La verdadera historia de acción de gracias

El apreciar a Dios tanto por quien Él es como por sus obras a nuestro favor es fundamental para vivir apropiadamente en un mundo creado por Dios.
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El Día de Acción de Gracias llega cada año a los Estados Unidos. Muchos de nosotros aprovechamos para recordar a los peregrinos e indios y hablar sobre su preparación para el primer crudo invierno en el Nuevo Mundo. Pero para el cristiano, las raíces más profundas de nuestro agradecimiento se remontan al Viejo Mundo, mucho antes de los peregrinos, a una historia tan antigua como la Creación, con un clímax de dos milenios de antigüedad. Es una historia que continúa en el presente y que le da sentido a nuestras simples vidas, aun cuando nos encontramos a gran distancia del epicentro histórico llamado Gólgota. Pudieras decir que es la verdadera historia de acción de gracias – o pudieras llamarlo el evangelio de Cristo visto a través del lente de esa virtud, que a menudo es subvalorada, conocida como “gratitud”. Este lente explora algunos textos bíblicos que de lo contrario pudiéramos minimizar. Aquí está la verdadera historia de acción de gracias en cuatro etapas.

Creados para dar gracias

En primer lugar, Dios creó a la humanidad para que esta agradezca. Tú existes para apreciar a Dios. Él te creo para que le honres a través de tu agradecimiento. El apreciar a Dios tanto por quien Él es como por sus obras a nuestro favor, al crearnos y sostener nuestras vidas, es fundamental para vivir apropiadamente en un mundo creado por Dios. Pablo describe en Romanos 1 lo que está mal en el mundo, y nos deja entrever el lugar del agradecimiento en el orden de lo creado:

“Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.” (Romanos 1:21)

Parte del propósito de Dios al crear a Adán y Eva fue que estos le honraran a través de su agradecimiento. Y parte del propósito por el que nosotros hoy existimos es honrar a Dios a través de nuestro agradecimiento. Por esta razón encontramos tantos mandamientos bíblicos para ser agradecidos. La humanidad fue creada para dar gracias a Dios. Pero, como ya hemos visto en Romanos 1, la ingratitud no estaba muy lejos.

Caídos por ingratitud

En segundo lugar, todos hemos fracasado miserablemente en agradecer a Dios como debiéramos. En su libro sobre la gratitud, Ann Voskamp da una expresión memorable sobre el fracaso del primer hombre y mujer, y el diablo antes que ellos, al experimentar y expresar correctamente su gratitud.

Desde nuestros inicios, seguimos reviviendo la historia del Edén. Satanás quería más. Más poder, más gloria. En última instancia, en su esencia, Satanás es un ingrato. Y el inyecta su veneno en el corazón del Edén. El pecado de Satanás se convierte en el primer pecado de toda la humanidad: el pecado de la ingratitud. Adán y Eva son, simplemente, dolorosamente malagradecidos por lo que Dios les dio. ¿No es esa ingratitud el catalizador de todo mi pecado? Nuestra caída fue, siempre ha sido y siempre será, que no estamos satisfechos en Dios y en lo que Él da. Tenemos hambre de algo más, de algo diferente. ( One Thousand Gifts [Mil dones], 15)

El ingrato de Satanás genera ingratitud en Adán y Eva, quienes a su vez pasaron esta ingratitud a todos nosotros. Es dolorosamente cierto que somos personas ingratas tanto antes como después de nuestra conversión. Y no sólo fallamos en ser agradecidos como debiéramos, pero también fallamos en equilibrar adecuadamente entre lo físico y lo espiritual. Dos obstáculos a menudo se interponen en nuestro camino a tener la gratitud que exalta a Dios. Le puedes llamar «híper-espiritualidad» e «híper-fisicalidad». Tal vez la hiper-fisicalidad es bien conocida en la sociedad occidental del siglo 21 en general. El entorno de los materialistas está tan ajeno de la realidad espiritual que incluso cuando hay gratitud por lo físico, lo espiritual es descuidado, si no rechazado del todo. Podemos estar agradecidos por lo temporal, aunque mostremos poca importancia por lo eterno. Pero la híper-espiritualidad suele ser particularmente peligrosa entre los que son llamados «espirituales», incluso en la iglesia. Podemos ser propensos a silenciar la bondad material de Dios hacia nosotros por temor a que la apreciación de tales bendiciones de algún modo nos distraiga de nuestra gratitud por las bendiciones espirituales. En nuestro pecado, fallamos una y otra vez en equilibrar adecuadamente esta verdad. Sólo con la redención divina somos capaces de llegar a un equilibrio que luce como esto: los cristianos son agradecidos por todos los dones de Dios, especialmente sus dones eternos, y especialmente el valor incomparable del conocimiento de su Hijo, (Filipenses 3:8), Dios hecho carne.

Redimidos por medio de la gratitud

En tercer lugar, Dios mismo, en la persona de su Hijo Jesús, entró en nuestro mundo ingrato, vivió en apreciación perfecta de su Padre y murió en nuestro lugar por nuestra ingratitud crónica. Es Jesús, el Dios-hombre, quien ha manifestado la vida perfecta de agradecimiento. Si alguna vez le has dado seguimiento a los textos en los que Jesús agradece a Su Padre, sabrás que es toda una lista impresionante.

  • Mateo 11:25 (NTV) (también Lucas 10:21): “En esa ocasión (ten cuenta el contexto de ciudades impenitentes e ingratas “donde la mayoría de sus milagros habían tomado lugar”, verso 20) Jesús hizo la siguiente oración: ‘Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes, y por revelárselas a los que son como niños.’”
  • Juan 11:41: “…Entonces quitaron la piedra Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído.” (Jesús entonces resucita a Lázaro de entre los muertos)
  • Mateo 15:36 (también Marcos 8:6): Jesús “tomó los siete panes y los peces; y después de dar gracias, los partió y empezó a darlos a los discípulos, y los discípulos a las multitudes…” (Véase también Juan 6:11 y Juan 6:23 , que se refieren a la ubicación como “el lugar donde habían comido el pan después de que el Señor había dado gracias”)
  • Lucas 22: 17-20 (también Mateo 26:27 y Marcos 14:23): “Y habiendo tomado una copa, después de haber dado gracias, dijo: Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que de ahora en adelante no beberé del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios. Y habiendo tomado pan, después de haber dado gracias, lo partió, y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros”. (Así que, siguiendo el patrón de Jesús, Pablo en Hechos 27:35 “tomó pan y dio gracias a Dios en presencia de todos; y partiéndolo, comenzó a comer…»)
  • 1 Corintios 11: 23-24 : “que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió…”

Jesús no sólo es Dios mismo, sino también la representación más pura del humano agradecido. El Dios-hombre no sólo murió para perdonar nuestros fracasos en dar a Dios el agradecimiento debido, pero también vivió la vida perfecta de agradecimiento hacia Su Padre en nuestro lugar.

Liberados para agradecer

Por último, por la fe en Jesús, somos redimidos de la ingratitud y su justa pena eterna en el infierno; y hechos libres para disfrutar del placer de estar doblemente agradecidos por el favor de Dios para con nosotros, no sólo como sus criaturas, sino también como sus hijos redimidos. Es apropiado para una criatura que esté en una posición continua de gratitud hacia su Creador. Y es aún más apropiado para un rebelde redimido estar en una posición permanente de gratitud hacia su Redentor. El tipo de vida que fluye de tal maravillosa gracia es la vida de continuo agradecimiento. Este es el tipo de vida en la que el cristiano nacido de nuevo está siendo continuamente renovado, progresivamente hecho más como Jesús. Y por esto el apóstol Pablo anima a los cristianos a tener una vida caracterizada por la acción de gracias.

  • Colosenses 1:11-12: Que sean “fortalecidos con todo poder según la potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo dando gracias al Padre que nos ha capacitado para compartir la herencia de los santos en luz.”
  • Colosenses 2: 6-7: “Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en El; firmemente arraigados y edificados en El y confirmados en vuestra fe, tal como fuisteis instruidos, rebosando de gratitud.”
  • Colosenses 3: 15-17 (nota que se repite 3 veces en éste texto): “Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, a la cual en verdad fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en vuestros corazones. Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de El a Dios el Padre.”
  • Efesios 5:20 : “. . .dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre.”
  • 1 Tesalonicenses 5:18 : “dad gracias en todo; porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús por vosotros.”

Solo en Jesús, por quien fueron creadas todas las cosas, somos capaces de llegar a ser ese tipo de personas persistentemente agradecidas que Dios diseñó y así cumplir con nuestro llamado terrenal de ser agradecidos. Para los cristianos, con ambos pies firmemente sobre el evangelio de Jesús, hay posibilidades de una verdadera gratitud, la cual de otra manera nunca hubiéramos conocido.


Una publicación de DesiringGod.org | Traducido con permiso por Alicia Ferreira de Díaz

David Mathis

Es editor ejecutivo de desiringGod.org y pastor de Cities Churchin Minneapolis. Él es esposo, padre de cuatro hijos y autor de «Habits of Grace: Enjoying Jesus through the Spiritual Disciplines» (Hábitos de Gracia: Disfrutar a Jesús a través de las Disciplinas Espirituales).

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