En ella confía el corazón de su marido,
Y no carecerá de ganancias (Pro 31:11).
Una de las características de la mujer virtuosa es la administración del hogar, lo cual incluye una buena mayordomía de los recursos a su disposición.
Hace unos años, cuando llegué a Estados Unidos, me sorprendí al conocer que algunas universidades cristianas —como The Master’s University— tuvieron en algún momento un programa académico para que las mujeres aprendieran cómo ser mejores administradoras de su hogar. Este programa se titulaba “Economía del Hogar” y se enfocaba en enseñar la perspectiva bíblica acerca del diseño de Dios para la mujer. Incluía clases que iban desde cómo ejecutar tareas prácticas del hogar hasta la nutrición, el diseño de interiores y algunos principios de educación para niños.
Este era un programa desafiante y contracultural, que animaba a las mujeres a seguir el modelo del diseño que el Señor les había dado y hacerlo de manera excelente. ¡Cuán necesario es que iniciativas similares a nivel de iglesia se incrementen para ayudar a una nueva generación de mujeres cristianas a ejecutar bien su papel de administradoras del hogar! Veamos brevemente lo que la Escritura dice sobre la administración y cómo podemos dar unos primeros pasos prácticos.
El llamado escritural a la administración
La Escritura hace evidente que la buena administración es un rasgo de una mujer sabia y madura. En Proverbios 31 se nos dice que el corazón del marido de la mujer virtuosa está confiado en su esposa; él se siente tranquilo de delegarle importantes tareas en su hogar porque sabe que estarán en manos piadosas que aman al Señor y que realizarán cada tarea con excelencia y sabiduría. En Tito 2, Pablo exhorta a Tito para que las ancianas enseñen a las jóvenes a ser “hacendosas en el hogar”, en decir, a que administren bien los recursos que poseen sus familias. ¡Mujer, estás llamada a ser una buena administradora!
Ser administradoras del hogar no es una tarea fácil, así que se requiere preparación y esfuerzo. El pastor John MacArthur dice al respecto:
Menospreciar la función de una ama de casa es bastante necio. El espectro de la función del ama de casa es sorprendente. Puede ser una economista, una administradora de fondos y recursos, analizar todos los productos disponibles, ser lo suficientemente fuerte y planear con suficiente anticipación y aptitud como para tomar las mejores decisiones en el momento correcto para adquirir las cosas correctas.
Hoy quiero animarte a que, dependiendo de la gracia del Señor, comiences un camino de orden en tu vida y te esfuerces para administrar de manera adecuada las tareas que tienes a tu cargo. Meditemos en dos áreas neurálgicas: la administración del tiempo y de las finanzas.
Una mujer sabia administra su tiempo con excelencia
Cada vez que leo Proverbios 31, no dejo de pensar: “¿Cómo es que esta mujer hacía tantas cosas?”. Y no solo cumplía con sus tareas a medias, sino que las hacía de manera excelente. Muchas veces me abrumo al considerar que yo no hago ni la mitad de las cosas que la mujer virtuosa hace, y esto me lleva a orar al Señor para que me dé la gracia de seguir mejorando y buscar intencionalmente ser como aquella mujer.
La buena administradora del tiempo invierte cada minuto de manera adecuada para lograr todas las tareas y glorificar al Señor con sus días. El Salmo 90:12 dice: “Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Charles Spurgeon dijo sobre el tiempo:
Una vida debería ser empleada con sabiduría. No tenemos bastante tiempo a nuestra disposición para justificar el que malgastemos un solo cuarto de hora, ni estamos seguros de tener bastante vida para justificar el dejar nada para más adelante.
A causa de las redes sociales y los innumerables medios de comunicación, es difícil administrar bien el tiempo en nuestra época. Después del COVID-19, todas hemos tenido que cambiar nuestras rutinas, algunas de maneras más abruptas que otras. Sin embargo, hoy el Señor nos dice que debemos redimir de manera adecuada nuestro tiempo: “Por tanto, tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Ef 5:15-16).
Ahora, ¿cómo nos aseguramos de usar bien el tiempo? A través de la planeación. Como amas de casa, cometemos el error de creer que las obligaciones del hogar se irán llevando a cabo de manera natural, y esto no hace otra cosa que desmejorar nuestra eficiencia. Podemos tomar más tiempo del necesario para hacer una tarea, y esto se debe a la falta de orden. Cuando descuidamos las prioridades, comenzamos a “apagar incendios” en vez de seguir un plan.
Entonces, necesitamos orar, alinear nuestras prioridades con las del Señor y, posteriormente, planear cada una de las tareas: comida, aseo, diseño, discipulado, tiempo con nuestros hijos, tiempo con nuestros esposos, tiempo para familia y amigas, entre otras áreas, según cada caso particular. Debemos trabajar en un plan semanal, mensual e incluso semestral, organizando las tareas que debes cumplir según tus prioridades y tus metas.
Aunque sé que para cada una esto se verá de manera diferente, aquí hay algunos ejemplos de los elementos que podrían estar en nuestra planeación:
- Plan diario: Tiempo individual con el Señor, desayuno familiar, aseo personal, organización de las habitaciones, limpieza general del hogar, preparación de la comida y las meriendas, devocional en familia, etc.
- Plan semanal: Definir días específicos en los cuales lavar el baño, lavar la ropa, limpiar en profundidad ciertas áreas de la casa, trapear o barrer, entre otras.
- Plan mensual: En mi caso, he tratado de organizar un área de mi casa de manera particular cada mes; es decir, en enero voy a limpiar profundamente la cocina, en febrero los armarios, en marzo los juguetes de mi hijo, etc. Esto puede ser diferente según tu caso, pero es necesario que pongas objetivos mensuales.
Siempre debes recordar que, aunque planeemos, la palabra final la tiene el Señor (Pro 16:1). También puedes hacer un menú semanal y así el tiempo que inviertes en el mercado será menor, pues tendrás una lista de todas las cosas que necesitas comprar y no estarás pensando cada día qué vas a preparar. El tiempo invertido en la planeación puede ser largo, pero al final te darás cuenta de que tendrás más tiempo que antes.
Una mujer sabia administra las finanzas con excelencia
Aunque nuestro esposo es la cabeza del hogar y quien debe tomar la última decisión, hay familias que han decidido que la mujer sea quien maneje las finanzas (o parte de ellas) por sus capacidades o tiempo. En mi caso, es mi esposo el que está encargado de las finanzas, pero soy yo quien hace las compras del supermercado, ropa para nuestro hijo u otros gastos específicos.
El dinero que tenemos en nuestro hogar no es ni de mi esposo ni mío; el Señor es el dueño absoluto. Así que, en cada compra que hagamos, estamos llamadas a ser buenas mayordomas de lo que Dios nos ha dado. Además de agradar a Dios con la administración del dinero, quiero ser hallada como una buena ayuda idónea para mi marido en esta área. El esposo de la mujer sabia está tranquilo porque sabe que ella no está gastando de manera despilfarrada ningún recurso, ya sea dinero, comida e incluso el tiempo, como lo vimos anteriormente.
Aquí hay algunos principios que podemos recordar para mejorar en esta área:
- Todos nuestros recursos pertenecen al Señor (Sal 24:1). Si todo lo que tenemos es del Señor, y Él en Su misericordia y gracia nos ha permitido ser administradoras de ello, entonces debemos hacerlo con temor y excelencia, recordando que es ante Él que daremos cuentas. ¿Cuál crees que será tu evaluación delante de Dios acerca de cómo has manejado el dinero?
- Debemos estar contentas con todo lo que tenemos (1Ti 6:8). Uno de los pecados más frecuentes en la mala administración de los recursos es no estar contentas con lo que Dios nos da, lo que nos lleva a gastar dinero en algo que no necesitamos, sacrificando lo que realmente es importante.
- Debemos ser generosas (Pro 31:20). Tenemos que estar dispuestas a dar de lo que el Señor nos ha dado y usar los recursos que tenemos para bendecir a otros. Esto es parte de lo que significa amar a nuestro prójimo. También puedes ser un instrumento de Dios para ayudar a tu marido a ver oportunidades para ser más generosos como familia.
Sabias y creativas
En resumen, debemos ser sabias y creativas, pidiendo al Señor gracia para usar los recursos de la mejor forma. Por ello es una gran bendición tener a nuestro lado una mujer que lleve más tiempo en la fe, a la cual podamos preguntar cómo administra y cuida su casa. Te animo a que busques en tu iglesia una hermana piadosa de la cual puedas aprender, y así mismo tú uses tu tiempo en entrenar a la siguiente generación.
¡Que el Señor nos ayude a glorificarle en todas estas áreas de la vida como buenas administradoras! Como dice el pastor John MacArthur, que seamos una “mujer sabia”:
Una administradora sabia, una administradora cuidadosa de dinero, una buena analista, esta es una mujer excepcional. Ella hace inversiones sabias para ayudar a su marido. Ella trabaja en el hogar para ayudar; toma el dinero que ha ganado al hacer esas cosas e invierte eso en una inversión a largo plazo, para el beneficio de su familia, sus hijos y sus nietos. Ella compra tierra y planta viña; esta es una mujer sabia.