Uno de estos es diferente a los demás: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, simpatía, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio. Según la carta de Pablo a la iglesia de Galacia, todos excepto uno de ellos, es lo que él denomina fruto del Espíritu, es decir, la evidencia visible de la presencia del Espíritu Santo en la vida de un cristiano. Si eres cristiano, tu vida se caracterizará necesariamente por este tipo de carácter. Pero, ¿cuál es ajeno a la lista? La simpatía. Los seres humanos parecen sentirse naturalmente atraídos por la simpatía. La simpatía es cómoda. Ser simpático es tener un trato agradable, ser cordial, seguir las convenciones sociales. Nos gusta estar rodeados de personas simpáticas al menos en gran parte, porque somos reconfortados por sus palabras o actos agradables y por su adherencia a lo que dicte cualquier costumbre social. Es una cualidad atractiva, pero también puede ser engañosa. Al fin y al cabo, se trata de un rasgo externo, que no tiene necesariamente correlación con lo que ocurre a nivel interno y espiritual. Los cristianos pueden ser agradables, pero también los no creyentes. El Espíritu Santo puede ayudarnos a ser simpáticos, pero la simpatía no es necesariamente una prueba de que estamos viviendo en el Espíritu y por el Espíritu. Algunas de las personas más malvadas son también las más agradables. Brian McLaren bien puede ser el tipo más simpático del mundo. Hace poco tiempo enfrentó numerosas críticas por dirigir una ceremonia de compromiso tras la boda de su hijo con una persona del mismo sexo, una ceremonia que incluyó «elementos cristianos tradicionales». Posteriormente, McLaren se mostró tan simpático como siempre. En su blog respondió a un antiguo seguidor que ahora entendía que ya no podía ver a McLaren como un mentor. Esta persona se tambaleaba, tratando de averiguar quién podría guiarle ahora en su comprensión de la fe cristiana. La respuesta de McLaren fue agradable; tenía apariencia de humildad y de un afecto genuinamente afligido. Sin embargo, era radicalmente opuesta a la Biblia. Cambió precipitadamente la forma en que interpretamos las Escrituras, negando lo que la Biblia deja muy claro. Si se lo permites, Brian McLaren te llevará «agradablemente» directo al infierno. Y él está lejos de ser el único. Tanto la historia de la iglesia como la de la iglesia evangélica contemporánea están repletas de personas simpáticas que están en completa rebelión contra Dios. ¿Habrá alguien más agradable que Joel Osteen? Y sin embargo, ¿habrá alguien cuyo mensaje tenga menos del evangelio y más de tonterías antibíblicas? Puedes verlo en este video, sentado con Oprah Winfrey, recibiendo elogios, con simpatía, guiando sonriente a una multitud ansiosa más y más lejos de la cruz. Es simpático, pero él también te llevará directamente a las puertas del infierno, mostrando esa brillante sonrisa todo el tiempo. Los cristianos están llamados por Dios a mantenerse firmes en lo que la Biblia dice que es verdad, sin importar cuán contracultural y odioso sea para la mentalidad de la época. Cuando los cristianos hacen esto, a menudo se nos presenta como desagradables o antipáticos, lo contrario de agradables. Necesitamos permitir que nos presenten como antipáticos. No podemos permitir que la simpatía sea un fruto del Espíritu junto con el resto. Sería imposible ser agradables cuando estamos firmemente convencidos de lo que dice la Biblia sobre el matrimonio, sobre el valor de los niños no nacidos, o cualquier otra área en la que la cultura entre en conflicto con las Escrituras. Necesitamos aceptarlo, siempre y cuando el fruto del Espíritu esté presente en su lugar. Si vamos a ser agradables, primero debemos estar llenos de amor, paciencia, bondad, mansedumbre, dominio propio y las demás cualidades de carácter que reflejan genuinamente al Espíritu. La simpatía no es una mala cualidad. No es malo ni pecaminoso ser agradable. Pero la sobrevaloramos enormemente y al mismo tiempo la confundimos con aquellos rasgos que son mucho más importantes. Puede ser bueno ser agradable, pero es mucho mejor ser santo.