¿Cuál es el rol de la mujer en el hogar y en la iglesia?

La mujer fue creada con el propósito de ser ayuda idónea, no solo en el contexto del hogar, sino también en la iglesia.
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En la actualidad, muchas mujeres están confundidas acerca de su rol. ¿Es cierto que son inferiores al hombre? ¿Lo que hacen no tiene el mismo valor que el trabajo masculino? Una mujer debe ser “ayuda idónea” en el hogar, pero ¿también en la iglesia? En este breve artículo, pretendo mostrar qué dice la Biblia sobre el rol femenino y nombrar algunos de los obstáculos que enfrentan en su llamado.

Nuestro diseño original

Para hablar sobre el rol de la mujer en la iglesia, necesitamos comenzar en Génesis. Parte del debate en torno a este tema radica en que olvidamos que fuimos creadas por Dios. Por cuanto Él es sabio y perfecto, Su creación tiene un diseño específico que nos permite llevar a cabo Su propósito. Además, el hecho de que Él nos creó le otorga la autoridad para determinar nuestro rol.

¿Cuál es nuestro diseño original? Génesis 1:27 nos dice que la mujer fue hecha a imagen de Dios, por lo cual existe para comunicar la gloria de su Creador. Génesis 2:18 nos dice que fue creada como ayuda idónea, lo que implica que parte de su propósito de exaltar a Dios se cumple en apoyar el liderazgo del hombre. Sin embargo, esto no significa que tenga menos valor que él. Pablo nos dice en Gálatas 3:28 y 1 Corintios 11:11-12 que hombre y mujer son iguales en dignidad.

Génesis 2:18 nos dice que la mujer fue creada como ayuda idónea, lo que implica que parte de su propósito de exaltar a Dios se cumple en apoyar el liderazgo del hombre. / Foto: Unsplash

La honra en la subordinación

Pero, si Génesis ha dejado en claro cuál es el propósito de la mujer y Pablo nos ha dicho que son iguales en dignidad, ¿en dónde está la duda acerca del rol femenino?

La “confusión” surge cuando leemos pasajes como 1 Corintios 11:3, donde Pablo dice: “Pero quiero que sepan que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios”. El conflicto no es bíblico, sino cultural. El problema está en que le asignamos al texto un significado que viene de nuestra propia cultura: creemos que el que lidera tiene más valor que aquel que es subordinado.

Necesitamos cambiar esta forma de entender el liderazgo y adoptar una cosmovisión bíblica. Parte del propósito del Señor es formarnos a la imagen de Cristo (Ro 8:29). Ya que Él es manso y humilde (Mt 11:29), el tener una posición subordinada es algo verdaderamente honroso. De hecho, Pablo nos exhorta en Filipenses 2 a tener “la misma actitud de Cristo”, quien “tomó forma de siervo”.

Así, ya que Dios mandó a ambos géneros a dominar la tierra (Gn 1:27-28), el honroso papel de la mujer es apoyar al hombre en su labor. Cuando aplicamos esto a la actualidad, concluimos que la mujer debe trabajar en el hogar y en la iglesia, incentivando el liderazgo masculino para edificar a la familia y a la congregación. Pero ¿cómo se ve esto en la práctica?

Ya que Dios mandó a ambos géneros a dominar la tierra (Gn 1:27-28), el honroso papel de la mujer es apoyar al hombre en su labor. / Foto: Envato Elements

El cuidado del hogar y de la iglesia

El sexo femenino fue creado con una capacidad particular para conectar con otros y nutrirlos. Por eso, la mujer es fundamental en la crianza de los niños, y parte de su rol se cumple en la educación de ellos, a medida que los cuida y protege. Aunque Proverbios 31 habla sobre las tareas propias del hogar, nos dice que la mujer virtuosa es bastante diligente y trabajadora. Ella no es perezosa en sus labores, sino que apoya e incentiva el liderazgo masculino a través de su trabajo en el cuidado de la casa.

Ahora, aunque el hogar es el primer ministerio de la mujer, ella también tiene una responsabilidad para con su segunda familia, la iglesia. Incluso durante el tiempo en que está cuidando de su hogar, ella servirá a sus hermanos según sus posibilidades. Pero llegará el tiempo en el que ella no tenga niños con necesidades indispensables que deba atender, y allí tendrá una hermosa oportunidad de servir aún más. En esa etapa no se quedará ociosa, sino que tendrá tiempo y experiencia para bendecir a otros, atendiendo el llamado de pasar el legado a la próxima generación de mujeres (Tit 2:4-5).

Aunque el hogar es el primer ministerio de la mujer, ella también tiene una responsabilidad para con su segunda familia, la iglesia. / Foto: Unsplash

Nuestra tendencia pecaminosa

Pero esta labor en la iglesia y en el hogar se ve obstaculizada por nuestro pecado. Génesis 3:16 nos dice que hay en nosotras una tendencia pecaminosa de dominar a nuestros esposos: “Tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti”.

La palabra en hebreo que se traduce como deseo es teshuqah, y se utiliza también en Génesis 4:7, donde el Señor está hablando con Caín y le dice: “Si haces bien, ¿no serás aceptado? Pero si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo” (énfasis añadido). Desde el principio, la naturaleza femenina ha sido la de dominar. La vemos aún en Eva, cuando renunció a su rol de ayuda idónea para liderar a su esposo Adán. Desde entonces, estamos en una guerra espiritual contra nuestros propios deseos.

Trabajando hombro a hombro

Sin embargo, es a través de la renovación de la mente (Ro 12:2) que aprendemos a servir a otros en el hogar y en la iglesia, sometiéndonos al liderazgo masculino en una forma que honra a nuestro Dios. A medida que conocemos y aplicamos la Palabra, abandonamos la tendencia a dominar al hombre y nos convertimos en una “ayuda idónea” que hace su labor con gozo.

Pero no solo las mujeres estamos en este proceso de crecimiento, sino también los hombres. Nuestro rol es caminar juntos y en armonía, ayudándonos a hacer la voluntad de Dios según los roles que nos ha asignado. En el nivel corporativo, todos nos apoyamos para nuestro crecimiento como iglesia (Ef 4:15). Nuestro trabajo como soldados es usar las armas de Dios (Ef 6:10-20) para vencer al enemigo y hacer avanzar Su reino.

¡Qué privilegio es ser usados por Dios en Su obra! Aunque Él no nos necesita, podemos trabajar hombro a hombro con otros soldados de Cristo, para participar en la victoria de nuestro Salvador. Las autoridades y poderes han sido derrotados en la cruz, garantizándonos la victoria (Col 2:15).

No solo las mujeres estamos en este proceso de crecimiento, sino también los hombres. Nuestro rol es caminar juntos y en armonía, ayudándonos a hacer la voluntad de Dios según los roles que nos ha asignado. / Foto: Andrik Langfield

Hermosura femenina

¿Qué mujer no quiere ser hermosa? En Romanos 10:15, Pablo nos recuerda cómo luce la hermosura verdadera y duradera: “¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: ‘¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien’”. Dios nos ha dado el privilegio de experimentar el gozo de la salvación, no solo en nuestra relación personal con Él, sino también cuando ayudamos a otros a entender la verdad. Cumpliendo nuestro rol de servidoras, desde el cuidado en el hogar hasta la enseñanza de la Palabra, es que demostraremos verdadera belleza femenina.

Catherine Scheraldi de Núñez

Catherine Scheraldi de Núñez, es la esposa del pastor Miguel Núñez, y es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer, de la Iglesia Bautista Internacional y es conductora del programa radial «Mujer para la gloria de Dios». Ezer, de la Iglesia Bautista Internacional y . Puedes seguirla en twitter.

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