Martín Lutero dijo que desde la caída, nuestros corazones han sido acostumbrados a una mentalidad de “jornal”: solamente recibimos lo que merecemos. Sólo valemos lo bien que hacemos las cosas. Si hacemos cosas buenas, tendremos buenos resultados y si hacemos cosas malas, tendremos malos resultados. Entonces, ¿qué pasa cuando alguien hace cosas malas y tiene buenos resultados? Es ofensivo para nosotros, pero esa es la economía de la gracia. Es un escándalo que debamos agradecer a Dios, ya que si Él no se hubiera acercado a nosotros por gracia, nadie tendría esperanza. En el Evangelio de Lucas, una prostituta escucha que Jesús está cenando en la casa de un fariseo. Ella viene a arrodillarse ante los pies de Jesús, llorando y lavando sus pies con sus lágrimas y cabello. Ella hasta unge sus pies con perfume. El fariseo se cuestiona la aceptación de Jesús de esta mujer y Jesús responde: “Y volviéndose hacia la mujer, le dijo a Simón: “¿Ves esta mujer? Yo entré a tu casa y no me diste agua para Mis pies, pero ella ha regado Mis pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me diste beso, pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste Mi cabeza con aceite, pero ella ungió Mis pies con perfume. Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama”… Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz” (Lucas 7:44-47, 50). El punto de esta historia no es que esta mujer es una pecadora y Simón, el “buen hombre” fariseo, sólo tiene que aprender a lidiar con el hecho de que Jesús ama a los pecadores también. El punto es que Simón es un pecador como esta mujer. La única diferencia es que él no se da cuenta. Irónicamente, la mujer tiene una ventaja sobre Simón porque ella sí se da cuenta de su pecado y él, no. Por la razón que sea, su crianza, su lugar privilegiado en la sociedad o la buena educación que sus padres le consiguieron, Simón ha aprendido a ocultar su pecado mejor que ella y a comportarse de maneras más aceptadas socialmente. Sin embargo, su corazón tiene la misma enfermedad que el de ella. El escándalo del evangelio no es que Jesús ama a la gente mala junto con la gente buena. El escándalo del evangelio es que Dios solo ama a la gente mala porque ese es el único tipo de gente en la tierra ahora mismo. Una de las partes más irónicas y hermosas de la vida de Jesús es cuán seguros se sentían los pecadores alrededor de Él. Esta mujer, por ejemplo, deja su pelo suelto, lo que simboliza vulnerabilidad hasta en un tipo de intimidad del alma. Ella le está diciendo a Jesús “Ves el todo de mí y me aceptas como soy”. El lugar más seguro del universo para un pecador, es la presencia de Jesús. Esta mujer expone simbólicamente el quebranto de su alma a Jesús, y todo lo que encuentra es amor y aceptación. Simón, en contraste, ignora su quebrantamiento. Y al perderse de eso, él se pierde de la gracia también. La aceptación de Jesús de los pecadores no significa, por supuesto, que Él apruebe nuestro estilo de vida o que esté satisfecho con dejarnos dónde estamos. Aquellos que experimentan la gracia son cambiados por la gracia, pero la gracia viene primero. Jesús dice que mientras estaba en la tierra, Él no venía a juzgar. Un día Él sí vendrá como juez, pero en ese momento, Él había sido enviado a la tierra sólamente para extender la oferta de la salvación a todos aquellos que la recibieran. Eso debería ser verdadero en nuestro tiempo en la tierra también. Sin importar lo que haya hecho alguien, hasta su última respiración, extenderemos la aceptación de Dios. Siendo los que la hemos recibido completamente, nuestro único propósito hacia el mundo es la gracia.