Poco tiempo luego de haber renunciado a mi carrera profesional de 17 años en la programación y mantenimiento de máquinas robotizadas y autómatas lógicos para obedecer el llamado del Señor a servir a tiempo completo en la iglesia, visité a mis antiguos compañeros de trabajo. Quien había sido mi jefe me preguntó: “¿Cómo te va en el pastorado?”… y luego de un discreto suspiro, alcancé a decirle: “Bueno, bien pero solo por la misericordia de Dios”. Ante su evidente sorpresa, proseguí diciéndole: “¡Aún estoy aprendiendo que los hermanos no son robots! Porque aquí en la fábrica, las máquinas recibían las instrucciones computarizadas que yo mismo les programaba y obedecían inmediatamente, pero en la iglesia no es así.” Y cuando concluí diciéndole: “¡Ojalá los hermanos fueran robots!¨, mi exjefe reconoció también “¡así también son mis empleados!”, y acabamos riéndonos a carcajadas. ¡Pero ahora que estoy usando esta ilustración para introducir este tema estoy cayendo en cuenta que a lo mejor yo también estaba incluido en esa queja mientras era parte de su personal! Lo cierto es que en la práctica pastoral hay hermanos muy amados que nos alegran nuestro ministerio al atender cabalmente las instrucciones bíblicas y a las recomendaciones pastorales para vivir la vida cristiana según el Señor nos exige en Su palabra. Sin embargo, también hay unos cuantos hermanitos que nos amargan el ministerio, exigiendo más de nuestro esfuerzo, estabilidad emocional, tiempo, dinero, paciencia y perseverancia. Muchos excelentes autores han escrito acerca del perfil pastoral, de los requisitos del obispado enlistados en 1 Tim 3:1-7 y de lo que espera la iglesia de sus pastores, pero pocos han contestado la pregunta: ¿Qué esperamos los pastores de nuestras ovejas? Basado en Hebreos 13:7, “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas como quienes han de dar cuenta, para que lo hagan con alegría”, quiero plantear cuatro actitudes de las ovejas que glorifican a Dios y honran Su Palabra:
- Oración: como el apóstol Pablo le dice a los Tesalonicenses: “orad por nosotros” (1 Ts 5:25). El mejor regalo que usted le puede hacer a sus pastores y lideres es orar por ellos. Ore que sean diligentes en el estudio de la Palabra, que Dios los guarde de tentaciones y por la salud espiritual de sus familias.
- Humildad: ante todo humildad! Eso implica que seas enseñable, fiel, sumiso y ejemplar. Que tengas una evidente disposición al arrepentimiento apenas reconozcas tu pecado, o seas exhortado o amonestado. En corto, a los pastores, nos gustaría que cada hermano y hermana de la iglesia mantenga, enseñe y promueva la humildad, imitando el ejemplo de Cristo ( Fil 2:5-11).
- Diligencia: que obedezca diligentemente las instrucciones referentes a la santidad, la devoción y más específicamente las directrices para la edificación de la iglesia, en su área de responsabilidad. Que sea proactivo en arreglar un detalle necesario a su alcance incluso antes de que algún pastor se dé cuenta o tenga que comisionar un diácono a arreglar esa eventualidad o solucionarla personalmente. En corto, evidencia tu servicio al Señor con un compromiso tal que edifiques alegremente a la iglesia con las capacidades especiales con las que Dios te ha dotado (1 Ts 5:11; Ro 14:19).
- Devoción: todo pastor espera que cada hermano tenga la Biblia como norma de fe y conducta; que ejercite una vida vigorosa de oración; que asuma como personal, privilegiada y alegre la responsabilidad de crecer en el conocimiento de la Palabra, y que predique el evangelio al menos a una persona a la semana. En corto, a los pastores nos gustaría que nuestros discípulos oren, lean, canten, prediquen y vivan la Palabra de Dios (Jn 5:39; 2 Ti 2:15).
- Generosidad: Ofrenda con alegría y desprendimiento al Señor para el sostenimiento de la Iglesia, el avance del Reino y la proclamación del Evangelio. Ayuda a los necesitados, las viejitos, los huérfanos, los pobres y los discapacitados, incluso más allá de tus posibilidades confiando que representas a nuestra iglesia y al Señor (2 Co 8:1-7, 9:7-8; Stg 1:27;).
Que bueno que los hermanos y hermanas de las iglesias no son robots programables, sino que cada uno de ellos plantea diferentes retos y necesidades especiales que Dios mismo usa para moldear nuestro carácter pastoral. Por eso, esforcémonos a ser y desarrollar ovejas cada vez más humildes, diligentes, devotas, generosas y fieles; y por nuestro lado seamos pastores cada vez más perseverantes, tiernos, pacientes, empáticos y ejemplares.
«Nosotros anunciamos a Cristo, amonestando a todo hombre y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre. Para esto también trabajo, luchando según la fuerza de él, la cual actúa poderosamente en mí». Colosenses 1:28-29
Publicado primeramente en Entre los Tiempos