Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por Sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido. (…) El salario del justo es la vida; la ganancia del malvado es el pecado. (…) Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza (3:11-12; 10:16; 24:10).
Prosperidad y adeversidad
Tanto el éxito como el sufrimiento nos ponen a prueba (28 de agosto). El mismo éxito financiero que conduce al sabio a la vida conduce al malvado al pecado (10:16). Una de las peores cosas que Dios puede hacer a las personas es dejarles tener lo que quieren, “entregarlas” a sus deseos (Romanos 1:24, 26). Si las personas orgullosas obtienen éxito, si las personas codiciosas se hacen ricas y si las personas lujuriosas logran belleza física, solo les confirma su ilusión de capacidad propia para alcanzar la felicidad, y eso conducirá a una mayor desesperación al final, cuando todos estos supuestos paraísos se conviertan en callejones sin salida. Solo el agua viva de Jesús puede satisfacer (Juan 4:13-14). Por otro lado, qué fácil es desanimarse en el día de la aflicción. ¿Cómo podemos pasar ambas pruebas? Creyendo en el evangelio de Jesús. El mensaje del evangelio sobre nuestra total depravación nos impide enorgullecernos de nuestro éxito, pero su mensaje sobre el amor incondicional de Dios nos ayuda a atravesar cualquier valle oscuro. Mirando hacia atrás en tu vida, ¿dirías que la mayor prueba espiritual para ti ha sido la prosperidad o la adversidad? Oración: Señor, al mirar mi propio corazón y a las personas que conozco, a pesar de nuestro miedo a sufrir, “la adversidad ha matado a sus miles, pero la prosperidad a sus diez miles”. Es más probable que en los buenos tiempos te perdamos de vista. Sálvanos, espiritualmente, de la prosperidad. Amén. Este artículo fue extraído del libro Sabiduría de Dios para navegar por la vida publicado por Poiema Publicaciones. Además, puedes leer más artículos sobre este tipo de libros en El Blog de Poiema.