Quebrantamiento, la gracia dolorosa

El quebrantamiento es una palabra poco usada. ¿Por qué el quebrantamiento? ¿Qué hace Dios por medio de él? ¿Hay gracia de Dios en el quebrantamiento?
||
||

El quebrantamiento: una enseñanza desconocida

El quebrantamiento es una palabra poco usada en la predicación actual, es impopular hablar sobre el quebrantamiento. Sin embargo: ¿Por qué el quebrantamiento? ¿Qué hace Dios por medio de él? ¿Hay gracia de Dios en el quebrantamiento? El quebrantamiento, es aquello que ilustró Jesús en Juan 12:24 utilizando la imagen de la botánica cuando retrató su propia muerte y, por extensión, la necesaria experiencia de sus seguidores (2:25). Él afirmó que: “Si el grano de trigo no cae a tierra y muere, queda solo y no lleva fruto” pero, por el contrario, si cae a tierra y muere literalmente se parte y se pudre bajo tierra, solo así lleva mucho fruto. La santificación, sin duda, requiere la experiencia del quebrantamiento. La experiencia en la que el yo, la fachada de falsa piedad y nuestro orgullo se ven totalmente destrozados. Así actúa Dios. John Piper escribe que el quebrantamiento “le quita al hombre todo aquello de lo que pudiera alardear, de manera que toda la gloria sea para Dios”.[note]Piper, John. La Sonrisa Escondida de Dios.[/note] ¡Dios nos quebranta! Entonces, ¿Por qué rechazarlo? ¿Por qué no ahondar más y más en las profundidades del quebrantamiento que Dios usa para nuestra santificación y Su gloria?

El quebrantamiento: una necesidad espiritual

Todo nacido de nuevo está en proceso de santificación, en el proceso de ser conformado a la imagen de Cristo (Ro. 8:29; 2 Co. 3:18; Ef. 4:13, 4:24). Estamos en ese proceso en donde las verdades del evangelio se aplican a la vida práctica del día a día. Aún somos pecadores, aunque posicionalmente ya fuimos salvados, lavados, comprados y redimidos en Cristo (1 Co. 1:3, 6:11). Sin embargo, Dios usa el quebrantamiento como una obra de gracia para que veamos la realidad espiritual de nuestros corazones. Sabemos que somos pecadores, pero en la práctica no experimentamos un dolor profundo por ello, ni un deseo ardiente por la santidad. De hecho, ni siquiera podemos ver muchos pecados como pecado. “El pecado nos engaña al pensar que no es tan malo o haciéndonos creer que no es pecado”.[note]Brigdes, Jerry. Pecados Respetables.[/note] ¡Somos tan ciegos y tibios! Por esta causa, Dios obra el quebrantamiento del yo, esa experiencia espiritual nos conduce a ver la realidad de nuestra profunda pecaminosidad y nuestra tremenda necesidad de Cristo. “El secreto es uno: mirarse a la luz de Dios y ver lo insignificantes que somos ante Su esplendor”.[note]Murray, Andrew. La Humildad.[/note] En su luz vemos la luz (Isaías 6:3-5; Salmo 36:9; 1 Juan 2:5). La vida cristiana es un imposible en las fuerzas del yo, un imposible para la “fuerza de voluntad”, un imposible para las fuerzas de la carne. La vida cristiana es posible solamente por la vida de Cristo y el poder del Espíritu Santo en nosotros (Gá. 2:20; Col. 1:27, 3:4). Somos débiles, pero bendita gracia: hay poder en la debilidad (2 Co. 12:9). Lee lo que dijeron de sí mismos estos grandes hombres de Dios:[note]Nee, Watchman. El Conocimiento Espiritual.[/note] Juan Knox: “Cada vez que me acuerdo de mis pecados me siento apenado; mi hombre interior los detesta profundamente. Ahora lloro por mi corrupción”. Juan Bunyan: “Si me pongo a examinar de cerca y con rigor lo mejor de las cosas que ahora estoy haciendo descubro algún pecado en ellas… Si no fuera por un Salvador tan grande, ¿quién podría salvar a un pecador tan grande como yo?”. Jorge Whitefield: “Me siento forzado a confesar: hasta de mi arrepentimiento me hace falta arrepentirme; hasta mis lágrimas les hace falta ser lavadas en la preciosa sangre de mi Redentor”. Jonathan Edwards: “Ahora siento mi propia maldad y la corrupción de mi corazón aún más profundamente que durante el tiempo anterior a mi conversión… Yo mismo me quedo sorprendido de cómo es que no estoy en posesión de una mayor conciencia de pecado”. Ninguno de nosotros nos atreveríamos a decir que nos sentimos mejores que ellos, sin embargo, nos miramos al espejo y nos vemos bien; nos vemos buenos e incluso podemos pasar largos períodos sin una vida espiritual genuina, sin una vida de oración “con la puerta cerrada” (Mt. 6:6). La ausencia de este sentido de pecaminosidad no significa que seas menos pecador que ellos, sólo significa que estás más ciego a la verdadera realidad. Necesitas más luz espiritual para verlo. ¡Por eso el quebrantamiento! Es gracia de Dios que suceda.

El quebrantamiento: la gracia dolorosa

¿El dolor del quebrantamiento espiritual puede ser gracia de Dios? ¡Claro que sí! Mis amados, la gracia de Dios es tan inescrutable que muchas de nuestras lágrimas no han sido por juicio de Dios sino por gracia de Él. Es gracia de Dios que por medio del quebrantamiento podamos adquirir un profundo sentido de nuestra pecaminosidad y de nuestra necesidad de dependencia absoluta de Cristo. En el dolor del quebrantamiento Dios nos lleva a la confesión de pecado, a la humildad y a este sentido profundo de necesidad de Cristo. Ahí podemos decir de todo corazón ¡amén! a las palabras de Cristo: “separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5). El principio de nuestro fracaso espiritual es nuestra ausencia de dependencia en la Vid Verdadera. Con palabras decimos: “Señor te necesito” pero podemos pasar días y semanas sin siquiera orar. Querido hermano, si te falta oración es porque te sobra orgullo. En la práctica, la falta de oración y la ausencia de un sentido de dependencia de Él es una evidencia clara de que necesitamos quebrantamiento. Como decía uno de mis profesores del seminario “el orgullo es invisible pero evidente”. Este quebrantamiento es una dura experiencia, pero: “No hay precios de liquidación para las revoluciones del alma”. [note]Ravenhill, Leonard. ¿Por qué no llega en avivamiento?[/note] ¡Necesitamos el quebrantamiento para ese avivamiento que tanto anhelamos! ¿Ves la gracia de Dios? Sí, el quebrantamiento es gracia de Dios. Es gracia que duele, pero es gracia que purifica. Es gracia que nos muestra la verdad. Es gracia que trae esperanza y un deleite más profundo en Cristo. El quebrantamiento del yo es doloroso pero es mucho más doloroso abrazar el orgullo con tal de no ser quebrantados. R. C. Sproul le llama “la misericordia severa”.[note]Sproul. R. C. La Santidad de Dios.[/note] El carbón encendido en los labios de Isaías, el carbón que quema y que duele, pero que limpia, santifica y nos lleva a Cristo (Is. 6:5-7). Lágrimas que nos hacen verle más precioso y más hermoso que antes. ¡El quebrantamiento nos lleva a Cristo en absoluta rendición! El lugar en donde podemos tomar de Su plenitud y gracia sobre gracia para la vida de santidad, de humildad y de piedad (Jn. 1:16; 2 P. 1:3).

Nelson Matus

Nelson Matus, nació en Chile, es hijo de pastor y salvo por gracia. Graduó de un BA en Teología con énfasis en Ministerio Pastoral en el Seminario Bíblico Rio Grande en Edinburg, Texas. Actualmente sirve al Señor como profesor y auditor de acreditación del mismo Seminario. Cursa una maestría en Midwestern Baptist Theological Seminary. Es pastor de Redeemer en Español en la ciudad de Álamo, Texas. Casado felizmente hace 7 años con Pakis, y tienen una hija llamada Hadassa. 

Artículos por categoría

Artículos relacionados

Artículos por autor

Artículos del mismo autor

Artículos recientes

Te recomendamos estos artículos

Siempre en contacto

Recursos en tu correo electrónico

¿Quieres recibir todo el contenido de Volvamos al evangelio en tu correo electrónico y enterarte de los proyectos en los que estamos trabajando?

.