“Que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos…” (Tit. 2:4) Quienes somos madres, sentimos que el amor hacia nuestros hijos viene de manera natural; sin embargo, el apóstol Pablo dice que debemos aprender a amar a nuestros hijos. Esta instrucción nos demuestra que hay un “amor” que va más allá del instintivo y que hay un amor que es acorde a la instrucción divina; en otras palabras, el verdadero amor. Cuando nos enfrentamos a la clase de amor que demanda la Biblia podemos identificar que somos incapaces y que necesitamos de la gracia y la instrucción del Señor. Con respecto a la instrucción de Tito 2:4 el Pastor John MacArthur dice: “Como es el caso con el amar a sus esposos, el amor de las madres por sus hijos no es una opción. No se basa en la hermosura física de los hijos ni en sus personalidades o inteligencia, sino en su necesidad de ser amados. La responsabilidad más importante de amor que tienen los padres creyentes consiste en guiar a sus hijos a un conocimiento de Jesucristo para salvación. La admonición de Pablo abarca todos los aspectos. Las madres jóvenes deben amar a sus hijos en todo sentido: práctico, físico, social, moral y espiritual; con un amor que no tiene condiciones ni límites. Este amor, al ser expresado en plenitud, demanda bastante de la madre a medida que ella procura cumplir su obligación de criar hijos piadosos” 1 Como madres, entonces debemos ser intencionales y esforzarnos por amar a nuestros hijos bíblicamente, corrigiendo la falsa enseñanza de amor que vemos en nuestra cultura actual, así que quiero compartir tres maneras prácticas para amar adecuadamente a nuestros hijos:
Criarlos en la disciplina e instrucción del Señor
“… Sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor” (Ef. 6;4b). Cuando Pablo dice que debemos criarlos en la disciplina e instrucción del Señor está hablando de corregirlos cuando caminen en contra del Señor. Somos una herramienta usada por Dios para mostrarles el camino de salvación; aunque tenemos claro que la salvación solo viene del Señor, debemos hacer todo en cuanto podamos para que ellos conozcan al Salvador, así que esta instrucción significa ensenarles sobre lo que está bien o está mal delante de Dios, dicho de otra manera, corregir su pecado. La principal tarea de una madre es establecer en la vida del niño una cosmovisión donde Dios y su Palabra sea la suprema autoridad. “Incluye la idea de corrección por las faltas cometidas, como puede verse en el conocido proverbio: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” (Pr. 13:24) … La disciplina tiene que ver con la instrucción general de los hijos que también incluye el castigo cuando sea necesario… Nouthesia (amonestación) tiene el significado literal de “colocar en la mente” y también incluye la connotación de corrección. Se refiere al tipo de instrucción que se encuentra en el libro de Proverbios, donde el enfoque primordial está en la instrucción y la enseñanza de los hijos. No tiene tanto que ver con información sobre hechos concretos como con la inculcación de actitudes y principios de conducta correctos...”2
Orar por y con ellos
La oración es la muestra de nuestra dependencia absoluta del Señor, nosotros no podemos criar a nuestros hijos sin la ayuda sobrenatural de Él, Solo el Señor da la sabiduría, paciencia, la constancia, el amor, el dominio propio para que podamos hacer esta esa tarea con excelencia. Debemos orar constantemente por su salvación, su carácter y porque ellos glorifiquen al Señor. Todo esto es algo sobrenatural y solo puede venir de parte de Dios, así que, si queremos lo mejor para nuestros hijos y si los amamos, la mejor manera de amarlos, es orando por ellos. También debemos orar con ellos, el ejemplo es una gran ayuda para la crianza, es importante que ellos puedan ser testigos de nuestra dependencia del Señor, esto será un gran impacto cuando entiendan que al primero que recurres cuando pasa algo es a Jesucristo en oración, nuestros hijos van a recordar estos momentos, tú eres y serás el creyente más cercano que ellos conocerán, así que es de gran responsabilidad ser un ejemplo para ellos en todo y específicamente en oración.
Mostrarles el carácter de Cristo en nuestra vida
Como expliqué en el punto anterior, el ejemplo es de gran importancia e impacto en nuestros hijos, quisiera hacerte una pregunta: ¿Es tu carácter piadoso de tal manera que puedes decirles a tus hijos imítenme a mí como yo soy imitadora de Cristo? Pablo les dice esto a los Corintios: “Sed imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo” (1 Cor. 11:1). Realmente este es un desafío, nuestro campo misionero se encuentra en casa, con cada uno de nuestros hijos, ellos son testigos de cada una de nuestras reacciones en cualquier momento, y tal vez son ellos después del Señor y nuestro esposo quienes más nos conocen, y, por tanto, a quienes no podemos engañar con apariencias. Es un gran reto, pero es algo en lo que tenemos que trabajar. Poder decirles a nuestros hijos con tranquilidad que nos imiten porque nosotros reflejamos el carácter de Cristo, como en todo nuestro andar cristiano, esto solo puede ser posible dependiendo de la gracia de nuestro Señor. La única forma de poder vivir una vida de testimonio para nuestros hijos será siendo llenas del Espíritu Santo reflejando su fruto. Gal 5:22–24 dice: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Como hijas de Dios debemos abundar en cada uno de estos frutos, y que estos se noten claramente en nuestra vida diaria mientras cocinamos, hablamos, enseñamos, disciplinamos, animamos a nuestros hijos. Tú eres el referente principal de un cristiano para tus hijos. Una pregunta que podemos hacernos y nos ayudará es: ¿Quisiera que mis hijos llevaran el mismo tipo de cristianismo que llevo yo? Finalmente quisiera recordar las palabras de Susana Wesley quien nos muestra la gran responsabilidad que tenemos como madres: “El padre (La madre) que se esfuerza en someter la voluntad egoísta de su hijo labora al lado de Dios en la renovación y salvación de un alma. El padre (La madre) que le trata con indulgencia hace el trabajo del diablo, convierte la religión en algo impracticable y la salvación en algo inalcanzable, haciendo todo lo que puede hacer para condenar a su hijo en alma y cuerpo para siempre”3 Quiero animarlas para que juntas podamos amar de mejor manera a nuestros hijos y que busquemos la ayuda de otras mujeres ancianas de nuestra Iglesia que nos instruyan como nos dice Tito 2, vamos a ellas, preguntemos, y agradezcamos al Señor porque en la Iglesia podemos tener ejemplos de mujeres piadosas que llevan más tiempo casadas y con hijos, mujeres que tienen más experiencia y que seguramente van a estar dispuestas para ayudarnos. Toma la iniciativa busca a una mujer con más experiencia en tu iglesia y pídele consejo.
- John MacArthur, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, vol. 5, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento (Grand Rapids, MI: Portavoz, 2012), 103.
- ohn MacArthur, Gálatas, Efesios, trans. John Alfredo Bernal López, vol. 2, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento (Grand Rapids, MI: Portavoz, 2010), 385–386.
- El diario de Juan Wesley [Chicago: Moody, s.f.], p. 106