¿Puedes perdonar a tu padre?

Si tienes relaciones tensas o rotas con tus padres (aún si han fallecido), ¿cómo puedes perdonarlos por sus pecados y defectos? ¿Cómo puedes aprender a verlos con gracia?  No soy un consejero certificado, pero tuve una relación tensa con mi padre (quien murió en 1984), y en los últimos años he avanzado lentamente adquiriendo comprensión, misericordia y perdón. Así que permíteme tratar de responder estas dos preguntas compartiendo algunas partes de mi historia. Mi historia es única, como la de todos. Pero, tal vez, al considerar el camino por el que Dios me ha conducido, puedas vislumbrar tus próximos pasos.  ¿Cómo puedo perdonar?  Comencemos con la cuestión del perdón. Es más fácil perdonar cuando podemos ver algunos de los beneficios que trajo una mala experiencia. Dado que mi padre no abusó de mí ni me hizo daño de la forma en que a veces vemos en las noticias (otros la han pasado peor que yo), finalmente me di cuenta de que los defectos de mi padre en realidad me hicieron la vida más fácil de tres maneras: fue más fácil sentirme exitoso, fue más fácil hacer lo que yo quería y fue más fácil, por la gracia de Dios, profesar a Cristo.  De lo malo algo bueno  Fue más fácil sentirme exitoso porque, creciendo en casa, mi madre menospreciaba constantemente a mi padre, esencialmente identificándolo como un bueno para nada. Eso no era justo: mi padre trabajó consistentemente durante cuarenta años, no se emborrachaba ni la golpeaba, aunque se graduó de Harvard con un bajo desempeño. Ella no lo respetó porque él no recibió el respeto que ella pensaba que él merecía.  Medio siglo después de verla en un cine, hace poco vi en línea la película Love Story [Historia de amor]. Ésta trata de un estudiante y atleta exitoso de Harvard que tiene una relación muy tensa con su padre, quien es un abogado de élite adinerado que compitió en los Juegos Olímpicos de 1928. El hijo, quién llama a su padre ‘Señor’, tiene unos “zapatos muy grandes qué llenar” y siente que nunca podrá cumplir con las expectativas de ‘Señor’. Yo, por otro lado, podía sentirme exitoso básicamente haciendo nada. Nada difícil de cumplir.  Mi papá no estuvo ausente, pero sí era distante. Como resultado, sufrí de algún modo, pero también gané independencia al no preocuparme mucho de lo que él pensara. Dejé el judaísmo a los catorce años sin preocuparme por su desaprobación. Más tarde pude contarle acerca de mi nueva fe en Cristo y mi compromiso con una mujer shicksa (no judía), sin preocuparme por su desaprobación.  Creo que de todas maneras hubiera tenido la voluntad y las agallas de casarme con Susan, pero algunos judíos que gozan de una buena relación con sus padres se petrifican en este punto. Muchos son cautivados por Jesús, pero siguen arrastrando los pies, o al menos mantienen en secreto su fe en Él para evitar desilusionar a sus padres. A mi parecer esto no es tan razonable, ya que Yeshua proclamó su judaísmo cuando dijo que Él es el Cristo. De cualquier manera, nunca tuve ese problema.  Sacrificios invisibles  En el cristianismo, por supuesto que el perdón significa más que no estar resentido: también implica sacrificio. Dios nos perdona por la suprema expresión de amor de Cristo. La línea más famosa de Love Story es «amar significa nunca tener que pedir perdón», pero yo puedo amar a mi padre solo si sacrifico mi orgullo y me arrepiento de nunca haberle agradecido todo lo que hizo por mí.  Su primer regalo (por supuesto) fue el de darme la vida y continuó con su provisión material. Pude graduarme de una universidad costosa teniendo poca deuda. Mi padre no tuvo automóvil hasta los treinta años, pero en nuestro hogar él me daba permiso para usar el carro y no tuve que ayudar con pago alguno. Mi padre creció siendo pobre durante la Gran Depresión, pero él se aseguró de que su familia tuviera un hogar. Nunca pasamos hambre.  Ahora bien, los sacrificios intangibles ahora son más tangibles para mí. Mi investigación sobre su vida me deja un 80 por ciento seguro de que enfrentó mucho antisemitismo cuando era adolescente. Él nunca me habló de eso. También estoy 90 por ciento seguro de que inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial vio campos de concentración mientras trabajó como traductor y expedidor para sobrevivientes y refugiados. Tampoco me habló de eso.  ¿Qué hubiera pasado si, mientras yo crecía, mi padre me hubiera inculcado los espantos que casi seguramente vio mientras barría las ruinas del Tercer Reich? ¿Y si me hubiera contado cómo algunos de mis bisabuelos probablemente recibieron balas en la cabeza por parte de soldados y colaboradores nazis?  Como escribí en mi libro Lament for a Father [Lamento por un padre], publicado a principios del año 2021, crecí sin conocer lo que era el antisemitismo. Sin duda estaba ahí presente, pero yo no lo sabía. ¿Y si mi padre me hubiera metido en la cabeza que el mundo estaba en mi contra? Durante una década a fines de los sesenta y principios de los setenta, me desvié seriamente, pero conservé un optimismo general que no se vio afectado por los horrores del Holocausto. Como adulto, lamento no haber presionado más a mi padre para obtener información sobre su pasado, pero ahora veo el porqué de su silencio.  Sospecho que mi padre, como un detective de asesinatos que no le dice a su esposa lo que ve en el día a día, no contó nada a mi madre por el bien de ella. Pero tal como esas series de televisión policial nos han informado con frecuencia, existe un alto costo para la persona que se aísla psicológicamente para evitar que se propague el virus del pesimismo. Mi padre era hostil tanto al cristianismo como a su tema central del sacrificio supremo por los demás, pero él se sacrificó, y ahora tardíamente se lo agradezco.  ¿Cómo puedo mostrar gracia?  Para responder a la segunda pregunta: ¿Es acaso esto verlo con gracia? Si decimos de manera secular: “Dame gracia”, queremos decir: “Necesito que entiendas por lo que estoy pasando”. Puedo imaginar el golpe que fue para mi padre cuando tuvo que cambiar su teología a una aceptable en Harvard, solo para luego ser expulsado de la escuela de posgrado cuando no encajó socialmente ahí. Puedo imaginar lo que fue ver los cadáveres de su gente apilados como troncos en Alemania. Puedo imaginar lo que es ser profundamente irrespetado por una esposa, y luego por tus propios hijos. Esos son tres strikes, así que no es de extrañar que haya salido ponchado del juego.  Comprender también puede significar encontrar similitudes. Mi abuelo probablemente decepcionó a su padre al irse a Estados Unidos y nunca verlo más. Mi padre decepcionó a mi abuelo al abandonar el judaísmo ortodoxo para acoger el reconstruccionismo judío, que es como si hoy día un fundamentalista se uniese a la Iglesia Episcopal. Decepcioné a mi padre al creer en Cristo. Mi investigación sobre el pasado me ayudó a ver que sigo la tradición familiar.  Entonces, ¿cómo debo responder? El psiquiatra Abraham Twerski dijo: “Los seres humanos necesitan cuatro cosas: aire, comida, bebida y alguien a quien culpar” (citado en Prager, The Rational Bible: Genesis [La Biblia racional: Génesis], 53). Aquellos enfadados con sus padres ausentes tienden a verlos como figuras de palo en lugar de seres humanos complejos, así que investigar la vida de un padre ayuda a ponerle carne y hueso a esa figura de palo. Esto nos puede ayudar a dejar de echar la culpa y crear una oportunidad para tener una buena relación, si el padre está vivo, y más comprensión si no lo está. Independientemente, Dios nos ordena honrar a nuestros padres y madres por el bien de ellos y por el nuestro. Es el único mandamiento que viene con un certificado de regalo: obedécelo para que “tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da” (Ex 20:12; ver también Ef 6:2).  Una vez más, no me fue tan mal: mi padre era distante, no diabólico. De cualquier manera, debemos darnos cuenta de que nadie da el ancho; de diferentes maneras y a diferentes niveles, sí, pero todos sin excepción. A menudo los padres se esfuerzan para hacer lo mejor por sus hijos más que lo que sus padres hicieron por ellos, a menudo dándoles lo que ellos querían obtener y nunca recibieron de sus padres, pero puede ser que los hijos quieran algo diferente de lo que los padres les brindan. El camino para volver a estrechar lazos comienza con la comprensión de que todos somos pecadores y que no debemos condenar para no ser condenados (Lc 6:37).  Cortando el grillete  Así que ciertamente puedo perdonar a mi padre por sus pecados y espero que otros me perdonen por los míos. Puedo ver a mi padre con lentes llenos de gracia solo porque Dios me dio anteojos y porque Dios, en su infinita misericordia, me ve con gracia. De lo contrario, simplemente estaremos transmitiendo el pecado original que tenemos en nuestra miseria. A primera vista, un grillete une una generación a otra. Sin embargo, a veces, con la gracia y la misericordia de Dios, ese grillete se convierte en una cadena de margaritas fácilmente cortable.  Los que ven la transición milagrosa gritan con alegría, como lo hizo el apóstol Pablo: “¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Ro 7:24-25). Cuando tenemos fe en Dios, podemos mirar de frente a nuestro propio pecado porque nada es una sorpresa para Dios. Aprendemos que somos peores de lo que imaginamos, pero más amados de lo que podríamos haber esperado.  Amo a mi padre, que fue herido como mi madre, como su padre, como todos. Pero ninguna herida es demasiado mortal para que Cristo no la sane.  Este artículo se publicó originalmente en Desiring God. 

Soldados De Jesucristo

Nuestra misión es predicar el evangelio de la gracia de Dios haciendo un llamado al arrepentimiento y fe en Jesucristo.

Artículos por categoría

Artículos relacionados

Artículos por autor

Artículos del mismo autor

Artículos recientes

Te recomendamos estos artículos

Siempre en contacto

Recursos en tu correo electrónico

¿Quieres recibir todo el contenido de Volvamos al evangelio en tu correo electrónico y enterarte de los proyectos en los que estamos trabajando?

.