En Efesios 4, el apóstol Pablo está principalmente preocupado por la unidad en el cuerpo de Cristo: la manera en que la iglesia funciona como una unidad para la misión y propósito a la que ha sido llamada. Pablo identifica este “cuerpo” (Ef 4:4) como aquellos que:
- Andan “de una manera digna” de su llamamiento (Ef 4:1).
- Soportan “unos a otros en amor” (Ef 4:2).
- Preservan “la unidad del Espíritu” (Ef 4:3).
- Capacitan a otros “para la obra del ministerio” (Ef 4:12).
- Edifican al “cuerpo de Cristo” (Ef 4:12).
- Llegan “a la unidad de la fe” (Ef 4:13).
- Hablan “la verdad en amor” (Ef 4:15).
Estas características espléndidas identifican al cuerpo de Cristo y distinguen a todos los creyentes maduros. La madurez es esencial para lograr el propósito y el llamado de la iglesia. ¿Cómo producimos creyentes maduros?
Con la sana doctrina.
En una época en la que la doctrina es marginada y despreciada, Pablo nos recuerda que la doctrina bíblica y sana es la cadena de oro conectada a todas las características mencionadas anteriormente. Sin sana doctrina, la cadena se hace pedazos, liberando un torrente de falsa enseñanza y una avalancha de inmadurez. Podríamos decirlo con franqueza: la iglesia colapsa sin sana doctrina.

Niños y adultos espirituales
La sana doctrina es fundamental, pues “ya no seremos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error” (Ef 4:14). Pablo no se anda con rodeos aquí, sino que señala claramente que, sin sana doctrina, la iglesia es susceptible de ser arrastrada por ideologías culturales, falsas enseñanzas y metodologías engañosas.
Pablo emplea la analogía de niños (inmaduros) y adultos (maduros) para definir la vida cristiana. En 1 Corintios 13:11, escribe: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño”. Aquellos susceptibles de ser “sacudidos de aquí para allá” son niños, inmaduros en la fe que no han tenido una dieta constante de sana doctrina y, por lo tanto, han quedado estancados en su crecimiento espiritual.
Si hubiera sido por mí, habría comido barras de caramelo Snickers en cada comida cuando era niño. Los niños no tienen discernimiento y deben ser cuidadosamente enseñados, educados y formados. Los creyentes que han dejado de lado el banquete de la sana doctrina por la comida rápida de la gastronomía cultural son, usando el lenguaje de Pablo, arrastrados por el engaño astuto. Los creyentes que no están adecuadamente cimentados en la Palabra de Dios son fácilmente convencidos de cambiar posiciones doctrinales, subirse a la última moda ideológica, tragar cada nuevo libro llamativo y sucumbir a cualquier vendedor de aceite de serpiente que pueda convencerlos de prácticamente cualquier cosa.

El camino hacia la madurez
¿Cómo maduramos de esta facilidad de ser engañados? ¿Cómo llegan los creyentes a un punto donde puedan discernir eficazmente entre la verdad de Dios y la falsa doctrina? Así como una dieta saludable es esencial para nutrir y hacer crecer el cuerpo físico, los creyentes deben alimentarse con las palabras de la doctrina bíblica sana para madurar en la fe. A menudo deseamos soluciones rápidas y metodologías ingeniosas para alcanzar la madurez. Pablo es radical al afirmar que el camino hacia la madurez cristiana es a través de la enseñanza correcta; digerir, creer y obedecer la Palabra de Dios.
Los creyentes de todos los niveles de madurez deben permanecer constantes en la lectura y el estudio de la Palabra de Dios, sometiéndose a la predicación y enseñanza doctrinal sana dentro de la iglesia local. No hay atajos. No hay sustitutos. No hay comida rápida que logre el nivel de madurez requerido para el tipo de ministerio de unidad que Pablo ordena dentro del cuerpo de Cristo, el cual trastorna al mundo.

Las siguientes son algunas maneras prácticas de asegurarse de que estás persiguiendo la sana doctrina:
- Sumérgete consistentemente en la Escritura.
- Lee un excelente libro de teología sistemática.
- Toma buenas notas y haz preguntas sobre lo que estás leyendo.
- Sométete una predicación y una enseñanza bíblica sanas.
- Nunca evites las cosas más profundas de la Escritura.
- Organiza un pequeño grupo de amigos para discutir Escritura y teología.
- Ora para que Dios mantenga tu mente y corazón cimentados en la sana doctrina.
Estos, y muchos otros, son pasos para asegurarnos de que estamos alimentándonos regularmente con sana doctrina y madurando en la fe.
Las aguas profundas del engaño
Cuando era adolescente, durante unas vacaciones con mi familia en nuestra playa favorita, descubrí un banco de arena justo frente a la orilla. El agua entre la playa y el banco de arena era visiblemente más profunda. Pensé que podría usar mi fuerza para nadar hasta el banco de arena, descansar una vez que llegara y luego regresar a la orilla. Partí con total confianza de que no habría problemas. Me agoté nadando hasta el banco de arena, solo para descubrir al llegar que el agua era mucho más profunda de lo que parecía y no podía tocar el fondo del mar. Con mis fuerzas agotadas, luché por mantenerme a flote. Mientras luchaba por regresar a la orilla, mi papá vio mi situación, tomó rápidamente un dispositivo de flotación y se dirigió hacia mí. Cuando llegó, mi cabeza apenas estaba por encima del agua.
Mi confianza inicial era como la de muchos creyentes que no están capacitados ni suficientemente entrenados para resistir las profundas aguas de la astucia y el engaño del mundo, y por lo tanto, comienzan inmediatamente a hundirse hasta el fondo. Dios ha provisto la seguridad de la sana doctrina para rescatarnos de la ruina y destrucción absolutas. Aférrate, saborea y deléitate en la sana doctrina de la verdad de Dios para que te madure a la semejanza de Cristo.