divorcio que para disfrutar y perseverar en el matrimonio.
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Las tendencias comunes en las citas de hoy en día están más orientadas a prepararte para el divorcio que para disfrutar y perseverar en el matrimonio. El tener citas es una búsqueda intencional de matrimonio, no la preparación casual para el mismo. Desafortunadamente, a muchos de nosotros nos están diciendo que debemos tener citas a temprana edad y con frecuencia si queremos estar listos para el matrimonio. Por ejemplo, un popular libro de citas cristianas dice: «Las citas son un tiempo de incubación para descubrir el sexo opuesto, los sentimientos sexuales propios, los límites morales, la necesidad de habilidades para relacionarse y el gusto por las personas». Superficialmente suena práctico y razonable. Hasta que piensas colocarte a ti mismo (o a tu hija) en la «incubadora» de otra persona durante unos meses o años, mientras él o ella prueba sus «sentimientos sexuales» y «límites morales». Ponemos en riesgo demasiado de nosotros al tener citas en donde damos nuestros corazones al experimento romántico de alguien. La verdad es que hemos dado a las citas demasiado crédito y demasiado poder en nuestra búsqueda de matrimonio. Y debido a que malinterpretamos y usamos mal las citas, terminamos haciendo más y mayores errores en nuestra búsqueda del amor.

¿Esperar para tener citas?

Espera para tener citas hasta que puedas casarte. Ese es mi consejo para los no casados, reflexionando sobre mi experiencia personal (y los fracasos) en las citas y en los años de acompañar a otros en sus enamoramientos (y a menudo duros desenamoramientos). En resumen, si estamos teniendo citas con el fin de casarnos, tenemos que estar listos para casarnos antes de empezar a tener citas. Definitivamente no espero que todos estén de acuerdo conmigo. La sabiduría divina es una corriente ancha y la Palabra de Dios a menudo nos permite aplicar su corazón y sabiduría de formas muy diferentes, incluso en las citas. Sin embargo, he identificado un argumento en contra de mi consejo que me desconcierta. Este puede presentarse de muchas maneras, pero generalmente es algo así: Las citas son una preparación indispensable para el matrimonio. ¿De qué otra manera los hombres y mujeres jóvenes aprenderán a amar a su futuro esposo o futura esposa sin citas? Digo que me desconcierta, a pesar de que seguramente pude haber predicado esa frase cuando era un adolescente a cualquiera que me hubiera escuchado. Me creí el mensaje en la escuela secundaria: Si las citas son una educación crítica en las relaciones y el romance, y queremos casarnos, entonces debemos tener citas a temprana edad y frecuentemente. Así que, pagué la matrícula, me registré para las clases, compré los libros de texto, salté de relación en relación y nunca miré hacia atrás, hasta que quise que me devolvieran mi dinero. Mi problema era que trataba sutilmente cada nueva relación, cada matrimonio potencial, como un mini-matrimonio.

Ratas de laboratorio enamoradas

Una cita no es un matrimonio de secundaria. Los hombres o mujeres con los que salimos no son una serie de experimentos de laboratorio que nos preparan para ser un mejor esposo o esposa. Las relaciones son relaciones reales y la gente es (muy probablemente) el futuro marido o esposa de otra persona. Las citas no son un pacto matrimonial, pero es mucho lo que está en juego, tanto espiritual como emocionalmente. Si somos honestos, admitiremos que las libertades que muchos de nosotros tomamos al tener citas probablemente dañarán nuestro futuro matrimonio (y el futuro matrimonio del otro) más que prepararnos para el mismo. Cultivamos los «mini-matrimonios» que socavan sutilmente cualquier matrimonio real que Dios pueda eventualmente darnos. Una vez más, las citas son principalmente la búsqueda, no la preparación; tenerlas de la forma correcta no es principalmente sobre el cómo, sino sobre quién. Al igual que otras experiencias en la vida, las citas nos prepararán y harán madurar de una manera u otra, pero no salimos con el fin de estar listos para otra persona. Dios nos prepara para el matrimonio de mil maneras que no están cargadas con los riesgos, los obstáculos y las dificultades de las citas. Por ejemplo, sería mucho mejor para nosotros que en lugar de experimentar con el romance y la intimidad pasáramos tiempo con los matrimonios que respetamos y admiramos. En lugar de «estudiar» para el matrimonio al darnos a otros solteros enfermos de amor, nos dedicamos a observar a los esposos y esposas reales, fieles y felices. En lugar de estar en el sótano o ver más películas de romance, podríamos encontrar maneras creativas para ayudar a las familias de las cuales queremos aprender. No estoy diciendo que no debas tener citas, la gran mayoría de nosotros deberá tenerlas para casarse, al menos en el Occidente. Pues es simplemente cómo la mayoría de gente encuentra un cónyuge en la actualidad. No estoy convencido de que las citas necesariamente nos preparan —corazón, hábitos y carácter— para el matrimonio; no estoy desalentándote de tenerlas, sino animándote a tenerlas con claridad y propósito, y no como un experimento. Mi consejo no es necesariamente que te cases con la primera persona con la que salgas, sino que tengas citas de una manera que sirva a la persona con la que algún día te cases.

Cómo nos preparan las citas

Si las citas nos preparan para el matrimonio, ¿en qué forma específica nos preparan?

  • ¿Nos preparan para relacionarnos románticamente con alguien del sexo opuesto?
  • ¿Para planificar mejores reuniones (la comida, lugares, actividades)?
  • ¿Para expresar afecto de manera efectiva?
  • ¿Para comprar el tipo correcto de flores, dulces o joyas?
  • ¿Para llevar a cabo conversaciones significativas?

Tener citas de hecho puede prepararnos para hacer cada una de estas cosas incrementalmente mejor que si nunca las tuviéramos, pues la experiencia casi siempre nos enseña algo. El problema es que al final de cada relación, hemos aprendido a cómo amar a alguien, pero ese alguien no era nuestro cónyuge; nos preparamos para casarnos con nuestro ex novia o novio, y entonces nunca nos casamos; cultivábamos amor emocional y exclusivo, aprendemos a amarnos unos a otros de manera práctica y luego nos alejamos. Y posteriormente comienza todo el proceso con otra persona. Así que, en lugar de prepararnos para el matrimonio, en realidad nos preparamos, prácticamente hablando, para alejarnos del matrimonio. Las citas realmente nos preparan para el divorcio.

Algo que nunca escucharás

¿Aún no me crees? ¿Alguna vez has oído a un marido abiertamente celebrar las relaciones en el pasado de su esposa? ¿Alguna vez has oído una esposa quejarse porque su marido no salió con más gente? ¿Cómo nos comunicaríamos si no hubieras pasado todas esas horas en el teléfono con Raquel? Estoy tan agradecido de que aprendieras a besar tan bien con Joel. ¿Dónde estaría nuestro matrimonio si no hubieras comprado todas esas flores para Susana? Los esposos y esposas no hablan de esta manera. Si un esposo o esposa celebra las relaciones pasadas de su cónyuge, es casi siempre por lo que no hicieron, no porque esa otra relación fuera una «valiosa experiencia de aprendizaje» en el camino hacia el matrimonio. Piénsalo. Podemos hablar libremente acerca de cuánto las citas nos preparan para el matrimonio antes de casarnos, y luego casi nunca hablamos de nuestras citas después de casarnos. ¿Por qué? Porque las citas no nos preparan para el matrimonio, especialmente si lo tratamos como una prueba o un examen para conducir.

Cómo Dios nos prepara

¿Qué dice Dios acerca de lo que es estar preparado para el matrimonio y cómo esas cosas se correlacionan con lo que vemos y experimentamos en las citas actualmente? El cuadro más claro que tenemos en la Biblia viene en Efesios 5:22-33. Si deseas prepararte para tu futuro esposo o esposa, necesitas aprender el cómo practicar estas cinco gracias en el matrimonio:

  • Ser total y ferozmente exclusivo (Ef. 5:31).
  • Ser uno espiritual, emocional y físicamente (Ef. 5:31).
  • Entregar nuestros deseos y preferencias totalmente a otra persona (Ef. 5:21-24).
  • Trabajar duro para la pureza de otra persona (Ef. 5: 26-27).
  • Morir a nosotros mismos por otro, aunque nos cueste todo (Ef. 5:25).

¿Luce esto como lo que vemos hoy en las citas? ¿Suena eso como tus citas? No suena, parece o huele como la mayor parte de mi experiencia de citas, eso es principalmente porque Efesios 5:22-33 fue escrito acerca del matrimonio, no sobre las citas. No se supone que experimentemos esos cinco puntos con varios hombres o mujeres y luego también con nuestro cónyuge. Dios quería que lo experimentáramos con una sola persona, dentro de la seguridad e intimidad de una promesa, dentro de un matrimonio.

Prepárate a ti mismo

Claro está, si queremos casarnos debemos prepararnos para casarnos. Pero no nos preparamos para un romance verdadero y duradero experimentando un romance inferior y de corto plazo. Nos preparamos para un romance más profundo, largo y duradero, haciéndonos más parecidos a Cristo. Si queremos ser tan felices como humanamente sea posible en el matrimonio, practiquemos amar a otros como Él nos ama. Y las formas en que nos preparamos para amar como Él se verán muy diferentes de cualquier otra tendencia en las citas.

  1. Prepárate para amar exclusivamente.

Cuando decimos «exclusivo» hoy en día, normalmente nos referimos a una persona a la vez. Pensamos inmediatamente en nuestros mini-matrimonios. Por ejemplo, alguien se pudo haber estado divorciado cinco veces y aún estar «exclusivamente» saliendo solo con una persona hoy. Creo que todos estamos de acuerdo en que es una forma superficial y ligera de pensar sobre la exclusividad. Tener citas de forma exclusiva, con muchacho tras muchacho, o chica tras chica, se ve cada vez menos exclusivo con el paso del tiempo y nos roba parte de la exclusividad que podríamos darle a un cónyuge un día. En lugar de tratar cada nueva relación como un mini-matrimonio, es mejor cultivar un amor feroz y verdaderamente exclusivo para tu futuro esposo o esposa, a pesar de que todavía no sabes quién es él o ella. A medida que te relacionas con tu novio o novia, siempre asume que no es tu futuro esposo o esposa hasta que él o ella realmente se convierta en tu esposo o esposa.

  1. Prepárate para servir a los demás desinteresadamente y no para satisfacerte a ti mismo.

Prepárate para servir y no para ser servido (Mr. 10:45). El matrimonio requiere que muramos todos los días a nosotros mismos por el bien de otro, mientras que las citas con mucha frecuencia parecen satisfacernos a nosotros mismos hasta la muerte a expensas de otra persona. Nos devoramos el buffet de todo lo que puedas comer, pero olvidamos que alguien más siempre está pagando. Si queremos algún día amar correctamente a nuestro futuro cónyuge, debemos aprender a vivir ahora para alguien que no seamos nosotros mismos. Todos nacemos sabiendo cuidar de nosotros mismos (Ef. 5:29), todos necesitamos aprender cómo hacernos a un lado por el bien de los demás, posponer nuestra propia satisfacción para proteger y servir a nuestro actual novio o novia (así como a nuestro futuro esposo o esposa).

  1. Prepárate para esperar pacientemente.

«Ahora» podría ser la palabra que define las citas modernas. El amor ahora, los títulos ahora, tocar ahora, sexo ahora, matrimonio ahora. Cada momento de deseo insatisfecho presiona nuestros cuerpos. Sí, «el que halla esposa halla algo bueno y alcanza el favor del Señor» (Prov. 18:22), pero sólo cuando es hallada en el tiempo y en el camino de Dios. La impaciencia es la causa de muchos de nuestros errores en las citas, como en cualquier otra cosa. El romance, el matrimonio y el sexo son realmente buenos regalos de Dios, y como cualquier otro regalo bueno y perfecto que recibimos, tenemos que someterlos al tiempo y a los términos de Dios para disfrutarlos verdaderamente. Si alientas tus antojos para la satisfacción instantánea en las citas, te perderás constantemente en la búsqueda del matrimonio para toda la vida.

  1. Prepárate para perseguir la purezaintensamente.

La búsqueda de la pureza no termina cuando te casas, no es una silla de montar caballos que las personas solteras se ven obligadas a usar. Es una carga que hombres y mujeres comprados por sangre aman llevar (1 Co. 6:18-20). A los solteros se les insta una y otra vez con «sermoneadas» sobre la ley bíblica y tácticas amenazantes (como la vergüenza, el embarazo y las enfermedades de transmisión sexual) a proteger su pureza. Y la Biblia nos advierte, en términos inequívocos, acerca de la inmoralidad sexual y la impureza (Ef. 5:3, 5). Pero la mayor y más efectiva motivación para tu pureza personal, ya seas soltero o casado, joven o viejo, nuevo creyente o veterano, no son consecuencias potenciales, sino gozo potencial. Prepara tu corazón para atesorar a Jesús más que el amor, el sexo y el matrimonio, y tendrás citas, te casarás y harás el amor de otra manera. Y las diferencias harán toda la diferencia para tu felicidad y para tu futuro esposo o esposa. Artículo original de Desiring God | Traducido por Rudy Ordoñez Canelas

Marshall Segal

Marshall Segal

Marshall Segal es un escritor y editor para desiringGod.org. Es graduado del Bethlehem College & Seminary. Él y su esposa tiene un hijo y viven en Minneapolis.

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