¿Qué puede hacer un corazón? ¿Cuáles acciones asociamos con el corazón humano? Un corazón puede latir; un corazón se acelera; un corazón puede detenerse. Todo eso es muy literal y habla del corazón como la parte física de nuestro cuerpo. Pero también hablamos del corazón metafóricamente como el lugar de nuestras emociones. Así que, decimos que un corazón puede anhelar y amar, puede sentir dolor y romperse. Incluso decimos que un corazón se puede dar: «Te doy mi corazón». El corazón, pues, en nuestra forma de pensar, es físico y emocional. Pero entonces, ¿cómo utiliza la Biblia la palabra «corazón»? ¿Sabías que el Nuevo Testamento utiliza la palabra «corazón» más de cien veces, pero ni una sola vez para referirse al órgano en tu pecho? Solo la utiliza como metáfora, como una imagen de la palabra. Entonces, ¿qué puede hacer el corazón según la Biblia? He buscado en el Nuevo Testamento todos los usos y he elaborado una lista: Un corazón puede pensar, un corazón puede entender, un corazón puede desear, un corazón puede hablar; un corazón puede dudar o creer, puede amar u odiar, puede arrepentirse o permanecer impenitente. Un corazón puede ser sordo o agudo, duro o blando, abierto o cerrado, abatido o refrescado, correcto o equivocado, sincero o hipócrita, puro o impuro. El corazón puede tener anhelos y secretos e intenciones y propósitos. Puede producir el bien o el mal, puede ser lleno del Espíritu Santo o de Satanás; puede estar cerca de Dios o alejarse de Él. Y aunque la lista es bastante larga, solo se refiere al Nuevo Testamento, que representa apenas el 15% de las veces que se utiliza esta palabra en toda la Biblia. Así que, según el pensamiento de los autores bíblicos, el corazón es mucho más que una emoción. Es el lugar donde se originan nuestras acciones. Es el lugar donde se originan nuestros pensamientos y palabras, así como nuestras intenciones y motivos, nuestras convicciones y adoración. El corazón es el lugar del afecto, la emoción y la razón, desde el cual emitimos órdenes al resto de nuestras facultades. Se podría decir que el corazón es el controlador del dron. Ese dron se quedará ahí sin hacer nada hasta que toques un botón o un interruptor. Y entonces responderá; y entonces obedecerá las órdenes que se le den. Se podría decir que el corazón es el centro de control de la misión de la NASA que dice a los astronautas cuándo despegar y cuándo aterrizar. No haremos nada, ni diremos nada, ni siquiera desearemos nada, sin que el corazón nos dé primero la orden. Ninguna de nuestras habilidades o facultades funciona independientemente del corazón. El corazón, pues, es el lugar donde la influencia de Dios entra en contacto con la voluntad del hombre para ser aceptada o rechazada, para ser obedecida o desobedecida. Esto hace que el corazón sea el mismo centro moral del ser humano. Y es por esta razón que necesitamos pedirle a Dios que escudriñe el corazón, que lo examine y busque en él cualquier cosa que lo deshonre o que amenace nuestro bienestar. Por eso debemos vigilar todas nuestras palabras y acciones, sabiendo que son el desbordamiento del corazón y que exponen el estado del mismo. Es por esta razón que necesitamos vigilar el corazón, atender el corazón, guardar el corazón, y alimentar y satisfacer el corazón con un buen alimento espiritual. Es por esta razón que nada importa más en la vida cristiana que el corazón. Porque, a los ojos de Dios, el corazón es siempre el centro del asunto. Este artículo se publicó originalmente en Challies.
