Un experto en identificar el pecado

Soy un experto en identificar el pecado. Podría ser tentado a gloriarme en ese hecho, excepto por esto: Mientras que soy un experto en identificar el pecado en otras personas, soy un mero novato en identificar el pecado en mí mismo. Y no creo que sea el único. Parece que hay algo profundamente arraigado en la humanidad pecadora que nos da la capacidad de identificar el pecado en los demás, pero de ignorarlo en nosotros mismos. Podemos hacer un recuento exhaustivo de los defectos de otra persona, pero a menudo solo un recuento superficial de los nuestros. Recientemente me encontré reflexionando sobre las vigas y las motas, la pequeña y graciosa parábola que Jesús usa para enfatizar un punto muy serio sobre esa misma disparidad. «¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Déjame sacarte la mota del ojo”, cuando la viga está en tu ojo?» (Mt 7:3-4 LBLA). Mientras que algunas de las parábolas de Jesús requieren un contexto histórico si queremos tener una idea correcta de ellas, esta es bastante sencilla. Has estado afuera con un amigo realizando un pequeño trabajo de remodelación de una casa. De repente, se produce un gran derrumbe y, cuando el polvo  se asienta, ves a tu amigo cubriendo su ojo con su mano y lo oyes decir que tiene un poco de serrín ahí. Te apresuras para ver si puedes ayudar. Pero cuando te acercas, él retrocede y te dice que tienes que ir a buscar ayuda para tí mismo. Lo que él sabe (y tú ignoras) es que en medio de todo el alboroto también tienes algo en el ojo. Pero no es una pequeña mota de serrín. Es una viga. Es una tabla. En realidad, la palabra que usa Jesús aquí describe la viga del techo, la pieza de madera más grande de toda la casa. Así que mientras estás tratando de sacar una mota microscópica del ojo de tu amigo, tienes una viga de 30 pies sobresaliendo del tuyo. Es una ilustración deliberadamente hiperbólica y absurda. Y esto es lo que dice Jesús al respecto: «¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano» (v.5). Eso es obvio. No puedes hacer una microcirugía en el ojo de otro cuando has tenido un trauma importante en el tuyo. Tienes que lidiar con tu propio gran defecto antes de poder ocuparte del defecto menor de otra persona. Pero lo que me parece especialmente significativo es que Jesús describe esto como hipocresía. Eso me resulta  interesante porque hipocresía es una palabra moral, lo que significa que no solo has cometido un error, sino que has cometido un pecado. La hipocresía es cuando se tiene un estándar alto para todos los demás, pero un estándar bajo para uno mismo. La hipocresía es cuando un político dice: «Todo el mundo tiene que ponerse una máscara», pero cuando se le ve en público, evidentemente, su cara está sin ella. La hipocresía es cuando un predicador de la prosperidad le dice a la gente que dé generosamente para que él pueda gastar con esplendidez. Y, en el contexto de lo que Jesús está diciendo aquí, la hipocresía es cuando te preocupas más por el pecado de otras personas que por el tuyo propio. Es cuando tu principal preocupación no son tus propios defectos, sino los defectos de otros cristianos. Esta es la cuestión. Jesús no está enfatizando de que nunca hay un momento para ir a otro cristiano y ayudarlo a ver su pecado. De hecho, necesitamos que otras personas nos ayuden en esa tarea. La mayoría de nosotros podemos pensar en ocasiones en las que nuestros ojos se abrieron a algún hábito o patrón pecaminoso solo después de que alguien se tomó el tiempo de señalárnoslo. Pero es una cuestión de poner primero lo primero. Tal vez sea útil pensar en ello de esta manera. Es terrible tener una mota en el ojo. Cuando tienes la más mínima partícula de serrín en el ojo, estás desesperado por que alguien te ayude a sacarla. Pero si vas al doctor y descubres que tiene una viga que sobresale de la cara, probablemente buscarás otro doctor. ¿Por qué? Porque la viga que tiene en el ojo no solo lo hace incompetente, sino que lo incapacita de verdad. No puede ver. Lo arruinará y lo empeorará. Y así como es terrible tener una mota en el ojo, es miserable tener un pecado en tu vida. Y así como quieres que alguien te ayude a encontrar la mota, quieres que alguien te ayude a identificar el pecado. Pero esa persona tiene que estar calificada y la capacitación es que ella misma ha hecho morir el pecado, que ella misma ha sacado esa viga metafórica de su ojo. Es cuando ella ha hecho eso que está calificada y es capaz. Puede ser tu responsabilidad ayudar a otro cristiano a detectar un pecado y arrepentirse de él. Pero tu primera prioridad debe ser lidiar con tu propio pecado. Tu primera prioridad debe ser exigirte santidad a ti mismo, no la de los demás. Tu primera prioridad debe ser admitir que tienes algunas vigas en el ojo y estar mucho más preocupado por sacarlas que por ir detrás de las motas en el ojo de otra persona. Porque si tratas de ayudar a un amigo mientras ese pecado sigue firmemente arraigado en tu vida, serás incompetente y no estarás capacitado; lo empeorarás. Probablemente hayas oído la famosa cita de Robert Murray M’Cheyne que decía: «Por cada mirada a ti mismo, mira a Cristo diez veces». Lo que quería señalar es que la manera de crecer en piedad no es fijarse en tu propio pecado, sino en la gloria de Cristo, la belleza de Cristo, la santidad de Cristo. Este es un buen y sabio consejo. Y tal vez a la luz de la parábola de Jesús, podemos agregarle algo a esto: «Por cada mirada a otra persona, mírate a ti mismo diez veces». Esto alineará tus prioridades. Por cada mirada al pecado de otra persona, estarás echando diez miradas al tuyo y 100 a la gloria de Cristo. El punto, por supuesto, no es seguir fórmulas matemáticas, sino admitir la debilidad espiritual y establecer prioridades piadosas. Es admitir que aunque puedes ser tremendamente útil en la vida de los demás, también puedes ser imprudentemente dañino. Es establecer que tu primera prioridad no es desenterrar sus motas, sino sacar tus vigas. Este artículo se publicó originalmente en Challies.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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