Tres meses después de la salida de Egipto, el pueblo de Israel llega al desierto del Sinaí donde acamparía por alrededor de once meses; este sería un lugar y tiempo que marcaría un hito en la historia, pues estando Israel al pie del monte Sinaí, Dios les dio los famosos diez mandamientos o decálogo, primero de forma directa y audible a todo el pueblo, y segundo, de forma escrita en dos tablas de piedra dadas a Moisés. El Dios de los cielos en el Sinaí dio a Israel, y en consecuencia a la humanidad, lo que como Creador demanda de su creación; y tales demandas son tan completas que al analizarlas, podemos ver como estos decretos abarcan una diversidad de temas básicos para cualquier sociedad e individuo que busca comprender, a groso modo, qué exige Dios de ellos y que principios elementales deben imperar para una convivencia de bienestar general. Al estudiar estos preceptos Divinos, podemos notar como de estos diez mandamientos, cuatro se enfocan en la relación que debe tener el hombre con su Creador, y luego los seis restantes se enfocan en la relación que debe tener el hombre con su prójimo; dicho de otra forma, los primeros cuatros son verticales, hombre – Creador, y los seis restantes horizontales, hombre – prójimo. De estos diez mandamientos nos corresponde en este espacio reflexionar en el primero de ellos; Dios dijo: ¨No tendrás otros dioses delante de mí¨. Para reflexionar en este mandamiento veamos primero lo que significan sus términos, luego ver el significado de la cláusula completa, y así poder llegar a conclusiones pertinentes. Significado El término dioses es la traducción del hebreo elohim[1], que es un término genérico para referirse a dios, llevando el concepto de alguien o algo superior, sobrenatural y poderoso que es objeto de adoración. Por otro lado, la palabra tendrás es la traducción de jayá[2] en hebreo que lleva el significado de llegar a ser, tener lugar, haber o existir. Y el vocablo otros es la traducción del vocablo hebreo akjár[3] que lleva el significado de ajeno o extraño. Uniendo estos términos en una sola cláusula, Dios le está diciendo a Israel que en ellos no debía tener lugar, existir o haber un dios fuera de Él. Una forma de entender un mandamiento negativo es viéndolo en forma positiva, y de forma positiva Dios estaba mandando a Israel que debía tenerlo solo a Él, solo a Jehová como Dios. El Señor les estaba indicando a los israelitas que no debían aceptar o reconocer a otro como dios, pues solo hay uno y es el Creador y Su nombre es Jehová. Ahora bien, cuando dice que no tenga a otros dioses no quiere decir que hay o existan en realidad otros dioses; pero como el Creador sabe que el hombre se hace dioses y acepta ciertas cosas o personas como dioses, entonces les prohíbe tal cosa; pues estos dioses en realidad son ídolos que la humanidad fabrica en su mente y corazón y en consecuencia se rinden a ellos. Es importante recordar que los Israelitas tan solo tres meses atrás habían salido de Egipto, una cultura llena de ídolos, de falsos dioses, y se dirigían a Canaán, una cultura igualmente llena de idolatría. Por tanto, no era para nada casual este mandamiento, el Señor sabía que el no complimiento a reconocerlo a Él como el único Dios sería una tentación constante, luego la historia de Israel le da la razón, pues sabemos cómo la casa de Jacob cayó en tantas ocasiones en desobediencia a este mandamiento en particular, junto al que le sigue de no hacer imágenes (ídolos). Ahora, ¿por qué no debía el pueblo de Israel tener otros dioses? ¿acaso esta no era una práctica común de entonces? el comentario del contexto cultural de la Biblia dice lo siguiente al respecto: “la frase delante de mí significa en mi presencia y por lo mismo prohíbe que otros dioses sean considerados como estando en la presencia de Yahvé. Esto prohíbe ciertos conceptos que era normal de las creencias antiguas. La mayoría de religiones de entonces tenían un panteón, una asamblea divina que regía el reino de los dioses, el sobrenatural, y finalmente el mundo humano. Era habitual que hubiera una deidad designada como cabeza del panteón y, al igual que los demás dioses, tenía por lo menos una consorte (compañera femenina)”[4]. Entonces ¿por qué no debía el pueblo de Israel tener otros dioses? El contexto inmediato nos da la respuesta, el versículo dos nos da dos razones por las que la casa de Jacob debía ignorar los dioses que habían levantado los demás pueblos. Primero por quien era el Dios que les hablaba, y segundo por lo que había hecho. Primera razón: Por quien era el Dios que les hablaba Primero porque quien les estaba dando los mandamientos era Jehová, pues el texto dice: “yo soy Jehová tu Dios”, y debemos recordar que el término Jehová o Yahvé era el nombre propio del Creador, era el nombre exclusivo del Dios de Israel, nombre que habla de Su autoexistencia, de Su ser como independiente de todo lo demás. Entonces los israelitas no debían aceptar o reconocer a ningún otro dios porque ya tenían un Dios, y era el único y verdadero Dios, el gran Creador, y por todo esto tiene todo el derecho de exigir la total devoción de Sus criaturas y en especial del pueblo al que había escogido. Segunda razón: Por lo que Dios les había hecho La segunda razón de no tener otros dioses es por lo que el verdadero Dios había hecho a su favor, el texto dice: “te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”. Jehová era quien los había salvado, quien les había guardado y bendecido, quien los había rescatado de la esclavitud en que estaban. Por consiguiente, este es otro argumento para exigir la exclusiva adoración y culto. Por tanto, si bien podría ser normal en algunos grupos del mismo tiempo no tener problemas con reconocer varias deidades, Jehová le estaba mostrando a Su pueblo que Él era el único, que los demás solo eran ídolos humanos y por consiguiente no eran reales. Siendo Dios el Creador, el verdadero Dios, y quien había librado a Israel, tiene todo el derecho de demandar la honra, adoración solo a Él, pues Jehová es celoso de Su honor, gloria y alabanza como lo muestra en el segundo mandamiento. Conclusión Con este primer mandamiento Israel debía guardarse de tener otras deidades, guardarse de reconocer a alguien o algo fuera de Jehová como dios, como digno de honra y adoración. Y esta ordenanza se debe por quien es su Dios y por lo que había hecho por ellos; los israelitas debían ser diferentes e ir contra la corriente de su tiempo. Ahora bien, este mandamiento al igual que el resto sigue vigente y no solo para Israel, sino para toda la humanidad y en especial para Su pueblo, para Su iglesia, pues el apóstol Juan al final de su primera carta dice: “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Jn 5:21). ¿Por qué el apóstol dice esto? Porque él sabe que el corazón de sus lectores del primer siglo no es diferente al corazón de quienes escucharon la voz de Dios en el Sinaí decir: “No tendrás otros dioses delante de mí”; y es el mismo corazón que tenemos hoy, un corazón que aun cuando somos creyentes y tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotros, puede muy fácilmente desviarse en pos de ídolos, y no necesariamente un ídolo como escultura, creo que un verdadero creyente no haría eso, pero sí con ídolos internos, sí ídolos en la mente y corazón, y a veces sin darnos cuenta. Por tanto, es menester preguntarnos ¿qué es lo que más amamos? ¿qué es lo que más deseamos, lo que más queremos? ¿qué nos quita el sueño? ¿qué nos hace soñar despiertos? A veces las cosas sencillas dicen mucho de lo que hay en el interior, ¿qué cosas quitan más nuestro tiempo, energías y pasión? El único que merece y además pide nuestro corazón completo y rendido al Él es el Creador, Jehová, que, así como a Israel lo salvó de Egipto, a nosotros nos ha salvado del pecado, nos ha dado vida y vida eterna. Jehová dijo y sigue diciendo: “No tendrás otros dioses delante de mi”.
[1] Strong James. Diccionario Strong de palabras hebreas y arameas. Editorial Caribe, Nashville, TN, 2003, p 7. [2] Strong James. Diccionario Strong de palabras hebreas y arameas. Editorial Caribe, Nashville, TN, 2003, p 32. [3] Strong James. Diccionario Strong de palabras hebreas y arameas. Editorial Caribe, Nashville, TN, 2003, p 5. [4] Walton John, Matthews Victor y Chavalas Mark. Comentario del Contexto Cultural de la Biblia: Antiguo Testamento. Editorial Mundo Hispano, El Paso, TX, p 92.