Anteriormente, te hablé de algunos aspectos en los que debes pensar antes de casarte. En esta ocasión, quisiera que medites en algunos focos de alerta que es importantísimo solucionar antes de dar el sí en el altar. De lo contrario, necesitas considerar seriamente posponer o cancelar la boda, particularmente si tu novio no asume su responsabilidad al ser confrontado.
Su prioridad
No hay ojos ni tiempo ni corazón para nadie más. Solo tú. Su anhelo es amarte y vivir para ti “así como Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella” (Ef 5:25). Está tan locamente enamorado de ti, que todos sus esfuerzos son para pasar cada día del resto de su vida construyendo un matrimonio pleno.
Lo opuesto a este ideal es un novio que tiene otras prioridades. Puede ser su trabajo, su pasatiempo, su familia paterna o, peor aún, otras chicas. Una mujer necesita ser amada, servida y protegida al mismo nivel que Cristo lo hizo con la iglesia. En palabras del pastor Adrian Rogers, por allá en los 90, “un hombre jamás podrá amar ‘demasiado’ a su esposa. Nos quedamos cortos en amar como Cristo”.
Un hombre que no tiene a su esposa como prioridad, tiene más tendencias al abandono emocional, está mentalmente ausente, no se involucra ni se esfuerza lo suficiente. En el peor escenario, esto puede llevar al adulterio. Por favor, sé objetiva. Si en la etapa de compromiso observas que no eres su prioridad, en el matrimonio tampoco lo serás. Si te fue infiel en el noviazgo, las estadísticas dicen que será infiel en el matrimonio.
El Señor y Su obra
El único tema mayor que su amor por ti debería ser una pasión por el Señor. El esposo ideal es aquel que, con todo su corazón, quiere ser un ferviente discípulo de Cristo y ser un entusiasta miembro del cuerpo de Cristo. ¿Cuáles son los focos de alerta?
El que estorba. El Señor no lo entusiasma; rara vez lee la Biblia u ora; pocas veces se congrega; la Gran Comisión no es algo relevante para él; no está involucrado en ningún ministerio; si tú quieres servir a Dios, te pone trabas o te manda sola en su representación o minimiza tu fervor.
El que abandona. Es el otro extremo. Su familia no es prioridad. El servicio a Dios casi raya en la obsesión y siempre pone al ministerio en primer lugar sin importar las necesidades de esposa e hijos. Tristemente, he visto familias fragmentadas por un hombre que tal vez tenía un llamado a no casarse, sino entregarse de lleno al Señor, como Pablo. O probablemente es un narcisista que usa el ministerio para su propia gloria.
Desde el noviazgo ya se dejan ver algunas señales de ambos patrones. Como les digo a los jóvenes: cásate con alguien que ame muchísimo al Señor, que te ame muchísimo a ti y que quiera que sirvan juntos siempre. Es como un tripié, que con cualquier “pata” que falte la relación se ve afectada. Que sea Dios, tú, los hijos, la obra y todo lo demás.
Pornografía
En Mateo 5:28, el Señor Jesús dijo que “todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón”. La pornografía hace justo eso: produce codicia hacia un cuerpo que no se puede tener. Es muy diferente al sano deseo sexual que un hombre tiene por su esposa. El Señor considera este asunto tan grave, que la palabra traducida como adulterio se usa para la infidelidad conyugal y a la infidelidad espiritual (apostasía).
La pornografía es la plaga del siglo veintiuno. Hoy, cualquier persona puede acceder al contenido en segundos. La edad promedio en la que un niño la encuentra accidentalmente es seis años. Su uso continuo produce una adicción muy fácilmente, como sucede con la cocaína. Afortunadamente, no todos los hombres que la descubren se vuelven usuarios o adictos, pero la presión social para que la consuman sigue siendo altísima.
Muchos jóvenes creen que el matrimonio es la solución, pero la realidad es que el vicio no desaparece automáticamente solo por haberse casado. Otros la consideran una alternativa “saludable” a la fornicación o el adulterio, pero ya vimos que para el Señor no es así. Las esposas engañadas a través de pornografía sufren los mismos daños psicológicos que aquellas víctimas de un adulterio consumado.
Los estragos emocionales, mentales, sociales y fisiológicos en la persona adicta son muchos y muy delicados. Algunos son difíciles de solucionar. Puedes leer acerca de ellos en mi libro 13 mitos acerca del sexo. Aunque la pornografía también tiene usuarios que son mujeres (actualmente es 3 de cada 10), hoy quiero que pienses en tu prometido. Si él tiene un problema de pornografía es urgente abordar el tema a tiempo.
Muchas mujeres se arrepienten de haberse casado con un adicto a la pornografía y muchos matrimonios terminan por esta causa. A veces, el usuario desearía poder dejarla pero no puede, tal como cualquier adicto a alguna droga. En otras, niega el problema, lo minimiza, está poco comprometido a rehabilitarse o reincide una y otra vez. Algunos hombres prefieren terminar el noviazgo a dejar su vicio. En cualquier caso, te aconsejo seriamente posponer la boda.
Violencia
La Escritura habla mucho en contra de la ira, agresividad y violencia. Cada tanto nos encontramos con textos como: “El hombre pronto a la ira obra neciamente” (Pro 14:17a). El sentimiento de enojo en sí mismo, no suele ser pecado, pero una persona dominada por el enojo está controlada por su carne y no por el Señor. En vez de mostrar el fruto del Espíritu, actúa neciamente. Su maltrato hacia los demás es una clara desviación del mayor mandamiento.
Muchas chicas dicen: “Mi novio jamás me golpearía”. Sin embargo, el abuso físico llega después del abuso emocional y espiritual. Un hombre que es cruel con sus palabras, casi siempre malhumorado, que no soporta cuando las cosas no salen como él quiere, que discute por cualquier tema y con cualquiera, es un gran foco de alerta.
Si pelean a menudo, si te encuentras justificándolo, te hace comentario pasivo agresivos, te intimida con palabras y actitudes, te grita, te regaña, te amenaza, te condiciona, te prohíbe, ¡Cuidado! Sí, incluso entre cristianos.
Inmadurez
Es increíble que tenga que incluir este punto, pero, lamentablemente, cada día hay más maridos cristianos inmaduros: mala gestión emocional, irresponsabilidad para trabajar, incapacidad para hacerse cargo de sí mismos o de otros, inconscientes en sus gastos, se enojan si se les “molesta”, etc. Entonces ¿por qué se casan? Porque quieren tener sexo lícito con una mujer piadosa, que a la vez sea una mamá que los alimente y les limpie la casa.
Tal vez es guapísimo, es médico, es un gran músico, graduado del seminario bíblico e hijo y nieto de pastores. Eso no es garantía de madurez. Ni siquiera la edad lo es. ¿Y sabes? No es tu trabajo hacerlo madurar, eso es obra del Espíritu de Dios; Él es quien da convicción de pecado (Jn 16:8-13). Recuerda que estás buscando un esposo, no adoptar un hijo adulto. Un novio inmaduro será un esposo inmaduro.
Entonces ¿qué hacer?
- Medita y ora para determinar en qué estado se encuentra realmente la relación.
- Busca consejería respecto a tus dudas e inquietudes, con personas sabias que los conozcan bien a ambos y que estén capacitados en el tema.
- Habla con tu prometido acerca de los problemas presentes; hazlo abiertamente pero con sabiduría y tacto.
Recuerda que antes de dar el sí, es esencial que haya frutos reales, consistentes y constantes. Si no, es mejor cancelar una boda, en lugar de entrar en un matrimonio que no glorifique a Dios y que probablemente te llevaría a un divorcio o una vida de abuso.