Dolor: el megáfono de Dios

Lo que parecía una tragedia, Dios lo usó como plataforma para Su gloria. El dolor es el megáfono divino para hablarle al mundo.
Foto: Unsplash

Nací sin brazos.

Esa es la mejor manera de resumir mi historia. Entré en el sufrimiento desde mi nacimiento. Mi cuerpo físico es una valla publicitaria para mi dolor. Esto ha traído burlas, bromas crueles, miradas, y la constante sensación de que no soy como nadie más que encuentro.

Nunca he podido esconderme. Muchas personas pueden enterrar su dolor, pero mi angustia está claramente escrita en mis dos mangas vacías. Esas mangas cuentan una historia sin que mi boca diga una palabra. Mi dolor casi me devoró. Pero Cristo me mostró cuán mayor era Él que mis mangas vacías.

Solía pensar que nacer sin brazos era lo más horrible que le podía pasar a una persona. En Cristo, Él me ha ayudado a decir que lo peor y más doloroso que me ha pasado también es lo mejor que me ha pasado.

Estoy agradecido por mi dolor. Toda la frustración que ha venido con él ha dado una cosecha que nunca podría haber producido por mi cuenta. Dios intervino y me llevó en mi debilidad, permitiéndome conocer Su fuerza, gracia y amor de nuevas maneras. En mi dolor, Él ha magnificado muchos de Sus atributos.

El dolor no define a la persona; incluso en la debilidad se puede encontrar fuerza, gracia y propósito. / Foto: Lightstock

El megáfono de Dios

Siempre me ha atraído C. S. Lewis y su perspectiva sobre el dolor. Lewis probó el dolor de maneras con las que pocos pueden identificarse. Perdió a su madre a una edad temprana, vio a su padre abandonarlo emocionalmente, sufrió una enfermedad respiratoria siendo adolescente, luchó y fue herido en la Primera Guerra Mundial, y finalmente tuvo que enterrar a su amada esposa. A través de todo esto, Lewis escribió acerca de toda su angustia en su obra El problema del dolor. En este libro, Lewis escribió una de sus frases más famosas:

El dolor insiste en ser atendido. Dios nos susurra en nuestros placeres, nos habla en nuestra conciencia, pero grita en nuestro dolor: es Su megáfono para despertar a un mundo sordo.

C. S. Lewis / Foto: Britannica

Somos más intensamente conscientes del carácter de Dios en nuestro sufrimiento. Es cuando se nos quita la autosuficiencia que vemos cuán débiles somos realmente. Es en ese momento de debilidad que, como Dios le dice a Pablo en 2 Corintios 12:9: “Mi poder se perfecciona en la debilidad”. Es en nuestro dolor donde Dios nos hace probar Su poder más íntimamente.

Veo la realidad de la declaración de Lewis claramente en mi propia vida. Dios me ha gritado a través de mi dolor y me ha recordado Su verdad. Mientras las palabras burlonas de los hombres caían sobre mi corazón como una avalancha, Dios me mostró que solo Sus palabras traen vida (Sal 119:25). Fue en mi quebrantamiento que vi la verdadera fuerza de Dios al llevarme adelante. Fue al ver mi identidad destrozada como un niño discapacitado que pude ver la belleza de ser un hijo comprado con sangre (Ro 8:15). Dios usó mi dolor para poder escribir claramente las lecciones de Su gracia en mi corazón y fijar mis afectos en Él (Sal 119:67).

En el sufrimiento se revela el carácter de Dios; Su poder se perfecciona en la debilidad y su gracia se hace más clara. / Foto: Lightstock

Usa el megáfono de Dios para hablar a un mundo moribundo

Una de las realidades más interesantes del sufrimiento es que nuestro dolor personal también habla a quienes nos rodean. Nuestro dolor se convierte en el megáfono de Dios para un mundo que observa. El mundo se siente atraído hacia el paciente de cáncer que tiene esperanza y paz. Los espectadores se asombran ante los padres que se aferran al Buen Padre mientras entierran a su propio hijo. Mis amigos se sorprenden cuando puedo encogerme de hombros ante palabras de odio sobre mi discapacidad y enfocar mi atención en lo que Dios dice acerca de mí.

Nuestro dolor nos da una plataforma. La pregunta entonces es, ¿qué le estoy diciendo al mundo en medio de mi dolor? ¿Dejo que mi fe sea el producto de mis circunstancias o Dios sigue siendo bueno incluso si mis circunstancias no lo son? El alcance de Su carácter y gracia no cambia cuando llega el sufrimiento. Al confiar en Dios, incluso en mi angustia, dejo que mi vida hable de una esperanza que se extiende mucho más allá de lo que podemos ver o tocar.

Una de las realidades más interesantes del sufrimiento es que nuestro dolor personal también habla a quienes nos rodean. / Foto: Envato Elements

Regocíjense en las pruebas

Tenemos el difícil llamado de 1 Pedro 1:6-7 donde se nos ordena regocijarnos cuando somos afligidos por diversas pruebas. ¿Por qué nos regocijamos? “Para que la prueba de la fe de ustedes… sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo”. Nuestra disposición a sufrir con gozo para la gloria de Dios lleva un testimonio que ninguno de nosotros podría expresar jamás. Señalamos a un Dios glorioso que ofrece un tesoro que ni la polilla ni la herrumbre pueden destruir (Mt 6:19-20).

Al sufrir y confiar, recibimos un consuelo único del Padre. En nuestro dolor, sabemos que Dios sigue reinando, ya sea que probemos consuelo o aflicción. Como dice Pablo en 2 Corintios 1:3-6:

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo. Pero si somos atribulados, es para el consuelo y salvación de ustedes; o si somos consolados, es para consuelo de ustedes, que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos.

En nuestro dolor, sabemos que Dios sigue reinando, ya sea que probemos consuelo o aflicción. / Foto: Envato Elements

Cristo nos consuela para que podamos compartir Su consuelo con un mundo herido. Nuestro dolor produce un ministerio de consolación en el que podemos caminar. Su gracia hacia nosotros está destinada a ser mostrada y no escondida por nuestro silencio. Mientras nuestro dolor grita a un mundo herido, que nuestras vidas siempre canten el hecho de que Dios es glorioso incluso cuando nuestras circunstancias no lo son.


Este artículo se publicó originalmente en Desiring God.

Daniel Ritchie

Daniel Ritchie es el pastor estudiantil de la Iglesia Bautista Norman en Huntersville, Carolina del Norte. Él es esposo y padre de dos hijos.

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