¿Cuántas veces nos hemos sentido intimidadas por nuestras flaquezas como cristianas? ¿Cuántas veces te has sentido sola en medio de una lucha por querer ocultar la vergüenza de sentirte con poca sed de buscar a Dios? No lo estás. A muchas nos ha pasado que nos encontramos con poca energía de acudir a la Palabra, muchas de estas ocasiones no sabemos por qué nos sentimos así, pero nos da pena preguntar. No queremos que los demás sepan que somos «un fracaso» como cristianas, porque así nos podemos llegar a sentir. Hay muchos libros que tratan sobre el pecado ̶ y son importantísimos ̶ pero, pocos libros tratan sobre este tipo de flaqueza y que nos son también muy necesarios, pues no estamos solas en esa lucha. Paty Namnún nos trae un libro que habla sobre la sequedad de nuestro corazón. Hay una etapa en la que nos alejamos de Dios y nuestro corazón se encuentra en ese desierto, estamos sedientas, pero no sabemos cómo volver a Él; sea por pena, por culpa o simplemente por debilidad. La autora nos regala este oasis, donde nos invita a dar una mirada real a lo profundo del corazón, donde sabemos que escondemos muchos sentimientos… y pecados. Paty logra entre sus páginas, exhortarnos a cavar profundo para encontrar esa raíz que nos está manteniendo alejadas del Señor. Falta de gozo, de oración, exceso de pecado, falta de buscar a otros… son muchos los motivos por los que podemos estar en ese árido lugar. Así que, en un caminar desde la búsqueda de comprender cómo es que llegamos ahí, este libro se vuelve como un mapa en nuestras manos, que nos guía en amorosa manera a recordar que nosotras también somos como aquel hijo pródigo. Nosotras también podemos y debemos regresar al Padre. Página tras página encontraremos rutas marcadas que nos sirven de espejo para ver con claridad si estamos en el desierto por gusto, por miedo o por pecado. Es difícil de leer lo que el corazón oculta, pero mejor es que salga a la luz porque aún en el más profundo lugar, Dios está. Dios sabe bien lo que queremos ocultar al mundo y, muchas veces, a nosotras mismas. Por ello, seguir la lectura con una mente dispuesta a recibir la exhortación se vuelve vital. Si leemos con honestidad, veremos que no estamos tan lejos del desierto. Paty nos recuerda que Dios sigue siendo esa lumbrera de noche y nube de día que nos guía para atravesarlo. No es fácil salir del desierto, definitivamente sin la ayuda de Dios esto sería imposible. Estoy convencida que Dios ha utilizado a la autora para hacernos saber que necesitamos comunión, rendición de cuentas y a Dios mismo, para darnos cuenta del terreno en el que transitamos. Nueve capítulos conforman este precioso libro, los cuales abundan en honestidad y amor al prójimo. Siempre que leo una exhortación llena de ánimo para salir de las tormentas, sé que hay un autor preocupado que ama a quienes conformamos el cuerpo de Cristo. No es fácil abrir el corazón cuando éste atraviesa por momentos de fragilidad, duda y miedo. Estamos acostumbradas a ver a cristianas «perfectas» que olvidamos que también tienen dificultades como todas. Que estas debilidades sirvan para dar testimonio de lo que Dios logra en nosotras; que sirvan para mostrar los cambios que solo el Señor puede hacer y, sobre todo, que sirvan para recordarnos que el corazón busca ser saciado por esa agua que no se agota jamás. Que no se nos olvide leer con gratitud.