Este es el segundo blog en una serie de 3 partes sobre el tema de la perseverancia, escrito por Andy Mathieson, plantador de iglesias 20schemes en Lochee, Dundee. Lea la parte 1 aquí. Entonces, ¿cómo avanzamos? ¿Qué tenemos que hacer para asegurarnos de que estamos progresando en nuestra Carrera? La respuesta está allí en Hebreos 12:1 «despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve». La clave para continuar progresando hacia adelante es la eliminación de todo lo que nos hace tropezar, nos enreda y se interpone en el camino. Esta orden no viene de la nada. Como dije antes, este es el objetivo de todo el libro de Hebreos. Corre, lucha, mantente alerta, sé fortalecido, no te desvíes, no descuides nada, no pierdas el tiempo en tonterías, no des por sentado tu seguridad eterna. Hace unos meses comencé el proceso de perder peso, y una de las cosas que he hecho para lograrlo es ir a correr. Es un hecho muy curioso que: entre más adelgazo más fácil es correr. En los Juegos Olímpicos puedes apostar a que ninguno de los corredores será grueso; esta es parte de la razón por la que corren tan bien.
Corre, lucha, mantente alerta
Como el pecado de los cristianos nos hace espiritualmente pesados, debemos estar en guardia contra eso, identificarlo rápidamente y rápidamente arrepentirnos de él. El pecado nos pesa, nos ata y nos impide correr. Nos hace quedar atrapados en el flujo del mundo y retroceder alejándonos de Jesús. Pero no son solo los pecados obvios como perder el control por el alcohol o drogarse de lo que tenemos que cuidarnos. Muchas de las cosas que se interponen en nuestro camino que nos frenan y nos hacen tropezar no son pecaminosas en sí mismas. Muy a menudo son cosas buenas, incluso regalos de Dios que las convertimos en un problema. Puede ser comida y bebida; nuestros amigos; podemos hacer que nuestros hijos sean lo más importante del mundo; relaciones con el sexo opuesto. Cada vez que tomamos algo bueno y lo ponemos por encima de Dios, hacemos un ídolo que luego nos pesa, nos frena y nos impide correr. Otro hombre inteligente que ya murió dijo esto: «El corazón del hombre es una fábrica perpetua de ídolos». Hacemos ídolos de forma natural, porque nos resulta fácil poner las cosas por encima de Jesús. Entonces, si desechamos el pecado, debemos ser sabios y cuidadosos en nuestra carrera. No podemos simplemente acercarnos a las cosas preguntando: “¿Es esto pecaminoso o no?” En lugar de eso, tenemos que hacer una pregunta más importante: “¿Es esto provechoso? ¿Me hará correr mejor? ¿Soy lo suficientemente maduro y sabio como para no hacer de este regalo un ídolo?” Hay una razón por la que Mez establece las reglas cada semana de iniciación, comenzando con una petición para que los solteros mantengan sus manos y otras partes para sí mismos. Aquí hay un escenario para ti. Voy a meterme con los muchachos, pero también se aplica a las damas. Eres un nuevo cristiano y un nuevo interno de 20schemes. Todos ustedes están entusiasmados con Jesús y emocionados por el futuro; luego boom, ella entra y es un bombón. Incluso mejor que eso, ella sabe que existes; de hecho, su compañera le dijo a tu compañero que no cree que seas un completo idiota. ¡Éxito! Lo mejor de todo, ella ama a Jesús y ella va a la iglesia, lo que significa que no es pecaminoso que pretendas a esta chica. Los días felices llegaron para quedarse. Dos puntos aquí, muchachos: hay un largo camino entre “no creo que seas un total idiota” y una ceremonia de boda. Trabaja duro para disimular tu estupidez durante este período. Una vez que te casas, no hay nada que puedas hacer para disimularlo; ella está trabajando para descubrirlo. Más importante aún, antes de tomar la decisión, haz la pregunta correcta. Haz la verdadera pregunta: no la pregunta “¿Es esto algo pecaminoso?” sino “¿es esto provechoso? ¿Esto me ayudará a correr mejor la carrera? ¿Esto me hará mejor para correr tras Jesús?” John Piper dice esto: «La carrera de la vida cristiana no se corre bien preguntando: ¿qué tiene de malo esto o eso?», sino al preguntar, «¿está en el camino de una mayor fe y un mayor amor, y una mayor pureza y un mayor coraje, y una mayor humildad, y una mayor paciencia, y un mayor autocontrol?». No es solo preguntar: ¿es pecado? Sino: ¿Me ayuda a correr? Si la respuesta a esa pregunta es “no, no me ayuda a correr, es una distracción, lleva a mis ojos y a mi corazón lejos de Jesús”, entonces déjalo a un lado, quítalo, no lo dejes entrar en el camino. Cabeza en alto, mirada adelante y a correr la carrera.
No te rindas
Así que no dejen que nada se interponga en el camino, y el punto final de esta primera sección, no se den por vencidos. «Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante». Corre la carrera con resistencia. Esa palabra, resistencia, es absolutamente esencial para la carrera. Porque solo aquellos que resisten hasta el final y terminan la carrera recibirán el premio. La resistencia o la perseverancia es la verdadera prueba de autenticidad en la vida cristiana. Voy a repetir la cita de Edwards con la que comencé: «La perseverancia es una consecuencia necesaria de la salvación». Recuerda lo que esto significa: cuando alguien es verdaderamente salvo, cuando alguien realmente se convierte en cristiano, continuará a lo largo de toda su vida amando a Jesús y obedeciendo Su Palabra. Dije antes que el libro de Hebreos está lleno de advertencias para perseverar porque el autor de esta carta quiere desesperadamente que veamos el peligro de alejarnos de Jesús y darle la espalda. Quiere que comprendamos que tenemos que correr, y no solo comenzar a correr, sino a seguir corriendo hasta el final. Ahora, sé que no es fácil correr la carrera cristiana; de hecho, a veces va a apestar. Vivir la vida como gente herida en un mundo caído y roto puede ser brutal y doloroso. A veces se requiere de todo lo que tenemos para poner un pie delante del otro y seguir adelante. Dios no espera que corras como Usain Bolt. Me encantan estas palabras de Charles Spurgeon: «Por la perseverancia, el caracol llegó al arca». Pulgada por pulgada se arrastró hacia adelante, y nosotros también debemos hacerlo. Artículo publicado por 20Schemes | Traducido con permiso por María Andreina