La Palabra de Dios en tu boca: encuentra tu voz en la predicación

Encontrar tu voz en la predicación no es imitar a otros, sino proclamar la verdad de Dios con autenticidad, reflejando tu personalidad única. Predica a Cristo por Cristo.
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¿Qué significa encontrar tu voz en la predicación?

Muchos conocemos la experiencia de ir al supermercado en busca de un producto desconocido del que nunca habíamos oído hablar. Hace un par de años, mi esposa y yo nos propusimos mejorar nuestra dieta, y una receta pedía levadura nutricional como sustituto del queso. Miré la lista de la compra y casi dije en voz alta: “¿Qué es la levadura nutricional y dónde podría encontrarla?”. ¿Es seca? ¿Viene en lata? ¿Estamos seguros de querer ponerla en nuestra comida? Antes de poder localizar la levadura nutricional en el pasillo, necesitaba saber qué era en primer lugar. Para responder a lo que significa encontrar nuestra voz en la predicación, primero debemos abordar la cuestión de cuál es nuestra voz.

En tu esfuerzo por convertirte en un mejor predicador por amor a Cristo, con el tiempo te encontrarás con una definición popularizada por el predicador del siglo diecinueve, Phillip Brooks. En una serie de conferencias, Brooks definió la predicación como la comunicación de “la verdad a través de la personalidad”.

La Palabra de Dios a través de los hombres

Fundamentalmente, cada predicador tiene la misma descripción de trabajo: comunicar la verdad nunca cambiante de la Palabra de Dios. Como Pablo le dice claramente a Timoteo: “Predica la palabra” (2Ti 4:2). En última instancia, hermanos, nunca estamos perdidos en cuanto a lo que debemos decir a nuestra gente. Debemos predicar la Palabra. Pero detrás del encargo de Pablo hay una aplicación específica: “Timoteo, tú, predica la palabra”. En su sabiduría, Dios consideró oportuno que Su verdad no fuera mediada a través de objetos sin vida e impersonales. Decidió comunicar Su Palabra a través de las múltiples personalidades de las voces humanas: las diversas voces de Isaías y Ezequiel, Moisés y David, Pablo y Pedro y Jesús, el Verbo mismo.

La voz no solo se refiere al sonido, el tono, el volumen o el timbre de tus cuerdas vocales. La voz implica la esencia de lo que eres. La Palabra de Dios encuentra su expresión en la personalidad distintiva del predicador. He aquí, pues, mi definición práctica de voz, basada en la descripción que Brook hace de la predicación: tu voz es la Palabra de Dios predicada a través de quien eres realmente.

Cada predicador tiene la misma descripción de trabajo: comunicar la verdad nunca cambiante de la Palabra de Dios. / Foto: Lightstock

Predicar con tu voz es predicar como alguien que se siente cada vez más cómodo en su propia piel. Predicas a partir de las habilidades y los recursos naturales que Dios te ha dado: tu personalidad, formación, experiencias y educación, relaciones a lo largo de los años, persuasiones y pasiones teológicas, pruebas y tribulaciones, temperamento, etapa de la vida y continuo caminar con Cristo en santidad. Como pastor-predicador, tu voz es la verdad de Dios proclamada auténticamente a través de ti, no a través de tu imitación de otro.

Ahora que sabemos lo que es encontrar la propia voz en la predicación, podemos encontrarla en el pasillo de la tienda de comestibles. Pero quedan otras preguntas.

Como pastor y predicador, tu voz es la verdad de Dios proclamada auténticamente a través de ti, no a través de tu imitación de otro. / Foto: Lightstock

Tu iglesia te necesita

¿Qué importancia tiene encontrar tu voz en la predicación? ¿Realmente le importa a Dios este proceso? Encontrar y conocer tu voz es importante porque Dios te creó de forma única y te llamó para ministrar a Su iglesia. El Salmo 139 nos recuerda que hemos sido creados de una manera maravillosa, no para ser la copia de los demás, sino para reflejar la gloria de Dios a nuestra manera (Sal 139:14). Al igual que la belleza de los vitrales reside en la forma en que cada panel refracta la luz, la gloria de Dios brilla de forma única a través de cada uno de Sus predicadores. No le robes a Dios la visión única y el despliegue de Su gloria tratando de ser otro panel del vitral.

En la sabiduría de Dios, te ha llamado a ti, no a tu predicador favorito, para pastorear la iglesia a la que sirves. El Espíritu Santo te ha hecho obispo, para cuidar de la iglesia de Dios, que Él obtuvo con Su propia sangre (Hch 20:28), con tu personalidad, dones, formación, experiencias y más. Así que, como un Jacob moderno que viste pieles de cabritos y las mejores ropas de Esaú, le harías un gran daño a tu pueblo si trataras de predicar a través de la personalidad de otra persona.

Encontrar y conocer tu voz es importante porque Dios te creó de forma única y te llamó para ministrar a Su iglesia. / Foto: Envato Elements

Tú eres su pastor. Conoces sus historias, luchas, angustias, victorias, fracasos, gozos, placeres, pecados, sueños y deseos. Conoces íntimamente los desafíos y triunfos que definen sus vidas. En preparación, oras para que el Espíritu te dé una palabra explícitamente adaptada a ellos. Si el Espíritu quisiera que tu pastor favorito fuera el pastor de tu pueblo, ¡no te habría llamado a ti! En sabiduría, Dios te ha colocado en tu iglesia porque te ha equipado para ministrar a estas personas de maneras que solo tú puedes hacerlo. Tu congregación necesita la verdad a través de tu voz única.

Cómo encontrar tu voz

Si predicar con nuestra propia voz edifica la iglesia y glorifica a Dios, ¿cómo encuentra su voz un predicador? En la escuela de la proclamación, encontramos grandes consejos sobre cómo encontrar la voz propia. Considera lo siguiente.

Primero, esfuérzate por superar la imitación. Ser humano es imitar. Todos aprendemos mucho por imitación (como está dejando claro mi hijo de dos años). Por tanto, la imitación es un ingrediente esencial cuando aprendemos a encontrar nuestra voz. Pero en algún momento, quítate las ruedas de entrenamiento de la imitación y aprende a montar por tu cuenta. Esfuérzate por ser tú mismo. No hay otra persona que puedas ser.

Segundo, sigue aprendiendo el arte y la ciencia de la predicación a partir de una variedad de voces. D. A. Carson capta el beneficio de la educación continua en la escuela de la predicación: “Si escuchas a un solo predicador, te conviertes en un clon. Si escuchas a dos, te confundes. Si escuchas a cincuenta, estás al borde de la sabiduría y empiezas a ser tú mismo”.

Sigue aprendiendo y esforzándote por encontrar tu voz. No dejes que el desánimo te deje de lado. Sigue adelante. / Foto: Lightstock

Tercero, sigue predicando. Aprovecha muchas oportunidades para practicar la predicación, ya que la práctica ayuda a encontrar tu voz. Aprovecha cualquier oportunidad que tengas para predicar en cualquier lugar: residencias de ancianos, grupos de jóvenes, conferencias, servicios nocturnos, reuniones pequeñas o grandes. Predicar mejora predicando.

Cuarto, crece a través de la retroalimentación. Este paso puede ser difícil para algunos, pero invite a la crítica constructiva a aquellos que se sientan bajo tu predicación, tanto colegas pastores como miembros de la congregación. También revisa, tú mismo, escuchando o viendo tus sermones para identificar áreas de mejora. ¿Cómo puedes mejorar tu capacidad de comunicación? ¿Qué nuevas prácticas podrías implementar?

Por último, no renuncies. Hermano, progresa como predicador para presentarte auténticamente ante Dios como un obrero sin vergüenza (1Ti 4:13-15; 2Ti 2:15). Sigue aprendiendo y esforzándote por encontrar tu voz. No dejes que el desánimo te deje de lado. Sigue adelante.

Sigue aprendiendo el arte y la ciencia de la predicación a partir de una variedad de voces. Es saludable escuchar a más de un predicador para encontrar una voz propia. / Foto: Envato Elements

El derrumbe de Babel

Sin embargo, debemos hacernos una pregunta más, y es la más crucial: ¿Por qué quieres encontrar tu voz en la predicación? ¡Oh, hermano mío! Tómate el tiempo de examinar las profundidades de tu corazón de donde surge este deseo. Puede que encuentres una enfermedad no revelada acechando bajo la superficie: el deseo de convertirte no solo en un mejor predicador, sino en un predicador más conocido.

Como pastores, el residuo polvoriento de los ladrillos desechados, el betún y la argamasa de Génesis 11 todavía se aferra a nuestros corazones, tentándonos hacia una ambición equivocada. El objetivo del proyecto Babel perdura en nuestras actividades pastorales, especialmente en la predicación: “Vamos… hagámonos un nombre famoso” (Gn 11:4). Incluso cuando nos esforzamos por elevar el nombre de Aquel que verdaderamente merece aumentar, ese viejo susurro persiste.

Como un parásito microscópico, esta tentación puede infiltrarse incluso en el deseo más sincero de predicar a Cristo por Cristo. Se desliza silenciosamente en la inocente búsqueda de la voz propia en la predicación, un esfuerzo destinado a convertirnos en mejores y más competentes heraldos del evangelio para el bien de nuestro pueblo y la gloria de Cristo. De ahí que Robert Murray M’Cheyne comentara: “Veo que un hombre no puede ser un ministro fiel hasta que predica a Cristo por Cristo” (Memoirs and Remains of Robert Murray M’Cheyne [Memorias y restos de Robert Murray M’Cheyne], 45).

Juan el Bautista sirve de antídoto contra la enfermedad de la popularidad deseada. Era la voz del que clamaba en el desierto: “Preparen el camino del Señor; hagan derechas sus sendas” (Mt 3:3). Cuando se le indagaba, esta voz apuntaba lejos de sí mismo: “¿Quién eres tú?… Yo no soy el Cristo” (Jn 1:19-23). Cuando sus propios discípulos temieron la disminución de su popularidad, esta voz volvió a utilizar su voz para predicar otra: “Ustedes mismos me son testigos de que dije: ‘Yo no soy el Cristo’ … Es necesario que Él crezca y que yo disminuya” (Jn 3:28, 30).

Como pastores-predicadores, encontramos nuestra voz cuando usamos nuestra voz para glorificar a otro. Que Jesús crezca a través de tu voz. Que la voz de Dios a través de Su Palabra sea glorificada a través de tu voz. Que la misma voz del Espíritu hable a través de ti, Su predicador. Entonces habrás encontrado tu voz, por Cristo.


Publicado originalmente en Desiring God.

Lewis Guest

Lewis Guest IV (@satisphid) es pastor asociado en Jubilee Community Church. Es graduado e instructor de Biblia y teología en Bethlehem College & Seminary. Él y su esposa, Elizabeth, tienen dos hijos.

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