Crecí en una familia cristiana, y como tal siempre orábamos antes de comer, a la hora de dormir y cuando queríamos algo. La oración era una costumbre o un medio para obtener lo que deseaba. Mi comprensión de orar a Dios se limitaba a eso, a pedir y Él me dará, por supuesto, si me he portado bien, sino Dios no me lo daría. Ya sea que te sientas identificado con la forma como fui enseñado acerca de la oracion o no, estarás de acuerdo conmigo, en que quizás todos aprendimos que oramos cuando necesitamos algo, al menos mayormente. Con el tiempo, también escuché de otro tipo de enseñanzas sobre la oración: decirle a Dios que hacer u orar para tener experiencias. Precisamente por estas enseñanzas y enmarcar la oración en una de ellas, es que podemos frustrarnos en cuánto a llevar una vida disciplinada de oración. Así que a manera de enseñanza, comprendamos porque es tan difícil orar.
¿Qué dice la Palabra sobre la oración?
Mateo 6:6 dice: “Peros tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.”. La oración personal es esto: un tiempo privado con Dios, es comunión entre nuestro Padre y nosotros. Es un tiempo y una acción íntima con la atención únicamente en el Padre. Jesús, en Mateo 6:9 nos da el ejemplo de cómo debemos orar, allí nos enseña el Padre Nuestro, el que inicia con: “Padre Nuestro que estás en los cielos”. Hay una reverencia al acercarse con la verdad de donde está Dios y donde estamos nosotros. Esto ya nos coloca en una posición de necesidad y de adoración. Por tanto, la oración es una disciplina espiritual que Cristo nos enseña para que podamos recurrir al Padre en todo momento, a toda hora, en cualquier situación, a partir de reconocer quien es Él y alabarle por ello (Lc 18:1). Como cristianos, orar es un privilegio, porque oramos a Dios y porque Él escucha. Oramos porque Cristo nos acercó a Él (Heb 4:16). Respondemos al sacrificio del Señor Jesucristo, nos humillamos y lo buscamos en todo momento porque reconocemos nuestra necesidad de Él. Oramos porque dependemos de Él para vivir, crecer y cambiar, todo esto a través del obrar del Espíritu Santo, no de nuestros esfuerzos o acciones. Orar nos hace semejantes a Cristo. Entonces es bastante claro que el Señor espera que estemos en constante oración porque somos débiles; la carne y el pecado están en constante ataque queriendo alejarnos de la comunión con Dios (Col 4:2; 1 Tes 5:17). Como sus hijos podemos acercarnos en total libertad porque es Él quien nos ha libertado para hacerlo.
¿Por qué es tan difícil orar?
Ahora la pregunta es ¿por qué es tan difícil orar? ¿Por qué no oramos? Algunas veces porque no sabemos cómo hacerlo. Si hemos salido de enseñanzas erróneas sobre Dios, Su obrar y nuestra responsabilidad delante de Él, quizás orar sea algo confuso para nosotros. Sin embargo, no podemos estancarnos en esa excusa, tenemos la Biblia a nuestra disposición y Su Espíritu que nos enseña. Podrías decir que no te has acostumbrado a orar porque no tienes tiempo, entonces te diría: ¡acostúmbrate y haz el tiempo! Pero la verdad es que no oramos debido a nuestro pecado, este que nos engaña para vivir nuestra vida conforme a nuestras ideas y pensamientos; creyendo que podemos solos y no necesitamos de Dios. Dejándonos llevar debido a que nos está yendo bien, o porque ya nos dimos por vencidos. No oramos porque el pecado nos aleja de hacerlo. Si has sido enseñado, como yo, que la oración solo es para pedir, y no has recibido respuesta, te amargas, porque estas orando para ti, y no para Dios. Él ya conoce nuestras necesidades, lo que más desea es que hablemos con Él, le exclamemos que Él es todo lo que nuestra alma necesita. Su lenguaje es la Palabra cuando no sabemos como orar. Su lenguaje son nuestras palabras honestas. Su lenguaje es nuestra exclamación de necesidad para que Él las supla. Ya que nos han enseñado a orar sólo cuando necesitamos algo, o al pasar por un problema o una situación difícil, no corremos a Él para que nos llene de Él mismo en todo momento.
¿Cómo puedo orar constantemente?
Yo mismo he sido confrontado por mi falta de oración. Solo les puedo aconsejar primero que, reconozcamos nuestra impotencia y debilidad como seres humanos que somos, esto nos deja desarmados de nuestra vana manera de vivir y agradecer que somos dichosos de tener esa libertad de acercarnos a Él en total confianza, en gratitud por lo que Él ya hizo, está haciendo y hará en nuestras vidas. No esperes que suceda algo terrible para despertarte a orar, no esperes sentir algo o simplemente no sentir nada. Si Dios dice que oremos a Él, nosotros tenemos que obedecer. Lo segundo es entender que debemos ser intencionales para orar. Al ver nuestra vida, nuestros frutos dirán cuánto estamos dependiendo de nosotros o de Dios. La oración, dijimos, es parte de nuestras disciplinas espirituales, si lo priorizamos, Su Espíritu nos ayuda a orar (Ro 8:26) y a verdaderamente disciplinarnos para la piedad. Aparta un tiempo para hacerlo, o hazlo con alguien más que te lo recuerde. No siempre tiene que ser en el mismo horario, no esperes no tener distracciones, tendrás batalla, pero persevera y pide a Dios que te ayude para esto. Si eres casado, cuando te dispongas orar, avisa a tu familia para que no te interrumpan, será también una buena forma de modelarles esta disiciplina. Lo tercero es leer Su palabra para conocerle, para crecer mediante el evangelio de Cristo. Poco a poco esta será una disciplina que no podrás dejar de hacer, porque la misma Palabra producirá en ti deseo de más (1 Pe 2:2). Seremos transformados para llevar una vida de obediencia a Dios. En la lucha contra el pecado, la oración es una gran herramienta que nuestro Dios nos ha dado. Cuarto, ora de manera que afecte tus relaciones. Ora por otros y sus necesidades. Muchos decimos “estoy orando hermano” o “voy a orar”, si dices que orarás, hazlo. Cuando oramos por alguien, no oremos por la situación o el problema, oremos por el corazón de quien ésta en la dificultad, y por lo que esa circunstancia está obrando en el interior de la persona, de esta manera nos unimos al proceso de santificación del Señor en su vida. La oracion afecta tus relaciones porque si tu dependencia está en Él, se reflejará en paz, sabiduría, arrepentimiento y humildad en el trato con los demás. La constante oración te equipará para sostenerte del Señor en las adversidades, pues sin duda, estas ocurrirán. Claro está, no es la oración la que te ayuda en sí, sino a Quien le estás orando, Dios te ayuda porque te escucha (Sal 17:6; 4:3). ¿Anhelamos ser como Cristo? Entonces seamos imitadores de Él, tengamos una vida de oración disciplinada, buscando a Dios por Quien es Él, sabiendo que lo que queremos o necesitamos ya nos fue dado en la persona de Cristo mediante Su obra en la Cruz y Su resurrección.