Hoy continúo esta nueva serie dominical titulada “Los puritanos”. Tengo una creciente fascinación por los escritos puritanos y decidí que podría ser valioso presentarles (¡y presentarme!) algunos de los escritores puritanos más importantes. Me centraré principalmente en hombres cuyas obras he leído en el pasado. Como no tengo la experiencia suficiente para presentar a estos hombres o sus obras, me apoyaré en expertos como Joel Beeke y J. I.Packer para que me guíen. Esta semana vamos a conocer a Thomas Brooks.
No conocemos mucho sobre los primeros años de vida de Thomas Brooks. Nació en 1608 e ingresó a la universidad de Cambridge en 1625. No se sabe si llegó a terminar su carrera; sin embargo, en 1640 fue ordenado para el ministerio en la Iglesia de Inglaterra y se convirtió en capellán de la armada inglesa.
Sus años mar adentro fueron aparentemente muy fructíferos. Él mismo comentó que “por gracia, puedo decir que no cambiaría mis experiencias en el mar por las riquezas de Inglaterra”.
Tras regresar a Londres en 1648, Brooks sirvió en la iglesia de Santo Tomás Apóstol y luego en la de Santa Margarita. Pero en 1662, con la aprobación del Acta de Uniformidad (que exigía que todos los ministros anglicanos dirigieran las oraciones, los sacramentos y otros aspectos de la iglesia de la misma manera, un acuerdo que Brooks no pudo cumplir), perdió su licencia ministerial y su cargo. Un tiempo después pudo recuperar su licencia en 1672 con la aprobación de la Declaración de Indulgencia, pero volvió a perderla en 1676.
A pesar de las batallas legales por su licencia, Brooks continuó predicando y ministrando por todo Londres sufriendo poca persecución. Cuando la Gran Peste azotó Londres en 1665, él, a diferencia de muchos otros ministros, permaneció en la ciudad para cuidar de los santos.
Se casó dos veces. Su primera esposa Martha, a la que amaba mucho, murió en 1676. Posteriormente, antes de fallecer en 1680, se casó con Patience, una mujer bastante más joven.
Una contribución única
Brooks es recordado mayormente por su capacidad de predicar mensajes sencillos y prácticos, pero llenos de vida espiritual, de las Escrituras y del poder de Dios.
Charles Spurgeon fue un gran admirador de las enseñanzas de Brooks. Incluso se tomó el trabajo de recopilar dichos e ilustraciones de Brooks y hacer un libro entero, que ingeniosamente tituló Smooth Stones Taken from Ancient Brooks [Piedras lisas tomadas de arroyos antiguos] (¡No me había dado cuenta del juego de palabras hasta hoy!). En el prefacio, Spurgeon escribe:
Si Brooks hubiera sido un hombre del mundo secular, sus escritos habrían sido muy valiosos; pero ya que era un cristiano eminente, sus escritos son doblemente valiosos. Tenía un ojo de águila para entender la fe cristiana, así como alas de águila para la imaginación. Veía símiles, metáforas y alegorías en todas partes; pero todas estaban consagradas al servicio de su Maestro.
Si lees solo un libro de Brooks
Si lees solo uno de los libros de Thomas Brooks, que sea Remedios preciosos contra las artimañas de Satanás. Lo leí hace poco y no tengo palabras para decir cuánto lo disfruté y lo importante que fue para mí.
Sus obras más importantes
- Remedios preciosos contra las artimañas de Satanás
- El cielo en la tierra
- The Secret Key to Heaven: The Vital Importance of Private Prayer [La llave secreta del cielo: La importancia vital de la oración privada]
Este artículo se publicó originalmente en Challies.
