La caída de Satanás y sus ángeles está cubierta detrás de un velo y envuelta en misterio. A lo largo de la historia de la Iglesia, los cristianos ortodoxos han considerado al diablo y a sus secuaces como ángeles que fueron creados por Dios pero cayeron en el pecado y la miseria. William Gouge (1575-1653) escribió, “los demonios por creación eran buenos ángeles, tan poderosos, sabios, rápidos, invisibles, e inmortales como cualquier otro”. Los puritanos creían que los demonios compartían la misma naturaleza que los ángeles, pero a través de la rebelión contra Dios se sometieron al juicio divino. Cuando estos ángeles cayeron, dijo Gouge, “perdieron no su sustancia natural, y sus propiedades esenciales del mismo, no más que lo que el hombre perdió cuando cayó… solo la calidad de su naturaleza y sus propiedades fueron alteradas de buenas a malas”. En consecuencia, el Catecismo Mayor de Westminster afirma acertadamente, “Dios y su providencia permitió que algunos de los ángeles, voluntaria e irrecuperablemente, caer en el pecado y la condenación, limitando y ordenando eso, y todos sus pecados, para su propia gloria” (Q.19). Lucifer: el querubín ungido Escribiendo de manera extensa acerca de los ángeles caídos, Jonathan Edwards (1703-1558) creía que Lucifer fue creado para ser inmensamente superior a todos los demás ángeles y mantener un tipo de liderazgo, dominio, y fuerza sobre otros ángeles. Edwards escribió que Lucifer, antes de su caída, “era el jefe de todos los ángeles, el más grande en la capacidad natural, fuerza y sabiduría, y el más grande en honor y dignidad, la estrella más brillante de todas”. Edwards apunta a Isaías 14:12, “¡Cómo has caído del cielo, oh lucero de la mañana, hijo de la aurora!” como indicación que Lucifer brillaba más que todas las estrellas-ángeles que fueron creados. El nombre otorgado a esta brillante y excelente criatura en la creación fue: Lucifer. Edwards creía, que el título de “querubín ungido” (Ezequiel 28:14), apunta al hecho de que él fue creado como el mayor de todos los ángeles. Lucifer era también conocido en Ezequiel 28:14 como residiendo “en el santo monte de Dios”, quien reside “en medio de las piedras de fuego”. En Ezequiel 28:16 se ve como una referencia al “querubín protector” quien reside dentro del Lugar Santísimo del templo y usa sus alas sobre el trono de Dios. En este contexto, Edwards creía que, este querubín para ser el ser que fue más cercano al trono de Dios. Edwards comenta que este fue un gran honor y causó que él fuera exaltado por encima de todos los demás ángeles. Todavía, Edwards rápidamente apunta a una segunda persona en la deidad, Cristo es exaltado supremamente más que Lucifer. En otras palabras, mientras Lucifer estaba cerca del trono, Cristo, siendo supremamente más exaltado y más excelente en sí mismo, le fue permitido sentarse para siempre con Dios en su trono. Esta conclusión resulta en el argumento extraordinario de Edwards: Lucifer, teniendo la excelencia de todas estas cosas gloriosas que eran acerca de él, resumido en él, él era un tipo de Cristo, en el cual toda la gloria y la excelencia de todas las criaturas elegidas se resume más apropiadamente como la cabeza y la fuente de todo, como el brillo de todo lo que refleja la luz del sol se resume en el sol. Este arcángel fue asignado de “cubrir” o “proteger” “la tan amada raza, los hombres elegidos, que era la joya de Dios, su tesoro, sus primeros frutos, su cosa preciosa depositada en el arca o el cofre de Dios o el gabinete escondido en el secreto de la presencia de Dios”, en otras palabras, Lucifer, de acuerdo con Edwards, fue empleado de la creación del hombre para ser el protector de la humanidad redimida, pero “cayó de su inocencia y dignidad, y Jesús en su lugar se convierte en el querubín que cubre, el mayor protector”. La caída de Lucifer y los ángeles Fue la mera excelencia y grandeza de Lucifer, de acuerdo con Edwards, que se convirtieron en la ocasión para su caída del cielo. Edwards creía que la tentación de los ángeles que causó su caída fue que cuando Dios estaba creando al hombre, o ya lo había creado, Dios declaró a los ángeles que uno de la misma naturaleza humana debería ser su hijo, “su hijo amado”. Así que Cristo asume ese rol como “la cabeza y rey”, y siendo la cabeza y rey, la humanidad redimida será “dada a él y deberán adorarlo y ser sus sirvientes, ayudantes y ministros”. Dios, quien declaró antes de la fundación del mundo su gran amor para la raza humana a través de Cristo, Edwards dice, “Dio a los ángeles la carga de ser espíritus ministrantes para los hombres”. En esencia, este evento causo la caída del querubín ungido, Lucifer, un gran número de otros ángeles santos. Edwards explica que Lucifer no podría soportar el pensamiento de que él fuera empleado para servir y proteger a aquellos que fueran jerárquicamente debajo de él dentro de la creación. Lucifer, siendo el arcángel, uno de los ángeles más altos, no podría soportarlo, pensó que estaba debajo de él y fue una gran degradación de él; así que concibió la rebelión contra el Todopoderoso y se llevó consigo una vasta compañía de las huestes celestiales. Porque Jesucristo fue creado a semejanza de los hombres en su encarnación, Lucifer y una vasta hueste de los otros ángeles no pudieron soportar que tal ser en forma humana, a quien consideraban debajo de ellos mismos, debería gobernar sobre ellos en gloria. El relato de la rebelión de Lucifer y su objeción angélica en servir a un Cristo encarnado no es exclusivamente de Jonathan Edwards. De hecho, el italiano reformador Girolamo Zanchi (1516-1590), un profesor del antiguo testamento y teología en Strasbourg y Heildelberg, incluyó varias reflexiones acerca de esto en sus propios escritos. Thomás Goodwin (1600-1680), quien sirvió como miembro de la asamblea Westminster, también explora la misma idea. El gran diseño de Dios Jonathan Edwards, pinta una imagen dramática del conflicto cataclísmico en el cielo en el momento en que Lucifer se volvió en contra de Dios y llamó al resto de los ángeles a unirse a él en su rebelión: “Cuando Lucifer se rebeló y se incorporó como una cabeza en oposición a Dios. . . Cristo, el Hijo de Dios, se manifestó a sí mismo como una cabeza opuesta, y pareció gentilmente disuadir y volver a entrenar por su gracia a los ángeles elegidos para que no escucharan la tentación de Lucifer”. Para que alguien considere el plan frustrado de Dios por la caída de Lucifer, Edwards reporta: Dios en su providencia se complació en mostrar el vacío y la vanidad de la criatura al sufrir la insuficiencia de la más alta y gloriosa de todas las criaturas, la cabeza y la corona de toda la creación, para aparecer por su repentina caída desde su gloriosa altura hasta la más profunda profundidad de odio, deformidad y miseria. El gran diseño de Dios fue para demostrar el “vacío en sí mismo de las criaturas”, y luego “llenarlo consigo mismo en una plenitud y gloria eterna e inalterable”. Podemos descansar asegurados que en el castigo final de los malos es certera. Dios derramará toda su ira justa sobre ellos por su orgullosa rebelión en las cortes del cielo. De acuerdo con Edwards, Dios condena a la multitud demoniaca “con la misma disposición con la cual el ejerció cuando ellos cayeron, y eso significa que los hace para siempre procurar su propia miseria; y esta es una miseria en la que se hunden como castigo de su primera rebelión «. Edwards creyó que el fin de Satanás contra la gloria de Dios finalmente contribuirá más grandemente a la gloria de Dios y será la «ocasión de abundancia de Dios”. Miseria al diablo, se venga a sí mismo: ocasionará que se consuma su castigo en el día del juicio; él hace derribar sobre su propia cabeza». Todos los cristianos de todas las edades pueden regocijarse en esta gloriosa verdad: Este día del derrocamiento de Dios del reino visible de Satanás también se conoce como el gran día de Dios todopoderoso. «Se dice que es un gran día, un momento maravilloso y, sin duda, un momento que requiere una gran preparación. Serán felices aquellos que se encontrarán preparados para ese gran día del derrocamiento del Anticristo y otros enemigos de Cristo y para establecer el reino de Cristo en todo el mundo”.