Con mi caminar cristiano, cada día es más evidente que la verdadera batalla por la santificación se libra en nuestros corazones (Rom. 12:2). Es nuestro interior (mente, emociones e intenciones) el que debe ser tratado por la Palabra, para poder lograr verdaderos cambios; y en el caso de la modestia cristiana, esta no es la excepción. Desde hace unos años mi interés por conocer más sobre este tema ha ido en crecimiento. La biblia demanda claramente que sea una mujer modesta (1 Tim. 2:9), pero ¿de qué se trata ser una mujer modesta? ¿Debería cambiar mi vestuario? ¿Qué ropa entonces, debo usar? Lamentablemente muchas de las respuestas que encontraba a estas preguntas hacían mucho más confuso todo. Algunas posiciones eran simplemente un neofariseismo y otras definitivamente no trataban con el corazón del problema. Pero la Biblia siempre tendrá las respuestas que el alma humana necesita. Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios (1 Cor. 10:31). Es aquí donde empieza a tener sentido el tema de la modestia. Realmente la modestia no se trata principalmente de mi apariencia externa. Antes que eso se trata de un corazón regenerado que busca glorificar a Dios en todo y en este caso particular, que busca desplegar esa pasión por Él al tener un atuendo que sea de su agrado. Aunque podamos dudarlo, ciertamente a Dios le importa cómo nos vestimos. Y esto no es algo nuevo, desde el jardín del Edén después de la caída, Dios mostró su interés en cubrir el cuerpo humano de la manera adecuada. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales. Y el Señor Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió (Gén. 3:7;21). La palabra original en hebreo para delantales significa “cintos” o “cinturones” y aunque no podemos ser dogmáticas en determinar qué clase de vestidos se hicieron los primeros humanos, lo que sí podemos asegurar es que Dios vio que su vestimenta no era la adecuada y el “Señor Dios les hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió” (Gén 3:21). Las prendas dadas por Dios eran como unas túnicas que cubrían de manera adecuada la desnudez de ambos. No solo su vergüenza fue cubierta, pero también Jehová dio esta vestimenta como una restricción para el pecado. ¡A Dios le interesa como nos vestimos hermanas!
¿Y en la práctica qué puedo hacer?
Examina tus motivos
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras (Jer. 17:9-10). Pide al Señor que revele tu corazón, conscientemente pide que te ayude a ver tus motivos en la manera que vistes, pregúntate ¿a quién quiero impresionar? ¿Quieres impresionar alguien del mundo? ¿Te estás vistiendo de forma que dejas al descubierto partes sabes que deberías cubrir?, o por el contrario ¿buscas impresionar a un chico de tu iglesia y vistes de tal forma que pareces “piadosa”, pero en tu corazón no hay piedad sino más bien un corazón manipulador?
Busca el consejo de mujeres maduras y piadosas en tu iglesia
No nos gusta exponernos, no nos gusta preguntar, porque no queremos escuchar la verdad. Pero si tu deseo es glorificar a Dios, busca a mujeres que sean ejemplo de piedad en tu iglesia, acércate con confianza y sé enseñable para recibir su consejo en cuanto a cómo debes vestirte adecuadamente. Seguramente ellas podrán ayudarte a ver cosas que tu no percibes con facilidad.
Antes de salir de casa mírate en el espejo
Parece una recomendación obvia, pero cuántas veces parece que mujeres cristianas salen de su casa sin verse en un espejo. Revisa si tu ropa es demasiado pegada, si el escote está muy bajo. ¿Qué pasa si se cae algo al piso en medio del servicio? ¿Puedes recogerlo sin que se vea ninguna parte de tu cuerpo que debería estar cubierta? ¿Qué pasa si levantas los brazos para tomar algo que esta elevado? Seguramente crees que estoy exagerando, pero cuando se trata de glorificar a Dios con la manera en que me visto, ningún esfuerzo es una exageración.
Busca vestirte como una mujer
No es agradable para Dios el hecho que una mujer se vista como un hombre (Dt. 22:5). Esto puede ser algo subjetivo, y no hay leyes rígidas en este sentido, pero ciertamente Dios ha creado a la mujer con gracia, delicadeza y belleza particular y el ser una mujer modesta no tiene nada que ver con tener una actitud descuidada de tu presentación personal.
Pregunta a personas cercanas
Si estás casada pregunta a tu esposo qué piensa él de la ropa que compraste, mejor aún, ve con él y cómprala si es posible. Si no estás casada ten en cuenta la opinión de tus padres que puede ser de gran ayuda para ti (Col. 3:20).
Descansa en la bondad de Jesús
Como creyente, descansa en la gracia de nuestro Señor. Que todo lo que hagas sea para la gloria de Él y nada más que para Él. Hermana, persigue la modestia y arrepiéntete de la inmodestia. Persigue la modestia creciendo en tu relación con el Señor, persigue la modestia quitando las influencias de este mundo, persigue la modestia teniendo relaciones piadosas, persigue la modestia deleitándote en Él. Tenemos esperanza, si hemos pecado en esta área de nuestras vidas o en otra, recordemos que el evangelio está a disposición. Jesucristo vivió, murió y resucitó también por el pecado de la falta de modestia. Arrepiéntete y corre al Señor.