Ester 3:3-14 – ¿A quién honrar?

Estudio biblico

Este es el relato de un plan malévolo urdido cuidadosamente para exterminar al pueblo de Dios. Comienza con uno de los personajes protagónicos del libro de Ester: Aman el agagueo, un hombre al cual el rey Asuero de Persia había honrado dándole una posición de honor y autoridad. Por esa posición que Aman tenía, el rey había ordenado que todos en su reino se postrasen delante de este hombre, pero Mardoqueo quien al parecer también tenía una posición privilegiada en la corte, pero inferior a Amán, no se postraba delante de él y esto no por orgullo o soberbia, sino más bien por la convicción de que ningún hombre merece adoración y reverencia sino solo Dios. Mardoqueo dejo claro ese punto al declarar al final del versículo 4, que por ser judío no se postraría delante de Aman. Esto sin importar las consecuencias, pues, sabía que estaba desobedeciendo un mandato real, aunque probablemente no pensaba que esto afectaría a todo su pueblo si no solo a él mismo. Al enterarse de esto vemos en el versículo 5 y 6, que Aman reavivó el odio ancestral contra del pueblo de Dios. En este pasaje se enfatiza en que Amán era agagueo, descendiente de Agag el rey de los amalecitas quien fue despedazado por Samuel por mandato de Dios (1 Sam.15:33). Así que el odio de Amán contra Israel era un odio perpetuo, como el odio que Satanás tiene en contra de los hijos de Dios. Amán no solo pretendía destruir a Mardoqueo, sino a todo su pueblo, pues su orgullo, ambición y odio no podían ser saciados con menos. En el versículo 7, vemos como Aman consulta a la suerte para decidir el día fatídico que llevaría a cabo su venganza contra Israel y llega al Rey Asuero muy astutamente vendiéndole la idea de que el pueblo de Dios era dañino para su reino, trabaja sobre el orgullo del rey al decir que ese pueblo no le honra ni le obedece por ser diferente a ellos. Además, trabaja sobre su codicia, haciéndole ver que las propiedades de los israelitas, pasarían a llenar su tesoro. El orgullo y la codicia son 2 pecados impresos en el corazón del hombre, que Satanás ha sabido usar desde el principio de la creación (Gén. 3) El deseo de honra y riquezas nubla el entendimiento, de tal manera que, al dejarnos llevar por estos pecados no podemos ver las nefastas consecuencias de nuestros actos, como más adelante el rey Asuero descubrirá. Este pasaje como toda la Santa Escritura puede ser aplicado fielmente a nuestras vidas, pero tengo 2 aspectos que mencionar hoy sobre su aplicación:

La convicción de Mardoqueo

Un hombre fiel a Dios y a su fe sin importar las consecuencias. Los poderes de este mundo ya han dado la orden de que todos nos postremos ante el pecado, que bajemos la mirada cuando pase por enfrente nuestro y le rindamos pleitesía. Que llamemos a lo malo bueno y si no lo hacemos seremos tachados de intolerantes, obcecados, obsoletos, discriminatorios, e incluso en algunos lugares podemos ir presos por señalar como pecado acciones como el aborto o la homosexualidad. ¿Estamos dispuestas a sufrir las consecuencias como Mardoqueo? ¿Confiamos que en esta vida o la venidera nuestro Dios nos librara del poder del maligno?

La debilidad del Rey Asuero

¿De quién nos estamos rodeando y dejando aconsejar? ¿Qué motiva mis actos? ¿Mi orgullo? ¿Mi codicia?¿Quiénes son mis amistades? ¿De qué me hablan? ¿Alimentan mi ego como Amán lo hacía con el rey diciéndote, no te sujetes a tu marido, los hombres y las mujeres somo iguales, te mereces algo mejor que ese esposo, realízate como mujer? ¿Cómo puedes escoger estar en casa cuidando niños? Consejos egoístas y vanos que distan mucho del actuar de una mujer conforme a la palabra de Dios. Ser fiel a Dios en este mundo nunca ha sido fácil, pero pido a Dios que nos dé la convicción y fortaleza para vivir como Pablo, y así poder decir: “Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres”. Continúa escuchando el podcast del día de hoy y no olvides descargar tu guía de estudio. ¡Dios te bendiga!  Descargar guía de estudio

Ehiby Martínez

Ehiby vive en Tegucigalpa, Honduras. Es hija de Dios, esposa de Rudy, madre de Benjamín y Abigail. Médico General con Maestría en nutrición y dietética, docente en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

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