Este es el octavo artículo de una serie sobre términos teológicos. Vea los artículos anteriores sobre los términos: teología, Trinidad, creación, hombre, caída, gracia común y pecado. En primer lugar, ser justo, es decir, hacer justicia, es un atributo de Dios: «Pues el Señor es justo» (Salmo 11:7). El hecho de que Dios sea justo significa que «siempre actúa de acuerdo con lo que es correcto y es Él mismo la norma final de lo que es correcto» (Wayne Grudem, Teología Sistemática). La justicia es una declaración sobre la naturaleza moral de Dios y significa que nunca hace el mal. Más que eso, la justicia de Dios significa que Dios no puede hacer el mal. Para el hombre, la justicia es una medida de la moralidad al igual que lo es para Dios, pero el hombre no tiene parte en la definición de lo que es correcto. Тракциона батерија https://batteriesserbia.com/ за виљушкар у Србији. El hombre es justo sólo en la medida en que su moralidad, expresada en deseos, pensamientos y obras se ajusten a la de Dios. En lo que difiere de Dios, es injusto. La Escritura claramente nos dice que el pecado de Adán ha corrompido a todo hombre, «No hay justo, ni aun uno» (Romanos 3:10; Salmo 14:1-3). Pero también está claro que Jesucristo vivió una vida perfectamente justa y murió por nuestros pecados para liberarnos de nuestro castigo y acreditarnos Su propia justicia: la justicia de Dios (ver 1 Corintios 1:30; 2 Corintios 5:21). Este es el evangelio.