Al entrar en el salón de clase cada domingo para enseñar, no entras solo.  Vas acompañado por El Maestro Divino.  Enseñanza en el contexto de la iglesia es una combinación de lo divino y lo humano. ¿Entiendes lo que hace el Espíritu Santo y lo que nos toca a nosotros hacer?

Fundamento bíblico del ministerio

Para guiar nuestra reflexión sobre este tema vamos a 1 Corintios 3.6 donde el Apóstol Pablo describe la plantación de la iglesia en Corinto con estas palabras: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento”.  En este breve resumen vemos lo divino y lo humano en el ministerio. En primer lugar, lo divino. Varias veces en el contexto de 1 Co. 3.6 Pablo insiste que “Dios ha dado el crecimiento”.  Los Corintios habían enfocado en personas, pero Pablo deja clara que si no hubiera sido por la obra de Dios en los corazones de los corintios no habría iglesia en Corinto. Pero, hay también el aspecto humano en el ministerio – “Yo planté, Apolos regó”.  Pablo, esforzado y valiente, sembró las semillas del evangelio.  Apolos, erudito y elocuente, edificó a la congregación.  Dios había escogido a estos dos instrumentos humanos para anunciar Su mensaje.  El Espíritu Santo entonces tomó este mensaje para efectuar una transformación espiritual en la vida de los corintios.

Patrón bíblico de la enseñanza

Basado en 1 Corintios 3.6, el siguiente gráfico resume lo divino y lo humano en relación con la enseñanza. Dios, el Maestro Divino, cambia corazones. El hace lo que tu y yo no podemos hacer. En las palabras del autor de los Hebreos: “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu…” (4.12).  Sin la obra del Espíritu Santo no habría transformación de vida en nuestros alumnos. Todo esfuerzo nuestro quedaría en vano. Pero, lo sorprendente es que Dios utiliza a nosotros, los maestros humanos, en el proceso de cambiar vidas.  El nos ha encargado como Su vocero.  Tenemos el privilegio y responsabilidad de anunciar las buenas nuevas del evangelio.  El Espíritu Santo entonces toma el mensaje y lo aplica a los corazones de nuestros alumnos. Los dos, lo divino y lo humano, son importantes en la enseñanza.  Dios se encarga de cambiar corazones.  A nosotros nos toca comunicar el mensaje. Sin lo humano, nuestros alumnos no escucharían las palabras de vida. Sin lo divino, no habría transformación de vida.

Implicaciones para la enseñanza

¿Cuáles son las implicaciones del patrón bíblico de la enseñanza? Comencemos por lo mas importante – lo divino. Sin la obra del Espíritu Santo no hay resultados espirituales.  Por esto, es importante pedir Su dirección al preparar y presentar cada lección.  Dios conoce quien viene a la clase y como quisiera obrar en cada vida.  A través de la oración reconocemos nuestra dependencia de Él. También, mantener un enfoque en lo divino significa dar prioridad a la Palabra de Dios. Es la Palabra que el Espíritu utiliza para penetrar corazones.  Por ello, cada lección debía estar plenamente basada en la Biblia para que nuestros alumnos sean continuamente expuestos a la voz de Dios a través de Su Palabra. ¿Qué del aspecto humano en la enseñanza? Otra vez, tomando ejemplo del ministerio de Pablo descrito en Col 1.28 – 29: “…a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo. Y con este fin también trabajo, esforzándome según su poder que obra poderosamente en mí.”  Quisiera resaltar la frase, “Y con este fin también trabajo, esforzándome…”  El poder de Dios era la base de su ministerio, pero Pablo esforzaba para no estorbar lo que Dios querría hacer a través de su vida. Enseñanza también requiere un esfuerzo.  Estudiar un pasaje bíblico y preparar una lección demanda dedicación.  Preparar visuales y planear dinámicas que permiten la participación de la clase toma tiempo.  ¿Podría ser que mi lección pierde su impacto por no esforzar me en la preparación? Pero, quizás algún preguntaría, “Si el Espíritu Santo es quien obra en corazones, ¿por qué dedicar tanto tiempo preparando manualidades, visuales, Power Point, etc. para mi lección?”  Es una pregunta importante. Sin duda, hay peligro en pensar que enseñar es solamente cuestión de aprender técnicas que se aplican en el salón de clase y olvidar que, sin la intervención del Espíritu Santo, todo nuestro esfuerzo sería en vano. He luchado con esta pregunta. Sin duda, Dios es quien cambia corazones. Pero, por otro lado, no podemos olvidar que nos incluye en el proceso. Nos ha encargado con anunciar el mensaje. Es importante que este mensaje toque al corazón de nuestros alumnos. Por ello, aprovechamos de las técnicas de la enseñanza – el uso de los sentidos, involucrar a los alumnos en la clase – para que la lección tenga mas impacto.  El Espíritu Santo entonces se encarga de tomar lo que hemos enseñado y utilizarlo para transformar vidas. Hay dos extremos que evitar en la enseñanza.  Un extremo es ignorar lo divino, enfocando solamente las técnicas de la enseñanza.  El otro es no cumplir la responsabilidad humana de comunicar claramente el mensaje. Enseñanza es una combinación de lo divino y lo humano.  LeBar expresa esta realidad en la siguiente cita: “El [Espíritu Santo] fácilmente podría obrar directamente con las almas…A veces lo hace.  Pero generalmente El se digna a limitarse a lo que puede hacer en cooperación con nosotros” (traducido de p. 236).  ¡Que privilegio poder participar en lo que Dios esta haciendo en la vida de nuestros alumnos!

Ken Bennett

Ken Bennett y su esposa, Donna, habiendo estudiado en Prairie Bible College en Canadá, comenzaron su ministerio en Perú. Ken tiene una Maestría de Estudios Teológicos de Tyndale University College and Seminary en Toronto, Canadá. Sirvió por 13 años en Rio Grande Bible College, Edinburg, TX.

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