[dropcap]E[/dropcap]n este momento todos hemos leído muchos artículos y opiniones sobre Facebook, o al menos hemos visto muchos titulares de terror. Lenta y colectivamente estamos despertando al poder que Facebook tiene sobre nosotros, es decir, el poder que nosotros le hemos dado. Le hemos dado poder a Facebook con cada click, toque, y «me gusta». La situación todavía no es nefasta, y aún no necesitamos #eliminarFacebook. Pero definitivamente es tiempo de considerar cuánto poder estamos dispuestos a cederle. Un poder clave que le hemos dado a Facebook es el poder de la curaduría. Hablemos de curaduría, qué es y por qué importa. Acabo de pasar buena parte de una semana explorando museos en Inglaterra. Cada museo tiene cierto número de artículos en exhibición y un número mucho mayor de artículos en bodega. El trabajo del curador es seleccionar qué artículos de la colección estarán a la vista del público y cuáles no. Esto le da al curador cierto tipo de poder sobre el visitante: el poder de describir la historia. El curador puede mantener objetos clave ocultos, oscureciendo así lo que realmente ocurrió. Puede decidir mostrar objetos de poca importancia, y de esa forma cuenta una historia inexacta o desequilibrada. Mientras más uno explora museos, más conciencia toma del poder y la responsabilidad del curador. El poder de la curaduría La curaduría tiene poder, y especialmente el curar ideas. Muchos le hemos confiado a Facebook la cura de las noticias y la información que encontramos. Le hemos permitido a Facebook hacerse responsable de determinar qué veremos y qué no veremos. Escribimos F-a-c-e-b-o-o-k-.-c-o-m en nuestro navegador muchas veces al día para ver qué nos tiene. Cuando hacemos esto, le permitimos a Facebook y su algoritmo de selección de contenido que se interponga entre nosotros y el resto de la web y elija qué veremos. Cada día, incontables millones de informaciones se cargan a Facebook; videos, artículos, ideas, gifs animados, A La Carte, todo llega allí y Facebook, mediante la magia de su algoritmo, decide qué mostrarnos a cada uno. Decide lo que cree que es más probable que nos interese y lo que nos monetice mejor. A fin de cuentas, Facebook es en primer lugar un negocio. Tal vez pensemos que cuando nos gusta una página de Facebook le estamos indicando a Facebook que deseamos ver el contenido de esa página. Pero en realidad no funciona así. El algoritmo aún está entre nosotros y el contenido para hacer esa determinación de manera silenciosa y programática. Para un creador de contenido como yo, no puedo contar con que más del uno por ciento de las personas a las que les gusta mi página realmente vean mi contenido (desde luego, a menos que yo le pague a Facebook para extender ese alcance). El algoritmo lo oculta de personas como tú que quizá quieran verlo. Por lo tanto, es bueno preguntar: con todo lo que sabemos, y todo lo que hemos aprendido, y todo lo que hemos experimentado de Facebook, ¿es este —el poder de la curaduría— un poder que queremos confiarle? En tanto que Facebook determina cada vez más qué noticia es real y cuál es falsa; en tanto que determina qué es amor y qué es odio; en tanto que con su algoritmo nos impone sus propios valores, ¿podemos seguir confiándole que cure nuestro contenido? Personalmente, no me importa si decide cuáles fotos de mis amigos puedo ver o a qué actualizaciones de mis primos tengo acceso, pero no me interesa permitirle que determine lo que merece ser noticia, lo que es importante, o lo que es moral. El futuro en el pasado Tiendo a pensar que el futuro está en el pasado, en una brillante pequeña tecnología llamada RSS. Esencialmente funciona así: casi cada sitio de internet genera lo que se denomina «fuente RSS», un pequeño archivo que contiene la información más reciente de un sitio. Es algo así como un sitio web, pero para que lo lean los computadores, no las personas. Uno puede usar una aplicación o sitio conocido como lector RSS para suscribirse a ese contenido en lugar de uno. Al hacerlo, la aplicación lo «traduce» a un formato comprensible, y nos lo presenta. El trabajo de un lector RSS no es curar el contenido, sino simplemente proveerlo en orden cronológico. Uno se convierte en su propio curador escogiendo lo que agregará en primer lugar. ¿Dónde deberías empezar? Yo comenzaría con Feedly, un potente servicio gratuito ideal para iniciar la marcha. Se puede acceder a él a través de su página o una variedad de aplicaciones. Si quieres saber cómo la usé yo, puedes hacer click aquí (en inglés). Básicamente, se crea una cuenta, se escriben algunos sitios favoritos para poder suscribirse a ellos, y hay que recordar visitar un par de veces al día. Será un buen comienzo. Podrías probar RSS y ver si te funciona. Podrías ver si obtienes algún beneficio al recuperar el poder de l