Charles Spurgeon concluyó su sermón titulado: “The Birth of Christ” (“El nacimiento de Cristo” sermón #2392, en el Púlpito del Tabernáculo Metropolitano) con las siguientes palabras que expresan mi deseo para amigos y familiares en esta época del año: Ahora bien, feliz Navidad a todos ustedes; y será una feliz Navidad si tienes a Dios contigo. Hoy no diré nada en contra de las festividades en el gran día del nacimiento de Cristo. Mañana pensaremos en el nacimiento de Cristo; estamos obligados a hacerlo. Estoy seguro, sin embargo, que firmemente podemos asirnos con fuerza de nuestro compromiso con la pureza. Y así, “celebremos la fiesta no con la levadura vieja, ni con la levadura de malicia y maldad, sino con panes sin levadura de sinceridad y de verdad” (1 Co. 5:8). No hagas banquetes como si quisieras celebrar la fiesta de Baco (dios greco-romano del vino); no vivas mañana como si adorases alguna divinidad pagana. Celebren, cristianos, celebren; tienen derecho a festejar. Ve a la casa de celebración mañana, celebra el nacimiento de tu Salvador; no te avergüences de alegrarte; tienes derecho a ser feliz. Salomón dice: “Vete, come tu pan con gozo, y bebe tu vino con corazón alegre, porque Dios ya ha aprobado tus obras. En todo tiempo sean blancas tus ropas, y que no falte ungüento sobre tu cabeza” (Ec. 9:7-8).
“La religión nunca fue diseñada para hacer que tus placeres sean menores”.
Recuerda que tu Maestro comió mantequilla y miel. Ve por tu camino, regocíjate mañana, pero en tu celebración, piensa en el Hombre en Belén; deja que tenga un lugar en tu corazón, dale la gloria, piensa en la virgen que lo concibió, pero piensa sobre todo en el Hombre nacido, el Niño que fue dado. Termino diciendo de nuevo: “Una feliz Navidad para todos”. Este artículo fue traducido por Alicia Ferreira de de Diaz | Publicado en Founders Ministries