Como dijimos en el artículo anterior ¿Qué sucedió en pentecostés? Este día fue y es fundamental para la iglesia de Cristo porque sucedieron hechos fundamentales: descendió el Espíritu Santo de forma especial sobre los creyentes, nació la iglesia cristiana y hubo señales extraordinarias.
Quizá la mayor dificultad con el día de pentecostés de Hechos 2 se debe a las señales que sucedieron este día, señales que apuntaban a lo grandioso que estaba ocurriendo: la llegada permanente y particular del Espíritu Santo sobre los creyentes. Hablamos de la señal del estruendo, la señal de las lenguas como de fuego y la señal de proclamación del mensaje Divino en diferentes idiomas.
La señal del estruendo
Lo primero que nos dice el pasaje es que “de repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados” (Hch 2:2). El ruido o estruendo como dice Reina Valera 60 sirvió para apuntar que algo sobrenatural estaba sucediendo, y tal estruendo tuvo su fruto porque luego el texto dice: “Había judíos que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo. Al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó” (Hch 2:5-6).Tal ruido inusual logró reunir a una multitud y como ya se dijo, hacer ver a los discípulos que algo extraordinario estaba sucediendo.
La señal de las lenguas como de fuego
Luego el pasaje sigue diciendo: “Se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos” (Hch 2:3). Si bien el texto no dice que eran lenguas de fuego, sí dice que lenguas como de fuego, quizás llamas pequeñas, no de fuego necesariamente pero sí con forma de fuego, quizás llamas formadas no por fuego pero sí por el viento. La verdad es que aunque es difícil entender qué en realidad se posó sobre ellos, el detalle es que algo parecido al fuego estaba sobra cada uno, lo que nos indica que lo que ocurría era algo particular o personal y a la vez para todos los creyentes reunidos y no sobre algunos especiales o alguna élite espiritual.
También aquí se puede argumentar que puesto que sabemos que en este momento el Espíritu Santo era derramado sobre los creyentes (Hch 2:17), entonces las lenguas de fuego pueden representar la presencia Divina, pues si vamos al Antiguo Testamento el fuego entre varias cosas representaba la presencia de Dios; recordemos el episodio de Moisés con la zarza ardiente donde el fuego no consumía la zarza (Ex 3:2), el episodio de Jehová descendiendo al monte Sinaí en fuego (Ex 19:18), o el episodio del fuego en el tabernáculo del desierto (Ex 40:38). Y también podemos recordar que Juan el bautista había profetizado que Jesús bautizaría con el Espíritu Santo y con fuego, aunque el fuego de allí puede representar juicio de acuerdo al contexto (Mt 3:11).
La señal del hablar en otras lenguas
La tercera señal es el milagro de anunciar las grandezas y glorias de Dios en idiomas no conocidos por los discípulos, pero sí conocidos por quienes les escuchaban. El texto dice: “Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse. Luego continúa: Estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: ‘Miren, ¿no son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido? Y al final dijeron: los oímos hablar en nuestros propios idiomas de las maravillas de Dios’” (Hch 2:4, 7-8, 11).
Aquí tenemos entonces que el milagro de las lenguas es el milagro de hablar en idiomas; y este milagro fue una señal, una señal que tuvo efecto pues el texto dice: “Estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: ‘Miren, ¿no son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido?’”.
Esta señal, como opinan algunos comentaristas bíblicos, fue una señal de juicio para Israel, pues es el cumplimiento de una profecía de Isaías 28:11, esto lo sabemos por el apóstol Pablo que en 1 Corintios 14:20-22 que dice: “Hermanos, no sean niños en la manera de pensar. Más bien, sean niños en la malicia, pero en la manera de pensar sean maduros. En la ley está escrito: ‘Por hombres de lenguas extrañas y por boca de extraños hablaré a este pueblo, y ni aun así Me escucharán’, dice el Señor. Así que las lenguas son una señal, no para los que creen, sino para los incrédulos; pero la profecía es una señal, no para los incrédulos, sino para los creyentes”.
Este pasaje nos dice que el milagro de hablar en lenguas era el cumplimiento de una profecía de juicio para el Israel incrédulo. Los israelitas habían rechazado a los diferentes profetas que Dios les había enviado, habían rechazado las Escrituras, y ahora incluso habían rechazado al Mesías, así que; ya que no quisieron escuchar la voz de Dios, voz en su propio idioma, Dios ahora los disciplina y hablaría en otros idiomas, idiomas que no entenderían. Dios tenía a la nación de Israel como pueblo escogido para tratar con la humanidad, pero ahora tendría un pueblo de todas las naciones de la tierra, ahora nacería un pueblo llamado iglesia compuesto de diferentes culturas, diferentes naciones y desde luego de diferentes idiomas.
Conclusión
¿Debemos hoy en día buscar repetir el día de pentecostés? ¿debemos buscar las señales de Hechos 2? De acuerdo a las Escrituras no hay necesidad alguna para ello. Primero, si eres creyente automáticamente ya tienes al Espíritu Santo fijo y permanente (Ef 1:13-14). Segundo, el día de pentecostés fue un día histórico dado para el nacimiento de la iglesia, y si ya nacimos no hay porqué volver atrás.
Tercero y último, así como las señales de tránsito tienen el propósito de guiarnos al viajar, las señales extraordinarias de pentecostés tuvieron el propósito de guiar a una gran multitud a ver que algo sobrenatural estaba pasando; el Espíritu Santo era derramado sobre cada creyente y un pueblo nuevo se levantaba; un pueblo nuevo compuesto de diferentes naciones, diferentes culturas y diferentes idiomas; de aquí el milagro de lenguas que sirvió como señal para Israel de que ahora por la dureza de su corazón Dios iniciaba una obra nueva con un pueblo nuevo. Un día tan extraordinario como pentecostés necesitaba señales extraordinarias.