“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.” Juan 14:6 Para pintar el escenario, recordemos que en el momento en que Jesús dijo estas palabras Él y sus discípulos estaban juntos en la última cena, la noche anterior a su crucifixión. El había dado a sus discípulos ejemplo de su humildad lavando sus pies (Jn. 13:4-11), y luego Él los mandó a imitarlo (Jn. 13:14) y amar los unos a los otros con el mismo amor que Él los había amado (Jn. 13:34). También predice e identifica su traidor (Jn. 13:21, 26), aquel que lo entregaría a las autoridades; luego les advierte que se quedaría con ellos solamente un poco más de tiempo y que ellos no podían ir con Él (Jn. 13:33). Pedro, conocido por su manera impulsiva de actuar anuncia que él daría su vida por El Maestro, y Jesús le advierte que eso no ocurrirá, sino que lo negará 3 veces antes de que cante el gallo (Jn. 13:38). Nosotros solamente podemos imaginar lo que todos ellos estaban sintiendo en esa noche, quizá sentían confusión, miedo, inseguridad; después de todo, ellos pensaron que Jesús era el Mesías que los liberaría de los romanos, sin embargo, Jesús está advirtiéndoles que se quedarían sin Él. Y con toda esta mezcla de emociones Jesús les dice: “No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí” (Jn. 14:1). Él estaba anunciándoles que iría a preparar un lugar y volvería por ellos para llevarlos con Él (Jn. 14:2-4). Y luego Él les dice “Y conocéis el camino adonde voy” (14:4). Ellos estaban totalmente confundidos; les dice que se va sin decirles a donde, ellos no pueden ir con Él y les advierte que ellos saben donde va. ¿De verdad? Es lógico que Tomás dude y pregunte a qué se refiere (Jn. 14:5), y la respuesta a su pregunta es “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”. Jesús les había enseñado que Él era el único camino al Padre cuando se mostró como El Buen Pastor y La Puerta (Jn. 10), y también cuando se mostró como La Vida (Jn. 11). Y, entonces, ¿por qué era necesario repetirlo y además presentarlo todo en conjunto? En el contexto en que leemos estos versículos, es evidente que no está hablando solamente sobre el camino hacia el cielo, sino la forma en que ganaría nuestra entrada, y por esto fue que dijo: “adonde yo voy, vosotros no podéis ir” (Jn. 13:33). Sabemos que solo Él es perfecto, y entonces es el único que podía sacrificarse para pagar el precio por nuestros pecados, y al hacerlo, aplacar la ira del Dios Padre. Por eso les menciona que estaba preparando un lugar para ellos, y realmente para nosotras también (Jn. 14:2). Él dijo que después de preparar el “lugar”, volvería para llevarlos con Él. El pecado todavía no había sido expiado y está a punto de hacerlo. En el proceso del evento, ellos, sus discípulos, no iban a entender lo que estaría ocurriendo, pero cuando el Espíritu Santo llegara, entonces entenderían lo que Él había hecho (Jn. 14:4), porque “os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Mientras tanto “No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí” (Juan 14:1). ¡La misma preparación del camino se convirtió en el camino por el cual llegar! ¡Es a través de lo que Jesús hizo en la cruz que nuestros pecados fueron transferidos a Él y Su justicia fue transferida a nosotros! (2 Cor.5:21). Pero nota que Él había dicho: “vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros” (Jn. 14:3), Cristo no está refiriéndose a un simple lugar, sino al hecho de que estaremos con Él. ¡El cielo es estar en Su presencia! Me llama la atención que algunas horas después de esta conversación, cuando Pilato preguntó a Jesús si era rey, su respuesta fue “…Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn. 18:37). Como Cristo es la verdad (1 Jn. 1:5), Él puede testificar y enseñarla, sin embargo, el padre de la mentira (Juan 8:44) ha cegado la mente de los no creyentes (2 Cor. 4:4), produciendo culturas vividas en la falsedad. No obstante, Jesús dijo que “el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc. 19:10). Como Pilato preguntó ¿qué es la verdad?, debemos definirla. El Pastor John MacArthur nos da una definición bíblica: “es lo que es consistente con la mente, la voluntad, el carácter, la gloria y el ser de Dios. Más importante aún: la verdad es la autoexpresión de Dios”. Jesús les dijo: “Creedme que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí” (Jn. 14:11) porque Él y El Padre son uno (Jn. 10:30). Como solamente Dios es justo (Deut. 32:4), entonces Él es Dios y Él es la verdad. Así que para caminar el camino hacia donde Él se encuentra, necesitamos creer la verdad, lo que Él nos enseñó, lo que Él demostró y lo que Él es. Y finalmente, Jesús es la vida “Zoe”. Esta es vida abundante, el alma de la vida, o la vida con una llenura absoluta que pertenece a Dios y está vivida para Él. Aunque nos dio vida física “bios” (Col. 1:16), la vida a la que Él se estaba refiriendo aquí, va mas allá de física; es la vida eterna que solamente se obtiene aceptándolo a Él como El Camino, La verdad, y La Vida. Rindiendo nuestras vidas a Él y sirviéndole con todo nuestro corazón, mente y fuerza (Luc. 10:27). La realidad es que, Él es La Vida, y la única forma de obtener esta “Zoe”, es creer en Él como La Verdad y seguirlo porque fue Él quien preparó un lugar para cada una de nosotras abriendo el camino con Su sacrificio para que pudiéramos llegar al Padre. Jesús, entonces, no solamente es La Verdad y La Vida, sino que también se convirtió en el Camino porque nadie llega al Padre sino es por Él (Jn. 14:6). Jesús advirtió a sus discípulos “No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí” (Jn. 14:1), y nos está diciendo lo mismo a nosotras. Cuando no entendemos las circunstancias difíciles que estamos atravesando, cuando nada hace sentido y hemos llegado al final de nuestras fuerzas, recordemos que los discípulos tampoco entendían, pero, el Espíritu Santo nos guiará, hablará de Cristo (Jn. 14:26) y Él, conoce el pasado, presente y el futuro, y siendo sus hijas quiere darnos un futuro y una esperanza (Jer. 29:11). Recordemos las grandes obras que Él ha hecho y mantengamos nuestra mirada en Jesucristo (Heb. 12:2) porque Él nunca cambia (Heb. 13:8). Bendiciones