Misericordia en un frenesí de alimentación

Dios no nos pide hacer más de lo que Él ya ha hecho, esto es, el extender misericordia hacia aquellos que desesperadamente la necesitarán. 

Hasta que el terreno fue expropiado para dar paso a nuevas urbanizaciones, Oakville, contaba con una excepcional tienda de peces tropicales. En el centro, estaba un gran acuario circular lleno de tiburones y otros peces depredadores, una vez a la semana los empleados organizaban un frenesí de alimentación abierto al público. Uno de ellos subía por una escalera a la parte superior del tanque y lanzaba trozos de carne a las criaturas que acechaban debajo. En cuanto la carne llegaba a la superficie y la sangre empezaba a filtrarse en el agua, los tiburones se volvían locos; agitándose, dando vueltas, peleándose por los trozos. Rara vez un trozo llegaba hasta el fondo antes de que dos, tres o cuatro tiburones estuvieran luchando por él, destrozándolo, engullendo todo.  Casi podíamos haber sido nosotros, personas que, a menudo, nos deleitamos en destrozarnos unos a otros, centrándonos en los defectos más que en las virtudes, en ser críticos antes que alentar, ásperos más que tiernos, vengativos más que misericordiosos.   Recientemente, estudiando la parábola del Buen Samaritano, me maravillé de su ejemplo de misericordia. Debido a que este enseñanza particular está ligada a un entorno y contexto determinado, invertí algo de tiempo ponderando, como aplica hoy en día, las formas en las que enseña a personas como tú y yo a mostrar misericordia divina, antes que la crueldad humana. Permíteme presentarte algunas:  Podemos mostrar misericordia hacia las personas que sufren. Esta es la categoría más obvia y de la que Jesús habló en Su parábola. Cuando nos percatamos de personas en necesidad, indigentes, abatidas, afligidas o  sufrientes, está bien sentir compasión, para entonces actuar con amor hacia ellos. Como el sacerdote, levita y el samaritano, simplemente iremos por la vida, y en la providencia de Dios, Él nos proveerá oportunidades para ver personas que tienen algún tipo de carencia o de necesidad. En esos momentos, debemos sentir compasión por ellos y, entonces, estar dispuestos a extender misericordia, quizás, en forma de consuelo, comida, una mano amiga o dinero. Hay una necesidad infinita en este mundo, por lo tanto, una cantidad infinita en las que podemos mostrar misericordia hacia aquellos que sufren.  Podemos mostrar misericordia hacia las almas de las personas. Mientras encontramos personas que no conocen a Jesús, podemos extender misericordia atendiendo sus necesidades espirituales; que usualmente significa alertarles sobre su necesidad espiritual. Con más rapidez las personas conocen de su pobreza financiera que de su pobreza espiritual. ¿No debiéramos sentir una compasión profunda hacia aquellos que no conocen a Jesús y tampoco conocen que le necesitan? ¿No nos deberíamos preocupar por ellos? Entonces, ¡necesitamos hablarles sobre Jesús! ¡Necesitamos hablarles sobre el precario estado de sus almas! El deber de evangelizar brota de la piedad por quienes no conocen al Dios que es tan misericordioso con los pecadores.  Podemos mostrar misericordia hacia la reputación de las personas. Salomón dice que «de más estima es el buen nombre que las muchas riquezas». pero en ocasiones encontramos deleite en destruir el nombre de personas y poner su reputación por los suelos. La compasión nos llama a sentir el daño que se les hace al desprestigiarlos. Podemos mostrar misericordia hablando bien de las personas en lugar de hablar mal; podemos mostrar misericordia rechazando transmitir chismes; podemos mostrar misericordia escogiendo mirar las evidencias de gracia antes que las evidencias de pecaminosidad; podemos mostrar misericordia rechazando compartir información no contrastada o simplemente innecesaria. Podemos ser misericordiosos donde otros son crueles y tener compasión de los demás protegiendo y mejorando su buen nombre.  Podemos mostrar misericordia hacia las debilidades de las personas. Dios nos llama a compartir el mundo, nuestras casas y nuestras iglesias con personas débiles. Incluso dejando a un lado su pecaminosidad, siguen acosados por sus debilidades. Debemos ser gentiles, pacientes y misericordiosos con esas debilidades. Las esposas deberían ser misericordiosas con los malos hábitos de sus esposos; los esposos deberían ser misericordiosos con las debilidades irritantes de sus esposas; los cristianos deberían soportar con paciencia con los miembros de la iglesia que difieren con ellos en cuestiones de conciencia, o hacia los que tienen poco conocimiento de cómo honrar a Dios, o hacia los que tienen poca comprensión de la libertad que nos ofrece el evangelio. La compasión nos llama a sentir amor por ellos antes que una frustrante apatía, desilusión y odio. Nos llama a soportarlos antes que reprenderlos. Nos llama a mostrar misericordia hacia ellos de una manera gozosa.  Podemos mostrar misericordia con los pecados de las personas. Inevitablemente, veremos personas comportarse pecaminosamente, y, en ocasiones, le veremos pecar delante de nosotros. Mientras nuestro primer pensamiento suele ser de indignación y vindicación, quizás, debiera ser piadoso­, sentir compasión hacia ellos en sus pecados, compasión de que son pecadores. En ocasiones, la misericordia es pasar por alto la ofensa, simplemente dejarla a un lado como si nunca hubiera pasado. La Biblia dice que para el hombre, ≪honra es pasar por alto la ofensa≫, es decir, solo dejarlo entre esa persona y Dios. En ocasiones, la misericordia es confrontar una ofensa y, con amor, ayudar a las personas a escapar de sus hábitos y patrones pecaminosos que le llevarán a la destrucción. En ocasiones, una situación amerita una verdadera medida de justicia. Sin embargo, espero que nuestro primer instinto sea hacia la misericordia, seamos misericordiosos hacia nuestro prójimo pecador.  Así que, mi amigo, sé misericordioso hacia aquellos que están sufriendo, misericordioso hacia aquellos cuyas almas están en peligro, misericordioso con las reputaciones, misericordioso hacia el débil y misericordioso hacia los pecadores. En ocasiones, esto nos llamará a actuar  de manera antinatural y con dificultad, pero podemos tener la plena confianza de que realmente podemos hacerlo por esta razón: Dios no nos pide hacer más de lo que Él ya ha hecho, esto es, el extender misericordia hacia aquellos que desesperadamente la necesitarán.  Este artículo se puiblicó originalmente en Challies. 

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

Artículos por categoría

Artículos relacionados

Artículos por autor

Artículos del mismo autor

Artículos recientes

Te recomendamos estos artículos

Siempre en contacto

Recursos en tu correo electrónico

¿Quieres recibir todo el contenido de Volvamos al evangelio en tu correo electrónico y enterarte de los proyectos en los que estamos trabajando?

.