Los ángeles no siempre han existido. Numerosos pasajes bíblicos afirman que Dios, en el principio, creó todos los ángeles. Job alude que coros angelicales llenaban los cielos con adoraciones a Dios en el evento de la creación, “cuando cantaban juntas las estrellas del alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo” (Job 38:7). Aunque son seres espirituales, los ángeles son distintos de la Trinidad de Dios y no poseen eternidad.   Una clara diferencia está en Nehemías 9:6 entre el Dios del cielo y su creación, “Solo tú eres el Señor, tú hiciste los cielos, los cielos de los cielos con todo su ejército… y el ejército de los cielos se postra ante ti” Tomás de Aquino (1225-1274), cariñosamente conocido como “Doctor Angélico”, se preocupaba a lo largo de sus escritos por establecer firmemente la creación y existencia de los ángeles.   De acuerdo con Aquino, uno de los propósitos de Dios en la obra de la creación era mostrar Su propia gloria. Por lo tanto, otra manera de demostrar la perfección del cosmos es que refleja la perfección inherente de Dios. Aquino argumenta que ya que Dios posee una inteligencia perfecta y que debe haber criaturas dentro de Su creación que también sean inteligentes. Él cree que los ángeles contribuyen a la gloria de Dios y llevan una semejanza de Dios en sus operaciones como en su sustancia misma.  El padre de la iglesia, Agustín (354-430), enfatiza que la creación revelada en Génesis no menciona directamente la creación de los seres angelicales y que de hecho es sorprendentemente silencioso al respecto, dando más consideración a la creación de las otras criaturas de Dios.   Para Agustín, la creación de los ángeles es materia de una especulación textual y teológica. Él alude a la creación angelical cuando examina los capítulos del libro de Génesis y especula que la creación del cielo en Génesis 1:1 inaugura la ex nihilo, la creación de seres espirituales, mientras que la creación de la “luz” en Génesis 1:3 sirve como el tiempo en que dichas criaturas vienen a la luz, lanzándolas como siervos de Dios, dentro de su discusión.   Agustín fue cuidadoso de señalar que, aunque el relato de la creación en Génesis no menciona directamente la creación de los ángeles, fue concebible que Dios creó a los ángeles antes de la creación del cosmos, o que los ángeles fueron creados en tándem con el establecimiento del cosmos. Para Agustín, el elemento más vital es que los ángeles deben ser comprendidos de una manera que los separe de manera entera y completa de ser coeternos con el Dios Triuno.  Los escritores del Nuevo Testamento también afirman la creación de ángeles. Por ejemplo, en Colosenses 1:16, Pablo establece, “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él”.  En el Nuevo Testamento, Pablo establece, Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él (Col. 1:16). Un estudio detallado de la Escritura demuestra que los ángeles son creados por Dios y que su ser se deriva de Él como su supremo creador.  Adicional a eso, Dios estableció firmemente el número de los ángeles en el momento preciso de su creación (Neh. 9:6). En otras palabras, Dios no está creando ángeles continuamente, pero su existencia y número fue firmemente establecido desde el principio. La Escritura nunca indica el número exacto de los ángeles que fueron creados, pero a menudo alude a innumerables ejércitos.   En el Monte Sinaí, Dios, “vino de en medio de diez millones de santos; a su diestra había fulgor centellante para ellos” (Deut. 33:2). En Salmos 68:17, el salmista identifica “los carros de Dios son miríadas, millares y millares”. Cuando los creyentes entran a la presencia de Dios en adoración, entramos a la presencia de “innumerables ángeles” (Heb. 12:22). Juan recuenta, “oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos; y el número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares” (Apoc. 5:11). Sin importar la población, podemos tener la certeza de que Dios creó un número necesario de ángeles para llevar a cabo Su voluntad y rendir una apropiada adoración a su creador. 

Los ángeles no son humanos 

Mientras que la Biblia asevera que la creación de los ángeles fue hecha por Dios, también insiste que no existen en la misma manera que los seres humanos lo hacen. Por ejemplo, a diferencia de los humanos, Dios creó a los ángeles para que no procrearan (Mat. 22:20) o murieran. El autor de Hebreos propone que todos los ángeles son “espíritus” “¿no son todos ellos espíritus ministradores…?” (Heb. 1:14). Cuando Jesús se apareció a sus discípulos entre la resurrección y la ascensión, Él declara que el “espíritu” no tiene “carne y huesos” como Él (Luc. 24:39).   En la Biblia, los ángeles no son visibles usualmente a menos que Dios los revele (ver Núm. 22:32; 2 Rey. 6:17; Luc. 2:13). Sin embargo, de vez en cuando los ángeles toman forma de cuerpo y se aparecen a varias personas en la Escritura. El ángel dijo a la mujer en la tumba vacía de Jesús, “no temáis; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado” (Mat. 28:5-6). Además, Jesús instruyó a los ángeles a no casarse, para que en la futura resurrección de las personas “ni se casan ni son dados en matrimonio, sino que son como los ángeles de Dios en el cielo” (Mat. 22:30). 

Son poderosos 

El poder angelical es claramente evidente tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el Salmo 103:20, los ángeles son identificados como “poderosos en fortaleza”. En Efesios 1:21, los ángeles son definidos como “poder”, mientras que en Colosenses 1:16 como “autoridades.” En el Antiguo Testamento, los ángeles rescataron personas, destruyeron ciudades, devastaron ejércitos, e incluso causaron ceguera. En el recuento de 2 Samuel 24:10-17, los ángeles derribaron 70,000 hombres en Jerusalén. Los ángeles santos también aparecen para estar en guerra constante con los ángeles caídos (demonios) en los “cielos” (Dan. 10:13; 20-21).   A lo largo del Nuevo Testamento, los ángeles juegan un rol significativo. Un ángel movió la piedra que estaba en la entrada a la tumba de Jesús (Mat. 28:2; Mar. 16:3-4) y libraron a Pedro de la prisión (Hch. 12:7-11). Herodes fue golpeado con un caso fatal de gusanos por un ángel (Hch. 12: 20-23). Pablo se refiere a los ángeles como “poderosos” (2 Tes. 1:7), y Pedro los llama “mayores en fuerza y en potencia” (2 Pe. 2:11). En Apocalipsis, los ángeles ejecutan el poder sobre la naturaleza (Apoc. 12:7-9). Un ángel atará y encarcelará a Satanás (Apoc. 20:1-3).  

No son para ser adorados 

La “adoración a los ángeles” fue una de las falsas doctrinas que fueron enseñadas en Colosas (Col. 2:18). En Apocalipsis, un ángel advierte a Juan de no adorarlo: “No hagas eso; yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos que poseen el testimonio de Jesús; adora a Dios” (Apoc. 19:10). Adicional a eso, nunca debemos orar a los ángeles. Solamente Dios es capaz de responder a nuestra oración.   Pablo nos advierte contra pensar que cualquier otro “mediador” puede interponerse entre nosotros y Dios, “Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre” (1 Tim. 2:5). Si oráramos a algún ángel, implícitamente se les daría a ellos un estatus igual al de Dios. No hay ejemplos en la Escritura de alguien orando a un ángel o pidiendo a un ángel ayuda. Es más, la Escritura no da garantía para buscar apariencias de ángeles. Ellos se manifiestan de manera no solicitada.   Buscar dichas apariencias indicaría una curiosidad no saludable o un deseo por algún tipo de evento espectacular en vez de un amor por Dios y devoción a Él y Su obra. Aunque los ángeles se aparecieron a las personas en varias veces en la Escritura, las personas aparentemente nunca buscaron esas apariencias. Nuestro rol es hablar con el Señor, quien es el mismo comandante de las fuerzas angelicales. Sin embargo, no está mal pedirle a Dios que cumpla Su promesa de el Salmo 91:11 mandar ángeles a protegernos en tiempos de necesidad. 


Foto: Unsplash

Dustin Benge

Dustin Benge (Ph.D., Seminario Teológico Bautista del Sur) es profesor visitante en el Munster Bible College, Cork, Irlanda y profesor del Centro Andrew Fuller para Estudios Bautistas.

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