¿De verdad requiere Dios que sea hospitalaria?

Continuando con nuestra serie sobre cómo ser una edificadora del hogar…  Alguna vez te has preguntado ¿mo puedo amar más a otros? Una respuesta sencilla es: ¡Siendo hospitalaria!, la palabra hospitalidad viene de la palabra griega philoxenia y esta a su vez se divide en dos partes la primera Philos que se refiriere a amar y la segunda Xenos que “literalmente significa extranjero, extraño o incluso enemigo. En su sentido derivado, sin embargo, el término viene para denotar tanto al huésped como al anfitrión por igual”1 , este sentido semántico nos permite comprender que la hospitalidad va más allá de simplemente recibir visitas en nuestra casa; incluye un sentido de amar al visitante de una manera que se sienta como en casa.  Comúnmente limitamos la hospitalidad a recibir alguien en nuestra casa para pasar la noche, sin embargo es más que eso. Ser una mujer hospitalaria se refiere a estar siempre disponibles para servir a otros. Esto puede manifestarse en ofrecer alimentos, estar disponible para una conversación con una visita o cualquier otra expresión de amor que podamos brindar a algún visitante en nuestro hogar.  Ser hospitalario es un llamado para todo creyente, sin embargo no cabe duda de que el Señor ha llamado a las mujeres a cuidar de esta área en sus hogares de una manera especial. Es el hogar donde esta virtud se puede desarrollar de manera más efectiva por lo tanto tienen sentido concluir que una edificadora del hogar debe ser una mujer hospitalaria. Nuestro hogar debe ser un refugio para nuestra familia y también para otros que visitan  Una de las excusas mas comunes que tenemos para no desarrollar esta virtud, es el tamaño de nuestra casa, o la falta de dinero para poder ofrecer comodidad a nuestros huéspedes. Sin embargo, cuando meditamos acerca de lugares donde hemos sentido un don de hospitalidad hacia nosotros, podemos recordar que lo más importante ha sido sentirnos acogidas y amadas.  

El tamaño y el lujo de una casa no son lo que define el nivel de hospitalidad de un hogar,  el amor y la cordialidad sí lo es.

Antes de iniciar, me gustaría aclarar que existe una restricción bíblica sobre la hospitalidad y es que debemos tener cuidado de no abrir nuestras puertas a falsos maestros (2 Jn. 10 :11), además es una prioridad que protejamos a nuestra familia, así que seguramente por sentido común habrá personas que no es sabio recibir en nuestro hogar. Sin embargo, en nuestro corazón siempre debe existir una actitud de disposición para hospedar a otros. 

A continuación explicaré cuatro razones por las cuales toda mujer cristiana debería crecer en su virtud de hospitalidad. 

Es un mandato de Dios 

No es una opción, en 1 Pe. 4:9, dice que debemos ser hospitalarias y hacerlo sin murmuración. El versículo da por hecho que debemos ser hospitalarias y nos da instrucciones en cuanto a hacerlo sin murmuración. Cuando abres tu hogar para otros tendrás la oportunidad de conocer sus fortalezas, pero también sus debilidades. Allí tenemos dos opciones: Ser animados y querer imitar sus fortalezas, o por el contrario hacer hincapié en sus debilidades y murmurar de nuestros invitados, finalmente desgradando a Dios.   Recordemos que si buscamos ser obedientes al Señor entonces seremos hospitalarias. La Palabra de Dios no nos da la oportunidad de escoger si lo hacemos o no, es un deber como mujeres que amamos al Señor. En Heb. 13:2 también se nos recuerda este asunto tan importante, y también vemos en 1 Tim. 3 que la hospitalidad es uno de los requisitos para los ancianos, así que si eres esposa de un pastor o líder cristiano, aun con más vehemencia estás llamada a ser esa ayuda idónea para que tu esposo cumpla este requisito. 

Te permite evangelizar al incrédulo y animar o exhortar a tu hermano 

Cuando recibimos en casa a no creyentes, ellos deben ver en nuestra familia algo diferente de lo que ven en sus círculos normales. Nosotros somos luz en medio de la oscuridad (Mt. 5:14-16), y por tanto es de esperarse que encuentren en nuestra casa un ambiente de gracia, de amabilidad y en donde los roles de hombre y mujer sigan el patrón bíblico.  Ellos serán testigos de la manera en la que tú sirves y esto será un rompe hielo para empezar con la evangelización. Cuando tienes a un no creyente en tu casa, estará más dispuesto a escuchar tu mensaje. Al final, la salvación es una obra soberana de Dios, pero hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para presentar de la mejor manera el evangelio.   Nuestra casa debe ser para el servicio del Señor, vemos el ejemplo de Pedro en casa de Cornelio (Hch. 10:24), Cornelio invitó a sus amigos y familia para ser evangelizados por Pedro. Cornelio fue hospitalario y aprovechó ese momento para que sus invitados obtuvieran la salvación.   Si, por el contrario, a quien tú hospedas es un creyente, entonces será un tiempo de comunión y alabanza por lo que el Señor está haciendo en la vida de cada uno. Pueden disfrutar de ver al Señor cómo trabaja en la vida de otros y testificar cómo lo hace en la tuya. La Biblia está hablando siempre de lo que debemos hacer los unos a los otros, (1 Tes. 5:11, 1 Jn. 4:7, Heb. 3:13) y la hospitalidad es una buena manera para poner en práctica esto.  

Porque es una muestra de amar a otros por encima de nosotros mismos 

Cuando recibimos a otras personas en nuestra casa, debemos hacer diferentes sacrificios y cambios; es posible que tu rutina establecida se torne diferente y estás siendo generosa con tu tiempo. Así que hospedar a otros en muchos sentidos es sacrificial. Salimos de nuestra zona de confort, y es un tiempo en donde mis necesidades y preferencias pasan a segundo plano, mostrando así nuestro amor hacia otros mas que a nosotros mismos. 

Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma” (Ef. 5:1-2). 

Una forma de ser imitadores de nuestro Señor es amar sacrificialmente, y la hospitalidad crea una oportunidad perfecta para amar de esta manera. Nuestro amor hacia otros se torna por un momento más importante que el amor a nosotros mismos, pues buscaremos suplir las necesidades de otros por encima de nuestras propias comodidades. 

Te permite instruir a tus hijo  

Cuando somos hospitalarias, tenemos la oportunidad de conocer las necesidades, luchas y también el testimonio de otros y esto es de gran enseñanza para nuestros hijos. Por un lado, pueden ver que no solo sus necesidades son importantes, sino que hay otros con los cuales podemos compartir lo que tenemos. También ellos pueden conocer testimonios de cómo el Señor ha sostenido, consolado y animado a otros en su peregrinaje cristiano.   Cuando nuestras casas se llenan de visitas podemos entender y aprender más de otros. Por ejemplo, hospedar misioneros y conocer todas las pruebas que están pasando y aun así mantienen el gozo, nos anima a nosotras, pero también nos dará la oportunidad de instruir a nuestros hijos en el camino de una fe verdadera.  

Finalmente, quisiera darte algunas ideas prácticas para crecer en un corazón hospitalario

  • Busca el mejor tiempo para tu esposo, en el cual puedan invitar a comer a alguien. 
  • Haz un calendario y en acuerdo con tu esposo piensa cuantas veces al mes podrías invitar a personas a tu casa. 
  • Haz la lista de personas que quisieras invitar. 
  • Ora por cada una de las personas para que ese tiempo en tu casa sea para la gloria del Dios. 
  • Según tu presupuesto y tu tiempo en acuerdo con tu esposo piensa que comida sería la mejor. 
  • Si es alguien que no conoces bien, puedes tener preparado algunos juegos “rompe hielo” para conocerse mejor. 
  • Piensa en un regalito que le puedes dar a tus invitados cuando salgan de tu casa (puede ser un chocolate, un versículo en un papel), algo sencillo pero memorable. 
  • Ten siempre tu casa lista para cualquier visita que podría llegar sin avisar. Es verdad que hay días que no podemos tener todo perfecto, pero procurar tener nuestra casa siempre lista es una muestra de querer ser hospitalarias. 
  • Pide al Señor que puedas mostrarle amor a tus huéspedes. 
  • Sé dadora y generosa, a veces podemos desprendernos de algunas cosas que pueden ser de ayuda o simplemente que le puede gustar a nuestra visita, estar dispuesta a regalar algunas cosas que tenemos en casa será de gran impacto para otros.

Puede leer el primer artículo de la serie: «Cómo ser una edificadora del hogar» | Mujer: ¿Estás edificando o derribando tu hogar?

Juliana de Armel

Juliana de Armel, es una hija de Dios salvada por gracia. Esposa de Santiago Armel quien es pastor de la Iglesia Bíblica Cristiana de Cali. También es madre de un hijo llamado Santiago. Junto a su familia vivió por varios años en Los Angeles, California, tiempo en el cual fueron entrenados en Grace Community Church para luego ser enviados como misioneros a plantar una iglesia en la ciudad de Cali, Colombia.

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