Seis formas prácticas de honrar a los padres

Dios llama a todos los hijos de todas las edades a mostrar honra a nuestros padres, a negarnos a deshonrar a nuestros padres.

Los mandamientos de Dios son perfectamente claros en lo que expresan  y, por lo  general, en lo que demandan. Sin embargo, aplicar esos mandamientos de forma práctica y en la vida cotidiana puede suponer un desafío. Puede requerir reflexión, oración y creatividad. Este es exactamente el caso del quinto mandamiento—«honra a tu padre y a tu madre»— y especialmente para los hijos adultos. Los hijos pequeños honran a sus padres con su obediencia, pero ¿qué pasa con los adultos? ¿Cómo honramos  a nuestros padres de forma apropiada? Me he tomado mucho tiempo para llegar a este punto en mi serie El mandamiento que se nos olvidó, y esto ha sido deliberado. Nuestra tendencia es pasar por alto los asuntos fundacionales para ir directamente a las cosas prácticas. ¡Solo dame la lista de cosas que hacer y las haré! Pero el cambio más profundo en nosotros mismos, así como la forma más apropiada de honrar a nuestros padres, vendrá cuando nos aseguremos primero de entender el mandamiento de Dios: qué significa, por qué lo ordena, por qué es tan importante. Confío en que hayas venido siguiendo los artículos anteriores y, si lo has hecho, ahora estás listo para considerar formas prácticas en las que puedes honrar a tus padres. Honrar a quien es debido honrar En un artículo anterior señalé que honrar a los padres es una forma de honrar a toda autoridad, incluido el mismo Dios. Como dice Tim Keller: «el respeto a los padres es la base de cualquier otro tipo de respeto y de cualquier otro tipo de autoridad». También he señalado que este mandamiento no caduca— debemos honrar a nuestros padres en la infancia y en la edad adulta, porque tenemos una deuda de honra que nunca termina. ¿Cuál es la honra que Dios quiere que demos a nuestros padres? Voy a ofrecer seis sugerencias generales, aunque ciertamente podríamos encontrar muchas más. Lo advierto de antemano, en todos los casos existirá la tentación de decir: «Sí, pero tú no conoces a mis padres. No sabes quiénes son ni lo que me hicieron». Entiendo que en algunos casos mostrar honra puede ser difícil o casi imposible y en nuestro próximo artículo hablaremos de algunos casos difíciles. Pero por ahora, consideremos simplemente algunas formas prácticas en las que podemos honrar a nuestros padres. Perdónalos Quizá la forma más importante en la que podemos honrar a nuestros padres es perdonándolos. La realidad es que no hay padres perfectos. Todos los padres han estado muy por debajo de las expectativas de sus hijos y, con toda probabilidad, aún de sus propias expectativas. Nuestros padres han pecado contra nosotros. Han tomado decisiones poco acertadas, han tenido expectativas poco realistas, han dicho y hecho cosas que nos han dejado profundamente heridos. Por eso, muchos hijos llegan a la edad adulta controlados por la ira y la amargura. Se sienten incapaces de superar los errores o el pecado de sus padres. La mejor manera de honrar a nuestros padres es perdonándolos. Y esto es realmente posible, porque servimos e imitamos a un Salvador que perdona. En la Biblia vemos la disposición de Jesús a perdonar a los que le habían herido. En el mismo momento en que le clavaron  los clavos en Su carne, gritó «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc. 23:34). Estando al pie de la cruz y considerando a semejante Salvador, ¿quiénes somos nosotros para negar el perdón a nuestros padres? Honramos a nuestros padres concediéndoles la gracia y el perdón. Habla bien de ellos Otra forma de honrar a nuestros padres es hablar bien de ellos; negándonos  a hablar mal de ellos. Vivimos en una época en la que se considera noble ventilar  nuestras quejas, en la que se considera terapéutico ventilar  nuestros trapos sucios. No nos importa decirle al mundo lo que pensamos de nuestros gobernantes, nuestros jefes, nuestros padres. Sin embargo, la Biblia nos advierte que debemos honrar y respetar a todas las autoridades que Dios ha puesto sobre nosotros (Ro. 13:7). Nos advierte que nuestras palabras tienen el poder de expresar honra o deshonra. No podemos pasar por alto que en el Antiguo Testamento el castigo por maldecir a los padres era el mismo que se aplicaba por agredirlos (Éx. 21:15-17, Le. 20:9), pues la raíz del pecado era la misma. Maldecir a los padres o golpearlos es violar el quinto mandamiento así como el sexto. Tenemos que hablar bien de nuestros padres. Tenemos que hablar bien de ellos mientras están vivos y hablar bien de ellos después de que hayan muerto, hablar bien de ellos a nuestros hermanos, a nuestros cónyuges y a nuestros hijos. Tenemos que hablar bien de ellos a nuestras iglesias y comunidades, modelando un tipo de honra y respeto contracultural que hace mucho que ha desaparecido en demasiados contextos. Cristiano, habla bien de tus padres y niégate a hablar mal de ellos. Reconócelos en público y en privado. Una tercera forma de mostrar honra a los padres es expresarles reconocimiento tanto en privado como en público. En un poderoso sermón sobre el quinto mandamiento, Tim Keller anima a los hijos a «Respetar la necesidad [de los padres] de verse a sí mismos en ti». Los padres anhelan ver cómo es que han impactado a sus hijos, cómo sus hijos son un reflejo de sus fortalezas, de sus valores. «No se dan cuenta de lo importante que es darles crédito en lo que puedan. No te das cuenta de lo importante que es decir: «Sabes, todo lo que realmente aprendí sobre el ahorro lo aprendí de ti». Decir: «Sabes, papá, esa fue una de las cosas que siempre me enseñaste y que realmente aprecio ». Son medidas sencillas, pero que aportan gran alegría y honra a nuestros padres. Podemos transmitir ese reconocimiento en privado, en una conversación de uno a uno, o podemos hacerlo públicamente, quizá mediante discursos o sermones o incluso en conversaciones en celebraciones familiares. Dennis Rainey va más lejos, haciendo un llamado a los hijos a que escriban un homenaje formal a sus padres, se lo presenten y lo lean en voz alta en su presencia. Podemos honrar a nuestros padres expresando reconocimiento. Busca su sabiduría Honramos a nuestros padres cuando buscamos su sabiduría en las vicisitudes de la vida. La Biblia asocia constantemente la juventud con la insensatez y la edad madura con la sabiduría (Pr. 20:29, Job 12:12), y nos dice que los que han vivido más tiempo generalmente han acumulado mayor sabiduría. Por tanto, hacemos bien en apoyarnos en ellos para adquirir entendimiento, buscando su opinión cuando nos enfrentamos a decisiones importantes. En algunas culturas esto es esperado y en otras se evita. Pero en cualquier caso, honramos a nuestros padres cuando buscamos su ayuda, aunque al final no podamos o no debamos hacerles caso. Apóyalos También podemos honrar a nuestros padres apoyándolos. No me refiero todavía al apoyo económico, sino a otras formas de amor y cuidado. Pienso en David en un momento especialmente difícil de su vida, agobiado por las preocupaciones y atacado por los enemigos. En este contexto, clamó a Dios y dijo: «No me deseches en el tiempo de la vejez; no me abandones cuando se agoten mis fuerzas» (Sal. 71:9). David temía la combinación de edad y aislamiento, de ser viejo y estar solo. Lo mismo ocurre con nuestros padres ancianos. Cuando somos jóvenes ganamos fuerza y anhelamos la independencia. Nuestros padres nos educan para ser fuertes y libres. Pero hay un intercambio, un traspaso del bastón de mando, ya que a medida que nuestros padres envejecen se debilitan y empiezan a perder su independencia (Ec. 12:1-8). Honramos a nuestros padres dándoles la seguridad de que no les abandonaremos en su vejez. Al igual que ellos cuidaron de nosotros, nosotros cuidaremos de ellos. Esta es nuestra responsabilidad y debería ser nuestro gozo. En una época en la que millones de ancianos viven solos, recluidos en residencias y hospitales, atendidos por profesionales en lugar de que lo hagan los familiares, los cristianos tienen la oportunidad de mostrar una honra especial. Kent Hughes afirma que, aunque los padres no tengan necesidades económicas, «sigue existiendo la obligación cristiana de prestar cuidados prácticos y cariñosos. Se pueden emplear enfermeras, pero debe haber algo más: el cuidado no puede hacerse por delegación. La negligencia emocional y el abandono no son una opción, porque tal conducta “es peor que [la de] un incrédulo”». Provee para ellos Finalmente, podemos honrar a nuestros padres proveyéndoles económicamente. En 1 Timoteo 5 encontramos a Pablo diciéndole a Timoteo cómo honrar a las viudas dentro de la iglesia. Al dar instrucciones, él da dos principios importantes: Los hijos deben devolver algo a sus padres (4) y los cristianos que no proveen a los miembros de su familia se comportan peor que los incrédulos (8). Los comentaristas son casi unánimes en extender estos principios a los hijos y a sus padres ancianos. Lo que en algunas culturas no tiene importancia es controvertido en otras, incluida la mía. Stott señala que «las culturas africana y asiática, que han desarrollado la familia extendida en lugar de la nuclear, son una amonestación permanente a Occidente en esta materia». Cuando los hijos son pequeños, Dios espera que los padres provean para ellos (2 Co. 12:14). Pero, según Stott, «cuando los padres envejecen y se debilitan, es entonces cuando se invierten los papeles y las responsabilidades». Hughes dice que «los hijos e hijas cristianos son responsables del cuidado [económico] de las viudas y, como amplía el texto, de sus padres y abuelos desvalidos». William Barcley dice más o menos lo mismo: «La crianza de los hijos requiere un tremendo sacrificio y es justo que los hijos hagan sacrificios por los padres a cambio». También podríamos considerar Marcos 7:9-13 y la dura reprimenda de Jesús a los fariseos por su negativa a cuidar de sus padres. Tal vez ninguna forma de honra vaya más  en contra de la cultura occidental que esta. Pero está claro: la Biblia llama a los cristianos a asumir una responsabilidad especial en la provisión de los miembros de su familia. Este mandato se aplica por igual a los padres de hijos pequeños y a los hijos de padres ancianos. Conclusión Dios llama a todos los hijos de todas las edades a mostrar honra a nuestros padres, a negarnos a deshonrar a nuestros padres. Nos llama a honrarlos como resultado de honrarlo a él. Nos llama a ser personas que respetan Su soberanía, respetando a los padres que Él tuvo a bien darnos. ¿De qué manera te llama Dios a honrar a tus padres? Este artículo se publicó originalmente en Challies. Más artículos de esta serie: El mandamiento que se nos olvidó. Dulces promesas de bendición, terribles amenazas de juicio. Obediencia momentánea, honra para siempre. El honor de uno es la vergüenza de otro.  

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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