Oraciones que Dios no responde

Donde frecuentemente nos equivocamos es cuando no creemos que Dios realmente quiere bendecirnos, cuando no creemos que Sus motivos están siempre basados en el amor

Hay momentos en los que parece que Dios no nos escucha. Hay momentos en los que parece que Dios se ha vuelto sordo a nuestras oraciones y no responde a nuestro clamor. Hay momentos cuando buscamos, pero no encontramos; llamamos, pero no encontramos la puerta abierta. ¿Por qué a veces Dios no contesta nuestras oraciones? Sin embargo, realmente hay momentos en los que no responde. Esto no debería sorprendernos si tenemos una evaluación adecuada de nuestra propia finitud, nuestro propio egoísmo, nuestra propia pecaminosidad, nuestra propia simplicidad. Sabemos que Dios tiene un poder inmenso, una santidad perfecta, una sabiduría completa y planes y propósitos que abarcan todo el tiempo y el espacio. Nuestras vidas y el mundo que nos rodea estarían en condiciones lamentables si Dios estuviera en deuda con todas y cada una de nuestras peticiones. Nuestra confianza, entonces, no está en que Dios responda cada una de nuestras oraciones tal como las hemos pedido, sino en que Dios escuche esas oraciones y determine si, cuándo y cómo responderlas mejor. Si Dios es verdaderamente quien dice ser, si es verdaderamente nuestro buen Padre y nosotros Sus hijos amados, podemos estar seguros de que, si no responde, lo hace porque eso es lo mejor para nosotros. Dios no es cruel, arbitrario, ni apático. Por lo tanto, Su inacción debe ser para nuestro bien, no para nuestro mal. Entonces, ¿cuáles son algunas de las maneras en las que Dios expresa Su amor y Su bondad a través de las oraciones no contestadas? Es probable que Dios no conteste nuestras oraciones cuando al hacerlo nos quitaría una bendición. Esto es especialmente cierto cuando oramos para ser aliviados del sufrimiento o de una carga. La Biblia y nuestra propia experiencia dejan ver de manera clara que Dios a menudo obra poderosamente a través de las dificultades, no separado de ellas. En ese  caso, liberarnos demasiado rápido sería en realidad robarnos una bendición. Sería quitar la circunstancia misma a través de la cual Dios nos está conformando a Su imagen. Hay algunas flores que solo se pueden arrancar en las profundidades de los valles y otras solo en las cumbres de las montañas; y del mismo modo hay algunas bendiciones que solo se pueden obtener en la adversidad. Dios no nos privará de experimentar bendiciones al llevarnos más allá de los medios a través de los cuales pueden ser nuestras. Por tanto, es posible que Dios no responda a nuestras oraciones cuando son egoístas. Si oramos de tal manera que solo queremos lo mejor para nosotros y no para los demás, es probable que Dios no conceda nuestra petición. La mente de Dios es mucho más grande que la nuestra y Su plan mucho más expansivo. Él siempre considera lo mejor para todos Sus hijos y difícilmente hará daño a uno para bendecir a otro. Ya sea que nuestras oraciones sean egoístas intencionadamente o egoístas por ignorancia,puede que Dios no las responda si, al darnos una bendición, esta provoca un dolor para alguien más. Por supuesto, es probable que Dios no responda nuestras oraciones cuando lo que piden es pecaminoso o cuando nosotros mismos vivimos sin arrepentirnos. Dios no concederá oraciones que exijan lo que Él ha prohibido o que rechacen lo que deleita Su corazón. Él no responderá las oraciones de aquellos que están viviendo en pecado, sin arrepentimiento, y que rechazan la inspiración y súplica de Su Espíritu. Dios puede cerrar sus oídos a nuestras súplicas como un medio de castigo paternal, con el propósito de despertarnos para que veamos nuestra pecaminosidad, ablandar nuestros corazones y guiarnos de regreso a Él. También hay momentos en que nuestras oraciones no son respondidas solo porque se retrasan. El Dios que ve el final desde el principio no se niega a responder; simplemente espera hasta que sea el momento oportuno. Es posible que nuestro carácter no esté preparado todavía o que las circunstancias no sean apropiadas para recibir aquello por lo que hemos orado. Así como un niño no puede estudiar matemáticas avanzadas antes de dominar los conceptos básicos, es probable que necesitemos una preparación divina para poder recibir y apreciar algunas de las bendiciones de Dios. Muchos de los que claman por éxito se arruinarían si lo recibieran, así que Dios amorosamente lo posterga hasta que sus corazones y vidas estén preparados. También podría ser que las bendiciones que queremos aún no hayan sido preparadas completamente. Podemos plantar un árbol de manzanas e inmediatamente orar para que dé frutos, pero tardará muchas estaciones para que crezca y madure, y solo entonces satisfará nuestra hambre. Y esto es cierto para muchas de las bendiciones que anhelamos. Puede haber un largo período de preparación en el que debemos esperar pacientemente mientras la mano del Señor prepara esas bendiciones. El silencio de Dios no fluye de la apatía o la indiferencia, sino del amor. Él no se niega a concedernos la bendición, sino que simplemente la prepara, la nutre desde la semilla hasta que dé retoños y frutos. Donde frecuentemente nos equivocamos es cuando no creemos que Dios realmente quiere bendecirnos, cuando no creemos que Sus motivos están siempre basados en el amor, cuando no esperamos a que Su tiempo sea el correcto y Su respuesta sea perfecta. Nuestra tarea es confiar en Él, confiar en lo que nos dará y en lo que negará, en lo que otorgará en un momento y lo que proveerá solo con el tiempo. Nuestra tarea es orar y esperar, orar y confiar, orar y observar cómo Él hará  extremada y abundantemente mucho más de todo lo que podemos pedir o incluso imaginar. Este artículo se publicó originalmente en Challies.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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