Hace algunos años asistí a una conferencia para dirigir una sesión de enseñanza, y quizás escribir un poco acerca de la misma. Allí se encontraban algunos expositores conocidos, entre ellos John Piper, que llevaban una carga mucho más pesada. Si no recuerdo mal, el primer día terminó con una sesión informal de preguntas y respuestas que tuvo lugar en el vestíbulo en vez de en el auditorio principal. Cientos de nosotros nos aglomeramos en este sitio para comer nuestro postre y escuchar respuestas a preguntas interesantes.
Mientras la noche se acercaba a su fin, alguien me tocó en el hombro y dijo: ¿Te gustaría comer guacamole con John Piper cuando terminemos aquí? Ahora bien, si hay una regla que rige este resurgimiento reformado, es que cuando John Piper te invita a comer guacamole, no puedes negarte. Por supuesto que unos minutos después, me encontraba en un Chilis con John Piper y un plato de guacamole.
Estaba contento de estar allí, por supuesto, pero naturalmente, me preguntaba por qué estaba en este lugar. La explicación no tardó en venir: Piper descubrió recientemente Twitter y lo veía prometedor. Él estaba convencido que podría llegar a ser un medio importante para hacer ministerio. Incluso, ya tenía una cuenta secreta y la estaba usando de forma anónima, para aprender cómo sacar provecho del límite de 140 palabras o caracteres. Así que tenía unas cuantas preguntas para mí, todas ellas relacionadas con las fortalezas y debilidades de ese medio social, que en ese momento era nuevo. No recuerdo todo lo que hablamos, pero si tengo presente regresar impresionado con su deseo de sopesar los riesgos frente a los beneficios; y de asegurarse que evitaría uno, mientras disfrutaría del otro. Su intención era hacer de Twitter una primera incursión en el mundo de las redes sociales con la esperanza de que se convirtiera en una importante extensión de su ministerio.
Por supuesto, luego él abrió una cuenta pública y realizó su primer tweet hace siete años. Hoy, cerca de 850,000 personas lo siguen. Piper, en gran parte comparte las Escrituras, a veces con una pequeña reflexión adjunta, pero también incluye algunas citas y enlaces a recursos útiles. Según mi opinión, el maneja muy bien Twitter, como una forma de hacer ministerio.
No había pensado sobre este incidente en muchos años, pero vino a mi mente el Domingo. Me encontraba en una iglesia cercana enseñando una clase dominical de adultos acerca de la vida en un mundo digital. Y, alguien me preguntó: “Tú nos has dicho que cualquier nueva tecnología conlleva tanto oportunidades como riesgos. ¿Cómo podemos asegurarnos de que estamos evaluando adecuadamente una nueva tecnología para poder evitar los riesgos?” Y fue en ese momento que pensé en Chili´s, guacamole y John Piper. Él comprendió que habría buenas maneras de utilizar esta nueva herramienta tecnológica, así como malas maneras. Su preocupación era utilizarla bien, sabiendo que, si la utilizaba mal, tendría un impacto perjudicial en su ministerio, y aún peor, en el evangelio. Así que, para usarla bien, él primero probó la herramienta de forma privada y luego consultó a otros acerca de ella (no fui el único con quien habló). Lo hizo de forma lenta y deliberada, y en ese sentido, sirve de buen modelo.
¿Quieres utilizar bien la nueva tecnología? Entonces muévete con la suficiente lentitud como para entenderlas primero, pruébalas a pequeña escala antes de comprometerte con ellas a lo grande y en público, y pide a los demás que te compartan sus experiencias. De este modo, te esfuerzas por comprender tanto los beneficios evidentes como los riesgos mucho más sutiles.
(Esa misma semana, un pequeño y divertido evento sucedió. Me encontraba solo en mi habitación, realizando los últimos toques a esa sesión de enseñanza. De repente la puerta se abrió de golpe y Alistair Begg irrumpió en ella. Me señaló y gritó: «¡No… tuitearé. Jamás!». Y entonces se retiró. No he hablado con él después o desde ese evento. Pero pueden seguirlo en @AlistairBegg).