Nota del editor: esta la tercera entrada de la serie donde reflexionaremos en los Diez Mandamientos a la luz de la obra de Jesús. Para leer el artículo anterior presiona aquí.
“No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano, porque el Señor no tendrá por inocente al que tome Su nombre en vano” (Éx. 20:7).
El nombre de Dios es Su identidad
En el tercer mandamiento Dios expresa la pasión que tiene por Su propio nombre. En la cultura de Israel el nombre de una persona tenía mucha importancia, mucho más que en nuestra cultura. En el Antiguo Testamento, como en otras literaturas antiguas, el nombre de una persona revelaba su carácter, su personalidad, incluso su destino. De hecho, el nombre de una persona a menudo se consideraba como una expresión o una revelación de su verdadera naturaleza. Dios reveló Su verdadera personalidad, carácter y naturaleza a Moisés cuando le dijo que Su nombre era Yahveh, es decir, YO SOY (Éx. 3:13-15). Los comentaristas nos dicen que el nombre del Señor, Yahveh, ocurre 6,828 veces en el Antiguo Testamento. Este es el nombre personal del Dios de Israel. Nunca se usa para denotar una deidad pagana. Por lo tanto, el nombre de Dios transmite Su singularidad; la esencia misma de quién es Él. Nos habla de Su santidad y lo distinto que es Él de Su creación.
Dios nos manda a honrar Su nombre
Si pudieras explorar el corazón de Dios, ¿qué encontrarías en él? El testimonio general de las Escrituras nos dice que el amor de Dios por Su propio nombre es la característica principal del corazón de Dios. Ese amor es la base que sostiene el tercer mandamiento. La razón principal que impulsa todas las acciones de Dios es el amor a Su propia gloria (Is. 48:10-12; Ro. 11:36). Si amamos a Dios, vamos a amar la gloria de Su nombre por sobre todas las cosas. Si vamos a tener el corazón que Dios tiene, entonces seremos apasionados por exaltar y esparcir Su gloria, no la nuestra, a todas las naciones. Nuestra traducción de Éxodo 20:7 en español dice que está prohibido “tomar en vano” el nombre de Dios. “En vano” es la palabra sav en hebreo que también traduce como “uso indebido” en la Nueva Versión Internacional, y significa “nada” o “una cosa insustancial”. Esta es la prohibición del tercer mandamiento: nunca debemos hablar del Señor ni usar Su nombre como si fuera irreal, insustancial o sin importancia. Debemos hablar de Él con respeto, como aquel que tiene prioridad absoluta en nuestras vidas.
De tal manera Dios amó Su nombre
¿Cómo encontramos a Cristo en este mandamiento? La historia de la pasión de Dios por Su nombre va intensificándose a medida que se desarrolla la historia bíblica. En el Nuevo Testamento se revela esta pasión de Dios por Su nombre de forma suprema. Jesucristo, el Hijo de Dios, murió en obediencia a Dios, para la gloria de Dios y por amor al nombre de Dios. Es muy importante que recordemos con precisión las palabras de Jesús mientras anticipaba Su crucifixión una semana antes de la Pascua: “Ahora mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré: “¿Padre, sálvame de esta hora?” Pero para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y le he glorificado, y de nuevo le glorificaré” (Jn. 12:27-28). De tal manera amó Dios la gloria de Su propio nombre que dio a Su hijo Unigénito para glorificarlo.
Jesús es la revelación del nombre de Dios
La gran revelación del nombre de Dios en el Antiguo Testamento fue: “YO SOY”, pero en el Nuevo Testamento fue “JESÚS”. ¿Cómo sucedió esto? Dios reveló Su verdadera personalidad, carácter y naturaleza a Moisés cuando le dijo que Su nombre es Yahveh. Jesús se identificó a Sí mismo con el nombre de Yahveh. “Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera, yo soy. Entonces tomaron piedras para tirárselas” (Jn. 8:58-59; 10:33). Pero Jesús no solamente reclamó para Sí mismo el nombre de Dios, sino que intensificó la revelación de Dios, y ahora la palabra que resume quien es Dios es “Jesús”, que significa “Yahveh salva”. Este es el evangelio en una sola palabra. El evangelio en un nombre. Si este mandamiento era válido para los judíos, ¿cuánto más para nosotros? Su nombre revela quien es Dios y el nombre de Jesús ha revelado la gloria máxima de Dios en Su redención y amor ¡Dios es amor! Cuán cuidadosos debemos ser al usar el “nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:9-11).