¡Muerte a la regla de un año!

Un año es una fecha que podemos poner en el calendario, un recordatorio que introducimos en una app de gestión de tareas.

No hay ningún pecado que no pueda ser superado, ninguna transgresión que no pueda ser eliminada, ninguna consecuencia tan grave que no pueda desaparecer en 365 días. Al menos, eso es lo que puedes pensar al leer sobre pastores y otros líderes cristianos que se levantan, caen y vuelven a levantarse. Es la «regla de un año» no escrita en papel, pero que a menudo se sigue.  Cada mes, o por lo menos cada ciertos meses, oímos hablar de otro pastor o líder de un ministerio que sale a la luz como un fraude, un abusador, un adúltero o alguna otra cosa. Su iglesia o ministerio reacciona quitándole de su cargo. A veces lo despiden y otras veces lo ponen en una especie de ausencia administrativa. Sea cual sea el caso, podemos programar un temporizador para 365 días y esperar que, justo cuando finalice, empezaremos a ver su nombre de nuevo. Volverá a abrir sus cuentas en las redes sociales, predicará un sermón en algún lugar, aceptará una invitación a una conferencia y comenzará su regreso.  Hay excepciones, por supuesto. Algunos hombres caen en pecados tan graves y constantes que no tienen ninguna posibilidad de recuperar la confianza y reclamar una posición, a pesar de intentarlo con su mayor esfuerzo. Otros caen en pecados menores, pero están verdaderamente arrepentidos y convencidos por Dios de que, por el bien de la familia, la iglesia o el evangelio, no deben intentar volver al ministerio. Pero muchos otros, esperan a que pase un año y regresan paso a paso (pero a pasos agigantados).  En algunos casos, un año será suficiente. Cuando las faltas han sido relativamente menores y el daño ha sido mínimo, un año puede ser el tiempo suficiente para que un hombre examine realmente su corazón, trate con su pecado, forme nuevos patrones y exprese un verdadero arrepentimiento. Puede ser el tiempo suficiente para que pida disculpas y, si es necesario, restituya el daño. Puede ser el tiempo suficiente para que la familia y la iglesia recuperen su confianza en el hombre, para que queden convencidos de que está de nuevo capacitado para el ministerio. Algunas iglesias o ministerios experimentan el gozo de dar la bienvenida de nuevo a un hombre que ha sido perdonado y restaurado.  Pero en la mayoría de los casos, un año no será suficiente. Esto no debería ser una sorpresa porque no hay nada mágico en un año. No hay ningún poder intrínseco en el paso de 365 días y noches. Un año es una fecha que podemos poner en el calendario, un recordatorio que introducimos en una app de gestión de tareas. En ese sentido, puede ser de ayuda tener una meta o una fecha para volver a considerar la situación, pero un año rara vez da suficiente tiempo para que un hombre se evalúe adecuadamente, se arrepienta y reemplace los patrones que lo llevaron al pecado que lo descalificó. Rara vez es el tiempo suficiente para que recupere la confianza de su familia y que reconstruya los puentes que se quemaron. Aun si el tiempo llegara a ser suficiente para lograr todo eso, no es necesariamente suficiente para pasar la prueba de ser tentado en los mismos pecados y ser desafiado en su nueva resolución. Un año puede parecer mucho tiempo, pero ¿cuántos de nosotros podemos mirar hacia atrás en nuestras vidas y ver que nos tomó sólo un año superar un pecado acosador? La santificación es un proceso lento, un progreso lento. ¿Cuántos podemos ver que hemos recuperado la confianza que se había roto en sólo 365 cortos días? La confianza se gana lentamente y se rompe en un instante.  Entiendo el deseo de apresurarse. Muchos hombres en el ministerio no tienen ninguna otra habilidad a la cual recurrir, así que pasan de los generosos salarios de las mega-iglesias a los pasillos de Home Depot donde ganan por hora. Muchos hombres en el ministerio tienen su propia identidad ligada a su vocación y encuentran insoportable renunciar al respeto que se les concede a los pastores por la apatía que se les da a los empleados nocturnos en el Holiday Inn. También, muchas iglesias y ministerios quieren recuperar su figura carismática, quieren resolver las preguntas sin respuesta, quieren expresar amabilidad y gracia a un hombre que aman, pero rara vez sirve hacerlo de prisa. Nunca nos sirve darle prioridad a hacerlo rápido a expensas del carácter piadoso.  Mientras haya depravación en el corazón humano, habrá depravación en la iglesia. Mientras haya hombres pecadores dirigiendo iglesias, habrá hombres pecadores aprovechándose de su posición y siendo descalificados. Es una triste realidad, pero a veces será necesario quitar a un hombre de su ministerio. Cuando eso sucede, hacemos bien en considerar cuidadosamente la supuesta «regla de un año» y ver si será útil o perjudicial. Un año puede ser mucho tiempo, pero a menudo no será suficiente.  Este artículo se publicó originalmente en Challies. 

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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