1. Lee Filipenses 4:7:

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.”

Oración:

 “Calma nuestros espíritus a una dependencia quieta y firme en Tu buena Providencia, de manera que no nos preocupemos por nuestra vida, ni estemos ansiosos por nada; sino que, en oración y súplica, con acciones de gracias, sean dadas a conocer nuestras peticiones delante de Dios.

 Ayúdanos a orar y a no desmayar; a darte gracias en todo, y a ofrecerte de continuo el sacrificio de acciones de gracias; a regocijarnos en la esperanza de gloria; a mantener nuestras almas con paciencia y a aprender a contentarnos en cualquier situación en la que nos encontremos”.

John Wesley

2.    Lee Josué 23:16:

“Cuando quebrantéis el pacto que el Señor vuestro Dios os ordenó, y vayáis y sirváis a otros dioses, y os inclinéis ante ellos, entonces la ira del Señor se encenderá contra vosotros, y pereceréis prontamente de sobre esta buena tierra que Él os ha dado.”

Oración:

“Tu misericordia me trajo a este mundo; tu misericordia escogió mi linaje, educación y habitación; me guardó durante miles de peligros; diseñó mi cuerpo y me proveyó de una mente; me dio profesores, libros y ayudas; sí, me dio un Redentor, una promesa de vida ¡y una palabra de salvación!

 Tu misericordia me dio todas las obras de tu Espíritu ¡las cuales han tocado y transformado mi pecaminoso corazón! Me ha salvado de todos los pensamientos de los cuales tengo que arrepentirme; me ha dado el perdón de mis múltiples pecados; todas las dulces meditaciones de tu amor y la experiencia de tu buen servicio.

 Tu misericordia me libera de toda la tentación y el pecado; de mis enemigos, muerte y peligro; todas las protecciones de los engaños del mundo y de todos sus problemas; de errores en contra de Tu sagrada verdad y de recaer; todas las veces que me has levantado de mis frecuentes caídas y me has dado el perdón de mis pecados diarios.

 Tu misericordia me otorga quietud a mi afligida conciencia; y la tranquilidad de mi vida, a pesar de mis pecados.

¡Oh Dios, Tu misericordia! Todas las formas en las que has tenido a bien usarme, a mí, un indigno como yo, para el bien de muchos, en cuerpo y alma: esas son las garantías de tu maravilloso amor.

 Entonces ¿temeré yo lo que venga de un Dios así? Si la misericordia ha llenado mi vida y me ha traído hasta aquí, tan cerca del final ¿no confiaré en ella después de tantas tribulaciones?

 Cristo compró el cielo para mí; me prometió el cielo si soy suyo; consentí que el cielo fuese mi porción y por Él pacté abandonar el mundo y ¡oh, que yo lo hubiera hecho con mayor plenitud! Porque ahora veo que jamás he tenido la más mínima razón para arrepentirme de mi pacto.

 Todo este tiempo Tu Espíritu de gracia y Tus providencias misericordiosas me han estado preparando para el Cielo ¿y ahora estaré indispuesto y temeroso de poseerlo?”.

Richard Baxter

3.    Lee 2 Reyes 19:19:

“Y ahora, oh Señor, Dios nuestro, líbranos, te ruego, de su mano para que todos los reinos de la tierra sepan que solo tú, oh Señor, eres Dios.”

Oración:

“Has prometido estar con nosotros en la tribulación. Señor, mi alma está angustiada, mi cuerpo es débil, mi esperanza está en Ti y mis enemigos son ágiles y poderosos; ahora, cumple Tu santa promesa.

 Ahora, oh Jesús santo, que Tu mano de gracia esté sobre mí; refrena mis enemigos espirituales y dame todas las asistencias espirituales. Señor, acuérdate de Tu siervo cuando ates Tus joyas. Líbrame de toda monotonía de espíritu, de toda impaciencia e inquietud; ayúdame a guardar mi alma en paciencia, y a rendir mi alma y mi cuerpo en Tus manos, que son las manos del fiel Creador y del bendito Redentor”.

Jeremy Taylor

4.    Lee Hechos 10:8:

“y después de explicarles todo, los envió a Jope.”

“Hay algunos de ustedes que están heridos, que están quebrantados de corazón y buscan paz—hombres y mujeres, como Cornelio, que desean escuchar las palabras que Dios manda.

 ¡Oh ven, Médico divino y sana cada hueso roto! Ven con el nardo sagrado que has compuesto con la sangre de Tu propio corazón y aplícalo en la conciencia herida, y permite que ella sienta su poder.

 ¡Oh, concede paz a aquellas conciencias que, como el mar inquieto, no pueden descansar”!

Charles Spurgeon 

 

Este artículo es parte de la serie Cuatro oraciones para elevar.

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