La vida es efímera

La vida es efímera—efímera como el rocío que se posa en la hierba en la oscuridad de la noche, pero que luego se consume con el primer calor de la mañana.
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Respiro profundamente y procedo a escribir. Pero las palabras no fluyen. Todavía no. Hago una pausa por un momento para ordenar mis pensamientos. Sé que tengo que preparar una expresión de simpatía, escribir una carta de condolencia a un amigo que ha sufrido una trágica pérdida. Quiero que sepa de mi amor, mi apoyo, mi consuelo en esta, su hora más difícil. Me imagino a aquel que vivió y luego murió, que floreció durante un tiempo, pero que pronto deja de ser como las flores que se marchitan, como el polvo que sopla el viento. Y veo una vez más la naturaleza efímera de la vida. La vida es efímera—efímera como el rocío que se posa en la hierba en la oscuridad de la noche, pero que luego se consume con el primer calor de la mañana. La vida es efímera—efímera como las hojas del árbol que se abren en primavera, que captan la luz del sol durante el verano, pero que caen al suelo en los primeros días frescos del otoño. La vida es efímera—efímera como el lirio que florece en la oscuridad de la noche, que muestra su belleza durante un solo día, pero que al anochecer se desvanece y se marchita. Hoy está aquí, pero mañana deja de ser, y su lugar ya no lo conoce más. La vida es efímera—efímera como la niebla que se levanta en el aire fresco de la mañana, pero que luego es soplada por la más suave brisa. Es efímera como la nieve primaveral que cae de un cielo frío, pero que se derrite en el momento en que toca el suelo cálido. Es efímera como un barco que se desvanece en la distancia y navega por el lejano horizonte, efímera como un tren que pasa con estruendo y se va. Apenas exhalamos nuestro primer aliento antes de exhalar el último. Apenas abrimos los ojos antes de volver a cerrarlos una vez más. Apenas vivimos antes de morir. No es de extrañar que el Sabio diga: «si un hombre vive muchos años, que en todos ellos se regocije, pero recuerde que los días de tinieblas serán muchos. Todo lo por venir es vanidad»—vapor, humo, polvo. Hay un tiempo para vivir y un tiempo para morir. Pero el tiempo de vivir parece tan corto y el de morir tan largo. Aún así, debo creer que aunque la vida es efímera, la vida es preciosa. Aunque la vida se acaba tan pronto, importa mucho. Porque aunque la vida termina, continúa, porque aunque dormimos en el polvo, nos levantamos de nuevo. El tiempo está ligado a la eternidad. Por tanto, «teme a Dios y guarda Sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona. Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo». Es a través de la vida que nos preparamos para la muerte, y a través de la vida que vivimos en este mundo, que nos preparamos para la vida que viviremos en el por venir. Así que la vida es preciosa—preciosa como el oro que adornaba el templo donde el pueblo de Dios iba a inclinarse y a adorar, a servir y a ofrecer sacrificios. La vida es preciosa—preciosa como la sangre puesta apresuradamente en los postes de las puertas, la sangre del cordero pascual que distinguía a los israelitas de los egipcios, a los objetos de misericordia, de los objetos de ira. La vida es preciosa—preciosa como las joyas que llevaba el Sumo Sacerdote cuando entraba en el Lugar Santísimo para rociar sangre en el propiciatorio, para buscar el favor de Dios por otro año. La vida es preciosa—preciosa como la perla que un mercader encontró, que era de tan gran valor que vendió todo lo que tenía para adquirirla y la consideró como la mejor de todas las gangas. Es preciosa como un tesoro escondido en un campo, preciosa como las puertas de perlas de la Nueva Jerusalén, preciosa como sus calles de oro. Y así, ambas cosas son ciertas y ninguna disminuye a la otra. La vida es efímera y frágil, pero preciosa y muy significativa. Aunque sea corta, es significativa. Aunque termina inevitablemente, importa mucho. Aunque no sea más que pasajera y una chispa, es de gran valor. Y con eso en mente, puedo preparar una expresión de simpatía que dé cuenta tanto del significado de una vida vivida como de la tragedia de una vida perdida, tanto del dolor de una vida que ha terminado como del gozo de una vida que nunca terminará.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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