Adora en donde estás: cinco maneras de sufrir adecuadamente

Cuando enfrentes una crisis, no imagines escenarios inexistentes ni recurras a Google en lugar de a Dios. Adora en medio de la prueba y confía en que Él pelea por ti.
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Pocos capítulos de las Escrituras me han impactado tanto como 2 Crónicas 20. Dios se ha encontrado conmigo, a menudo a través de las lágrimas, en este pasaje, un pasaje que sigue mostrándome cómo responder en una crisis. He aprendido a entregarme al Señor en la prueba, a confiar en Él cuando no veo resultados y a adorar en medio de situaciones aparentemente imposibles. También contiene uno de mis versículos favoritos, palabras que susurro a lo largo del día cuando me siento impotente e insegura, necesitada de sabiduría y ayuda.

Este pasaje cobró vida por primera vez para mí después de que mi marido abandonara a nuestra familia y yo no supiera a dónde acudir. Una multitud de problemas estaban a mi puerta y no tenía idea de cómo sobrevivir a la embestida. Y años más tarde, con problemas de salud cada vez mayores, recurrí repetidamente a este pasaje cuando me sentía desesperada. Incluso ahora, cada vez que lo releo, recuerdo la fidelidad de Dios en las pruebas, que me ancla de nuevo en roca sólida.

En 2 de crónicas capítulo 20, Josafat busca a Dios en oración, y Dios libera una vez más al pueblo de Judá, esta vez contra los moabitas y amonitas. / Foto: Jhon Montaña

Asediada y bendecida

El relato de 2 Crónicas 20 tiene lugar alrededor del año 850 a. C., después de que el reino de Israel se dividiera. Josafat es rey de Judá, un rey fiel que teme al Señor. Sin previo aviso, se le informa al rey de que una enorme coalición de sus enemigos marcha hacia él. Ya están cerca, dejando poco tiempo para prepararse.

Cuando Josafat escucha la escalofriante noticia, se asusta y busca inmediatamente al Señor. Luego reúne a un grupo para orar y ayunar. Comienza su oración pública proclamando el poder de Dios y recordando al pueblo cómo Dios había liberado a sus antepasados. A continuación, Josafat le recuerda a Dios Sus promesas a Israel: que si un desastre les sobrevenía y clamaban a Dios en su aflicción, Él los escucharía y los salvaría. Josafat termina su oración admitiendo humildemente su total impotencia, buscando en Dios solo la liberación.

Mientras oran, el Espíritu de Dios desciende sobre un levita entre la multitud, que dice: “así les dice el Señor: ‘No teman, ni se acobarden delante de esta gran multitud, porque la batalla no es de ustedes, sino de Dios’” (2Cr 20:15). Luego les dice exactamente dónde estará el enemigo y que el Señor estará con ellos. Después de que el pueblo escucha la seguridad del Señor, lo adoran.

Dios le dio a Josafat otra oportunidad de confiar, o bien en las fuerzas del hombre, o bien en el poder infinito de Dios; pero, esta vez, el rey buscó al Señor. / Foto: Lightstock

Temprano, a la mañana siguiente, después de exhortar al pueblo a creer en el Señor, Josafat designa a un grupo para cantar alabanzas a Dios, diciendo: “Den gracias al Señor, porque para siempre es Su misericordia” (versículo 21). Estas personas, que no tienen más arma que la alabanza, marchan delante del ejército hacia la batalla.

Mientras cantan, sus enemigos se aniquilan entre sí. Cuando ven lo que ha sucedido, Josafat y todo el pueblo toman los objetos de valor de sus enemigos y llaman a ese lugar como valle “Beraca” o bendición.

Lo que comienza con un gran temor ante una amenaza inesperada termina con un gozo aún mayor ante una bendición inesperada. A partir de esta historia, aquí hay cinco maneras en que podemos buscar la bendición en nuestras propias batallas cuando sentimos que una multitud de problemas nos oprime.

La historia de 2 Crónicas 20, comienza con un gran temor ante una amenaza inesperada y termina con un gozo aún mayor ante una bendición inesperada. / Foto: Lightstock

1. Busca primero a Dios cuando tengas miedo

En una crisis, nuestras mentes se inundan de miedo, y debemos interrumpir deliberadamente nuestros pensamientos ansiosos. La primera reacción de Josafat fue el miedo, después de lo cual buscó inmediatamente al Señor. No debemos tener miedo de las batallas que tenemos por delante, incluso de aquellas que parecen insuperables, porque Dios estará con nosotros y luchará por nosotros.

No recurras a Google en lugar de a Dios ni te pongas a jugar sin parar a la cabeza con escenarios del tipo “¿Y si…?”. Antes que nada, pídele a Dios sabiduría, recursos y fuerza, y luego mira a tu alrededor para ver cómo te los está proporcionando.

En momentos de crisis, no recurras a Google en lugar de a Dios ni te dejes atrapar por escenarios inexistentes. / Foto: Lightstock

2. Recuérdate a ti mismo, sobre Dios y Sus promesas

Es muy fácil olvidar que adoramos al Dios del universo, el Dios que simplemente pronuncia una palabra y los mundos cobran existencia, creando lo que se ve de lo que no se veía (Heb 11:3). Todo está a Su disposición. Al hojear las Escrituras, podemos ver cómo Dios ha obrado en la vida de Su pueblo a lo largo de los siglos. También podemos mirar atrás y ver cómo Dios ha obrado en nuestras propias vidas: respondiendo a nuestros clamores, acudiendo en nuestra ayuda y consolándonos en el dolor.

Dios nos ha hecho promesas extraordinarias en las Escrituras que podemos suplicarle, recordando lo que Él ha prometido. Nunca nos dejará ni nos abandonará (Heb 13:5). Se ocupará de todas nuestras necesidades (Fil 4:19). Nada puede separarnos de Su amor (Ro 8:38-39). Todas las cosas obrarán juntas para nuestro bien (Ro 8:28). Y Él tiene buenos planes para nuestro futuro (Jer 29:11).

Josafat no presumió que Dios lo salvaría del desastre, sino que Dios lo salvaría en medio del desastre. Dijo: “Si viene mal sobre nosotros…” (2Cr 20:9), lo que implica que confiarían en Dios en su aflicción incluso si ocurriera lo peor. Seguirían clamando a Él, seguirían confiando en Él, seguros de que Él sanaría y liberaría.

Dios nos ha hecho promesas extraordinarias en las Escrituras que podemos suplicarle, recordando lo que Él ha prometido. / Foto: Unsplash

3. Mantén tus ojos en Dios, no en las circunstancias

Cuando Josafat clamó por primera vez a Dios, terminó diciendo: “No tenemos fuerza alguna delante de esta gran multitud que viene contra nosotros, y no sabemos qué hacer; pero nuestros ojos están vueltos hacia Ti” (2Cr 20:12). Esta es mi oración de referencia en el sufrimiento. Reconozco mi impotencia ante la situación, reconociendo que no tengo recursos, ni sabiduría, ni esperanza sin Dios. Todo lo que puedo hacer es mantener mis ojos en Él.

Nuestra parte es decirle a Dios nuestra necesidad y poner nuestra lucha ante Él. Sus caminos son mucho más altos que los nuestros, y Él sabe lo que es mejor. No necesitamos saber de dónde vendrá la ayuda, solamente que vendrá de Él. Si seguimos mirando nuestros problemas en lugar de la presencia de Dios en ellos, sucumbiremos al miedo. Así que no nos centremos en las circunstancias que nos rodean, en el viento y las olas que nos bombardean, porque no son más fuertes que nuestro Dios. Nada es demasiado difícil para Él.

Nuestra parte es decirle a Dios nuestra necesidad y poner nuestra lucha ante Él. / Foto: Unsplash

4. Adora donde estés

No esperes a ser liberado para adorar. Josafat adoró a Dios antes de la batalla. No hubo liberación, solo la promesa de la presencia de Dios y Su compromiso de luchar por ellos. Los que conocemos a Cristo tenemos la misma seguridad: si Dios está con nosotros, nadie puede contra nosotros (Ro 8:31).

El plan de batalla de Josafat incluía un coro que iba delante del ejército, cantores que daban gracias a Dios por Su amor eterno. Y le dieron gracias no por lo que había hecho o por lo que haría, sino por lo que es. Dios habita en las alabanzas de su pueblo; a menudo podemos sentir su presencia de una manera única cuando lo adoramos. Incluso en medio de las pruebas, podemos adorar a través de actos sencillos como cantar himnos, leer salmos en voz alta o dar gracias a Dios por su amor. Para Josafat, la alabanza precedió al milagro, y lo mismo suele sucedernos a nosotros.

5. Recuerda que las pruebas nos llevan a Cristo.

Las pruebas terminan en bendición cuando buscamos a Dios en ellas. Para el pueblo de Judá, la bendición fue la derrota completa de sus enemigos y un tesoro que llevar a casa. Para nosotros en Cristo, también será la derrota de nuestros enemigos. Nuestro verdadero enemigo es Satanás, que quiere destruirnos tentándonos a dudar de Dios en nuestra lucha y a creer que a Él no le importa. Nada podría estar más lejos de la verdad. Dios está contigo en esta prueba, y mientras te aferres a Él, recibirás más bendiciones de las que puedas soportar. Así como el pueblo de Judá llamó a su lugar de victoria el valle de la bendición, nosotros también podemos buscar formas en que Dios esté transformando nuestros valles de problemas en lugares de bondad inesperada, especialmente al darnos una intimidad más profunda con Él.

Las pruebas terminan en bendición cuando buscamos a Dios en ellas. / Foto: Lightstock

Una vez pensé que la mayor bendición en la prueba era la liberación, que mis problemas desaparecieran y me dejaran ilesa. Pero he aprendido que la mayor bendición en la prueba es una comunión más profunda con Jesús, conocer Su paz que sobrepasa el entendimiento y su amor que sobrepasa el conocimiento.

No sé dónde estás hoy, pero si te sientes abrumado por lo que enfrentas, oro para que Dios se encuentre contigo como se encontró con Josafat y se ha encontrado conmigo. 2 Crónicas 20 se ha convertido en una metáfora de mi vida, y cuando miro hacia atrás en mis pruebas, veo la misericordia y la gracia de Dios escritas en cada momento.


Publicado originalmente en Desiring God.

Vaneetha Rendall Risner

Vaneetha Rendal Risner es una escritora independiente y contribuye habitualmente con Desiring God. Es bloger de danceintherain.com, aunque no le gusta la lluvia y no tiene sentido del ritmo. Vaneetha está casadao con Joel y tiene dos hijas, Katie y Kristi. Ella y Joel viven en Raleigh, Carolina del Norte. Vaneetha es la autora del libro “Las cicatrives que me han formado: cómo Dios nos recibe en el sufrimiento”.

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